“Si el problema de los materiales de la pintura es su transparencia o su pincelada -comienza escribiendo la artista Magdalena Jitrik en el texto de presentación de la muestra Hojas Ojos, de Ana Casanova, con curaduría de Cristina Schiavi-, la cuestión del plano perfecto la ofrece (u ofrecía) el papel Planograf, que es ‘un papel atemperado, textura semiáspera, como la témpera, tamaño 50 x 70'. No era un papel muy grueso; era la capa de tinta de color lo que le daba cuerpo. La carta de colores era variada y sutil. (...) La necesidad del plano perfecto pertenecía más al mundo del diseño, ya que el destino de imprenta de los objetos gráficos hacía que justamente una transparencia o una pincelada no sirvieran tanto como para la pintura artística, siendo estas cualidades la materia prima del acto de pintar".
“El plano de color -sigue M.J.- es buscado por el arte a partir del siglo XX, es un ideal a alcanzar y que en la dificultad de su obtención reside la gracia de la personalidad en la pintura abstracta, independizada de la representación”.
En conversación con Página12, Ana Casanova cuenta: “El encuentro con estos papeles Planograf fue casual. Empecé a coleccionarlos porque ya casi no se consiguen. Son de otra época: quedan muy pocos colores. Los iba encontrando; los guardaba para usarlos algún día; por ejemplo, en un collage. Por otro lado, el óleo me estaba haciendo muy mal… la trementina”.
-Ahora, entonces, hay una suerte de reemplazo de los colores que pintabas a mano por el collage de estos colores serigrafiados.
-Sí. Y en este sentido podría decir que mi obra anterior era más meditativa. En parte porque el óleo es reflexivo a la fuerza, capa sobre capa, y eso es lo bueno que tiene. Y si bien esta nueva obra también tiene algo meditativo, lo central en estos trabajos es la organización del espacio. Como los papeles aplicados son muy finos, tuve que trabajar con mucha delicadeza y concentrarme. Traté los papeles con mucho cuidado, porque varias veces se me rompían.
Paola Bilancieri, directora de Casa Bolívar -construcción que data del siglo XIX, cuando Buenos Aires era una aldea-, participa de la conversación: “Yo soy diseñadora gráfica, y cuando estudiaba, había estos papeles serigrafiados a mano, y el color mate era una delicia. Entonces cuando vi estos trabajos de Ana, me hizo acordar a aquel momento. En esos papeles y en estas obras hay una paleta y una elección del tono y del color que te remite a otras épocas”.
Lo que parece evocar la exposición de Ana Casanova es una genealogía que podría centrarse en las vanguardias abstractas del siglo XX, y tal vez, más precisamente, en Mondrian. Por otra parte, la utilización de los papeles serigrafiados que ya están fuera de circulación, ofrece un matiz intemporal a la obra.
-La pintura, lo pictórico, es pensamiento -dice A.C.-, pero especialmente es acción: esta obra de gran formato, de arpillera plástica, por ejemplo, la empecé a hacer en la pandemia, cuando no se podía salir, y la cuarentena nos agarró en una chacra de un pueblo. Encontré este material y empecé a pintar sobre este soporte.
En su presentación, respecto de los papeles usados por Casanova, Jitrik escribe: "El papel Planograf, a pesar de ser un producto industrial, está lleno de artesanía, es un objeto que sintetiza la historia del color, su uso. Es un grabado sin imagen o la imagen es el rectángulo que contiene el color mismo, hecho con serigrafía, que es una técnica milenaria; viene a resolver una necesidad expresiva y se monta sobre la posibilidad del collage, una técnica que abrió el mundo de la composición; obraría una carta de colores que, se puede intuir, fue normatizada por aristas”.
Para esta muestra me ayudó Cristina Schiavi -dice Casanova-, que conoce mi trabajo; vino al taller dos veces a hacer la selección y tiene una mirada inteligente, no solo sobre la obra sino en la relación con el espacio. Ya me había ayudado a armar una muestra en la galería van Riel en 2009. El tema también es el color.
Jitrik sintetiza el gesto de Ana Casanova: “En todos estos objetos hay un rectángulo de cierto tamaño que al sacarlo de su identidad industrial se reúne en estos collages con una identidad nueva. Es decir que el rectángulo y el color contenido en él pasan a ser el tema que sustenta esta exposición, formas duras que por algún motivo extraño siguen sustentando una obra informalista”.
-La exposición también podría pensarse como en un refugio.
-Sí, porque volviendo a lo meditativo -explica Casanova-, no puedo dejar de pensar en el contexto en que estamos todos, con tantas dificultades. Y pienso en el sentido de la obra en medio de esta situación.
* En Casa Bolívar, Bolívar 663, hasta el 28 de mayo, de lunes a viernes, de 10 a 17, con cita. IG: casa_bolivar.