La Sala V del Tribunal de Juicio condenó por unanimidad a Kalil Ezequiel Chejolán (34) y a Julián Bautista Bubroski (23) a prisión perpetua más una multa tras declararlos "coautores penalmente responsables de los delitos de homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por ser cometido criminis causa, por alevosía y agravado por el uso de arma de fuego (dos hechos), en perjuicio de Jonatan Pablo Tolaba y Romina Isabel Zerda, en concurso real; y comercialización de estupefacientes".
En el mismo fallo, Ricardo Alberto Galarza (44), que venía acusado como coautor del doble crimen, fue condenado a diez años de prisión efectiva en calidad de "partícipe secundario de homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por ser cometido criminis causa, por alevosía y agravado por el uso de arma de fuego (dos hechos)".
Un cuarto sospechoso del doble crimen, Nicolás Ramos, a quien Chejolán y Bubroski señalaron como el autor de los disparos que terminaron con las vidas de Tolaba y Zerda, falleció el 1 de noviembre de 2021 en el camping de la localidad de General Güemes, cuando era buscado en el marco de la investigación de este hecho. Se informó que se suicidó. En el debate se estableció que Ramos tenía una deuda con Tolaba, quien comercializaba drogas sintéticas en fiestas y durante un tiempo había sido prestamista. A su vez, Ramos comercializaba marihuana. También Chejolán y Bubroski vendían drogas, aunque en el caso del primero tenía autorización para el cultivo de plantas de cannabis con fines medicinales, dado que padece de flebitis.
Tolaba y Zerda fueron asesinados en octubre de 2021. Sus cuerpos fueron encontrados alrededor de las 23 del 10 de octubre, gracias a un remisero que avisó al sistema de emergencias. Los cuerpos, ambos con disparos de arma de fuego en sus cabezas, estaban en una camioneta Fiat Strada que había chocado contra un árbol sobre una calle colectora de la autopista Circunvalación Oeste, entre el acceso a San Luis y el barrio Miracolos.
En los alegatos, producidos la semana anterior, los fiscales Leandro Flores, Ramiro Ramos Osorio y Santiago López Soto, solicitaron la prisión perpetua para los tres acusados. En su fallo, el Tribunal, integrado por el juez Marcelo Rubio y las juezas Mónica Faber y Gabriela Romero Nayar, ordenó que Chejolán y Galarza sean trasladados a la Unidad Carcelaria 1, ubicada en Villa Las Rosas, y que Bubroski continúe alojado en este penal.
El principal acusado, muerto
En el inicio del debate que concluyó ayer Chejolán dio su propia versión de los hechos y acusó a Ramos. Contó que la noche del 10 de octubre había quedado en encontrarse con Bruboski y Ramos para ir a una fiesta en Rosario de Lerma. Dijo que con ese fin llamó a Galarza (que es tío de Ramos) porque ocasionalmente oficiaba de remisero informal, que no encontró a los jóvenes en el punto acordado y luego vio el auto de Bruboski estacionado al costado de la Circunvalación Oeste y se detuvieron con Galarza.
Chejolán dijo que entonces vio la camioneta de Tolaba en la calle colectora, que Ramos, que estaba parado al lado de este vehículo, se acercó al auto de Galarza y usó la expresión “Tío, me moquié” para decir que había matado a Tolaba y su pareja. Chejolán aseguró que Bubroski estaba dentro de su auto y no bajó. Y que tampoco bajaron ni él ni Galarza.
Chejolán aseguró que después de esa noche siguió trabajando normalmente y cuando comenzó a ver que en las noticias lo nombraban en relación a este hecho, decidió comunicarse con la policía. Añadió que antes con Ramos fueron a ver a un abogado y este último confesó lo que había hecho. Según Chejolán, cuando el letrado le explicó cuál era su situación y qué pena podrían aplicarle, Ramos se asustó y lloró.
En el debate, en el que declararon varios testigos de identidad reservada, se aportó prueba que da cuenta de que en realidad el crimen de Tolaba y Zerda había sido premeditado y que se intentó ocultarlo haciéndolo pasar por un siniestro vial. Después del hecho, Chejolán destruyó los teléfonos de las víctimas.
Tras doble homicidio los los tres involucrados pasaron a buscar a dos jóvenes, una de ellas amiga de Bruboski, y fueron a la fiesta de Rosario de Lerma. Estas jóvenes confirmaron que Bruboski había quedado en buscarlas a las 22 pero fue recién pasada la medianoche. Una declaró en el juicio que en la fiesta estuvieron solas porque los tres hombres iban y venían, "cuchicheaban" entre sí y en un momento los escucharon hablar de "prender fuego". De regreso, alrededor de las 5 de la mañana, del carril opuesto de la Circunvalación Oeste vieron una camioneta aparentemente siniestrada y ellas comentaron que seguramente habían sufrido un accidente y los hombres asintieron.
Como querían seguir tomando y bailando, esta joven invitó al grupo a su departamento, pero la reunión se desarmó porque los tres hombres empezaron a actuar de manera extraña, estaban inquietos, seguían murmurando entre ellos, y se los notaban nerviosos, a tal punto que terminaron por pedirles que se fueran.
Para cuando fue asesinado, Tolaba estaba bajo el ojo de la Unidad Fiscal de Narcocriminalidad (UFINAR) precisamente por la venta de drogas de diseño, para lo que asistía a distintas fiestas electrónicas. De hecho, la noche en que fue ultimado iba con Zerda camino a una fiesta electrónica.
La trama que llevó al desenlace homicida se empezó a develar, contó un criminólogo en la audiencia, con un análisis de los registros telefónicos de Zerda y Tolaba. A la vez una testiga de identidad reservada se presentó en la fiscalía afirmando saber quiénes habían matado a la pareja de la Circunvalación Oeste, y mencionó a Chejolán.
Bubroski y Galarza fueron detenidos entonces. Chejolán se comunicó el 1 de noviembre informando que quería entregarse, lo que hizo al día siguiente. Y Ramos, al que se había intentado detener, había advertido la presencia policial cuando llegaba en remis a su casa en el barrio Solidaridad. Este remisero informó luego a los investigadores que lo llevó hasta General Güemes, por otra testigo se sabe que deambuló por el camping municipal. Al día siguiente se encontró su cuerpo.