La marcha en defensa de la educación pública será este martes una manifestación no solo multitudinaria sino que tendrá características históricas por la conjunción de fuerzas y la expresión de unidad en la diferencia en pos de garantizar un derecho instalado en la vida y en el sentir de argentinas y argentinos. Lo que ocurra en las calles de Buenos Aires -con réplicas en muchos otros lugares del país- está llamado a transformare en punto de inflexión frente a los desafíos a los que está enfrentada la sociedad argentina por el ajuste brutal y despiadado que viene ejecutando el gobierno de La Libertad Avanza.
La cuestión de la educación pública logró que se salten barreras en pos de la unidad en la acción, más allá de distinciones ideológicas, políticas o tácticas. También por encima de diferencias generacionales, atendiendo especialmente a la incorporación masiva a la lucha de las y los más jóvenes que hasta ahora habían tenido poca relevancia o presencia en la resistencia al ajuste. Sintieron la agresión en primera persona.
También hay que ponderar otros aspectos de la unidad. La confluencia de estudiantes y trabajadores, pero también la coincidencia en el reclamo de sectores y vertientes políticas difíciles de hacer converger en otros temas o circunstancias. Sobre todo con el panorama de una oposición fragmentada y carente de ideas que vuelvan a entusiasmar y a convencer. Milei, con sus agresiones y su fundamentalismo económico, está logrando lo que no pudieron las fuerzas políticas enredadas en disputas menores, individualismos y luchas intestinas, mientras otros siguen en la parálisis velando el duelo de la derrota electoral que los inmoviliza por temor a reincidir en el error o para evitar dar explicaciones tanto por lo hecho como por lo omitido.
Lo que la política no pudo, Milei lo hizo con autoritarismo y sus discursos tan elementales como vacíos. Como bien sintetizó la decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Flavia Dezzutto: “El discurso de Milei no sirve para nada, excepto que se quiera abultar esa nada con la escoria que esta deja como resto. Dice las mismas cosas de siempre, no marca ninguna agenda porque todo lo que ha dicho ya lo dijo mil veces con la misma violencia, porque lo que dijo ya fue dicho y ejecutado por dictaduras y gobiernos democrático burgueses, capitalistas neoliberales, en mayor o menor grado”.
La estrategia de Milei sigue siendo eludir los debates centrales, negar el daño y continuar con los atropellos. De esta manera, la acción política se vacía de sentido y mientras tanto queda en evidencia la incapacidad manifiesta que tiene el Gobierno para gestionar, o incoherencias tales como seguir afirmando que no hay plata para la educación mientras se aumentan los sueldos del círculo presidencial, se invierte en aviones chatarra para complacer a Estados Unidos y, vergonzosamente, Nicolás Caputo y Nicolás Posse recurren al jefe de la CIA, William Burns, para que use su influencia ante el gobierno de Estados Unidos y el FMI para conseguir “dinero fresco” (un nuevo préstamo) para validar al aventura económica del Gobierno. “Yo me encargo del tema”, aseguran que respondió Burns al pedido. Aunque sea un calificativo de otros tiempos, es poco decir que se trata de un recurso típico de una “república bananera”.
No menos grave es que el Presidente se junte en Llao Llao con la crema y nata de los CEOs corporativos para calificarlos de “héroes” por fugar capitales para burlar a esa “organización criminal” llamada Estado, mientras los incita a comprar divisas en el mercado ilegal.
La manifestación de este martes tendrá que sortear provocaciones que van desde el “protocolo” antipiquetes de Bullrich hasta las mentiras de Adorni sobre un acuerdo que nunca existió. Por encima de ello, si se la sabe enmarcar y la diversidad de actores actúa con inteligencia, la marcha puede generar un giro significativo en el escenario político.
Para ello tendrían que darse una serie de condiciones y disposición de actores políticos diversos.
Una primera enseñanza es que, cuando la consigna es clara, evidente y responde a intereses sentidos de la ciudadanía, la respuesta es masiva y contundente. Pero para ello hay que dejar en evidencia la voluntad unificada de impedir el daño y, en lo que sea necesario, reconstruir lo que el mileismo pretende destruir. Esa determinación debe ser evidente y contundente. Tanto para poner límites a los atropellos como para aportar ideas y sumar fuerzas para la recuperación en todo lo atinente a derechos y a calidad de vida.
Mientras ello no ocurra, en tanto no haya una propuesta política superadora, la frustración y el desencanto con la política lo seguirá llenando Milei con su prédica antipolítica y, de la misma manera, podrá seguir incorporando a “la casta” a todo aquel que simplemente discrepe sin presentar propuestas alternativas.
No habrá que prestar atención al Presidente cuando sostiene que la defensa de la educación pública es apenas una reacción de “salamines indignados” para cubrir “negocios turbios y adoctrinar”. No hay que caer en ese juego que es otra trampa. Más bien habrá que analizar con atención lo que se protagonice este martes en las calles y tomar de allí las lecciones que surjan. Porque aunque se trate de la educación, los aprendizajes pueden ser más políticos que académicos. Y simbólicamente la demostración de unidad en la calle es también una manera de volver a construir comunidad, una muestra de solidaridad colectiva, la reafirmación de que nadie se salva solo. Todo ello como contundente respuesta al pregón individualista que LLA exhibe como máximo eslogan ideológico y ariete para demoler los principios ciudadanos.