A fines de 2019, Cecilia Rossetto se presentó en el Teatro Solís de Montevideo, ciudad donde se sintió siempre muy querida, donde trabajó durante años y donde obtuvo el Premio Florencio Sánchez al mejor espectáculo extranjero. Cuando volvió a Buenos Aires, empezó a preparar un espectáculo de canciones y poemas de mujeres, y también escribió una obra sobre la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, pero en marzo de 2020, llegó la pandemia y los proyectos quedaron interrumpidos. Durante ese tiempo, le tomó el gusto a escribir, a compartir tardes con su nieto, mirar series, comer rico y cuidar a sus gatos y a sus plantas. Llevaba más de cuatro años sin subirse a un escenario, hasta que recibió la propuesta para cantar en el Teatro Roma de Avellaneda, acompañada por la Orquesta Municipal de Tango de esa ciudad, que dirige Diego Lerendeghi. No pudo negarse... y tampoco quiso: deseaba reencontrarse con su público que le escribía a sus redes sociales pidiéndole que volviera a los escenarios.
Un teatro maravilloso en el conurbano y su público que la extrañaba fueron la combinación perfecta para preparar el espectáculo Vení, charlemos, que tuvo lugar la noche del jueves 18 de abril, con quince músicos y músicas jóvenes en escena, y Walter Castro en bandoneón como invitado. La platea desbordaba de aplausos después de cada tema. Allí estaban, entre otros, el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi, la jefa de gabinete Magdalena Sierra, el periodista Víctor Hugo Morales, la Comisión Vesubio y Puente 12 con Pablo Llonto, -junto a quienes Rosetto colaboró durante más de dos décadas. Las canciones fueron directamente al corazón del público porque cuando está en el escenario, Cecilia Rossetto canta y cuenta, se conmueve y hace conmover. Despliega anécdotas de su vida y vuelve a cantar con su personalidad arrolladora, con su voz desgarradora y sublime, como sucedió con el tango "Llamarada pasional", de Tita Merello, interpretado magistralmente, o con "Palabras para Julia", de José Agustín Goytisolo y Paco Ibáñez, otro momento de alta emocionalidad interpretativa.
La figura de Rossetto se agiganta cuando canta, cuando baila, cuando cuenta cosas de su vida, sus aristas de mujer vital y profunda, rebelde e insumisa. En Vení, charlemos estuvo presente su capacidad de transmitir belleza a través del repertorio elegido, esa posibilidad que el arte proporciona cuando se combina compromiso y libertad. En el escenario, la cantante y actriz se mueve con la impronta de quien conoce las tablas porque las ha vivido, porque ha recorrido los teatros de las ciudades más importantes del mundo. Y allí, en el Roma de Avellaneda, sentada sobre un taburete y con una copa de Cuba libre, la Rossetto bebía de a poco y con pequeños tragos, mientras construía momentos de complicidad con el público. Esos en los que el humor y la emoción protagonizan la conversación con quien podría ser una amiga cercana y querida. Su oficio y su elegancia le permitieron ir y venir de un lado al otro del escenario, decir y cantar, apasionarse y apasionar a la platea. Fue una noche que ella y su público vivieronn intensamente.
Así, Vení, charlemos se bordó en un entramado bello que hilvanó canciones y charla. A lo largo del espectáculo, Rossetto habló de poesía, de amor, de esos amigos que amó -como Osvaldo Bayer, Eduardo Galeano, el negro Fontanarrosa, Carlos Carella-… y de las despedidas. Bromeó con el público sobre su jubilación de los musicales (“50 años son suficientes”) y apenas salió a escena dijo: “Entramos al provenir retrocediendo”, y agregó: “¡Qué pesadilla esta realidad!”. Contó que en los momentos difíciles lee poesía, donde encuentra un refugio para seguir adelante, porque aferrase a la poesía ayuda a comprender el momento actual. Entre canción y canción, contó también que se atiende en el Hospital de Clínicas y que esa misma mañana había posteado en su Instagram una foto en homenaje a los médicos que le salvaron la vida. Porque Rossetto es una mujer de a pie, que viaja en colectivo y conversa sobre política con el electricista y el verdulero; una militante full time. Así encuentra la identificación del público.
El 26 de abril, Cecilia Rossetto estará en el Museo Quinta San Vicente presentando Humor en tiempos difíciles, una conversación sobre su carrera y la creación de sus personajes humorísticos durante la dictadura. Pero en el Teatro Roma, mientras la noche se llenaba de canciones, ella recorría momentos de su vida llena de mundos, esa que fue armando entre tantos países y ciudades donde trabajó: Colombia, Venezuela, Barcelona, París, La Habana. Fue una noche en la que la Rossetto se brindó al público con todo su talento, su humor, y su espléndida capacidad creativa y de disfrute sobre el escenario. Le regaló a la platea su lucidez y su honestidad intelectual, su pensamiento y su pasión que siguen transmitiendo la potencia de un estilo propio y fuerte. Vení, charlemos fue una ceremonia amorosa y vital, con Cecilia a flor de piel, intuitiva y profundamente situada ahí, un espectáculo que le permitió reencontrase con la gente que la quiere, la sigue, le escribe, la admira, y le pide que vuelva una y otra vez.