El bar frente al cementerio de Chacarita quizá resulte un marco adecuadamente gótico para el imaginario de Andrés Ruiz, pero cuando le traen el café, la espuma forma un impecable corazón. Entre el sentimentalismo cotidiano y la frialdad del mármol, su séptimo disco concilia los opuestos con gracia y fuerza. “Mi trabajo es parecido al de un escultor: siempre estoy trabajando esa piedra de la canción, pero recién ahora me siento realmente satisfecho. Sin menospreciar mis discos anteriores creo que en éste pude despojarme y concentrarme en las canciones: no quiero cerrarme a un circuito de snobs y góticos”, dice desde su 1,95 metros de altura este dandy warholiano.
Víctima de la imaginación es un disco persuasivo e inquietante como la tapa que le hizo Erica Villar: “Es una versión de El sacrificio de Isaac, de Caravaggio: representamos la escena bíblica con un cuchillo Tramontina en la terraza de mi casa y después lo fotografiamos en 3D y le dimos textura de estatua”, cuenta Andrés. Curiosamente, 15 días después le tocó vivir en carne propia una situación parecida: “Entraron a afanar a casa, me ataron y quedé en la posición de la tapa. Por suerte, al igual que a Isaac, no me sacrificaron”.
Luego de seis discos estilizadamente darkies, él ex tecladista de Viva Elástico sorprendió con una decena de gemas de pop perfecto. Todo sobre el fin del mundo (donde canta sobre recibir a Testigos de Jeovah e invitarlos a desayunar solo para hablar un rato con alguien), el groovero Mi desconocida preferida o la onírica Por el camino dorado suenan clásicas y modernas, ideales para regalarle a él/la chicx de tus sueños.
“Podría ser un toque indiferente/ podría ser como toda la gente/ pero no hay razón para actuar así”, canta este artista polifuncional. “Yo no vengo del rock: vengo del metal. Me gustan las cosas oscuras, sea Nick Drake, King Diamond, Burzum o Daniel Melero. De chico toqué en un montón de bandas de metal extremo hasta que conocí a Hernán Espejo –Ruiz también fue baterista de Compañero Asma– y me metí en el krautrock, a la vez que toqué mucho con mi hermana –la cantautora Florencia Ruiz–. La otra vez un periodista chileno me comparó con Gary Numan y para mí fue como que me comparan con el Dani Garnero.”
Tras tantos años de obra, Ruiz mantiene la curiosidad para ver qué pasa alrededor: “Trato de ir a recitales todas las semanas, sean de amigos o no. Hay mucha gente haciendo cosas muy buenas, personas que capaz viven a la vuelta de tu casa, y me interesa apoyarlos, escucharlos y valorarlos”, dice y destaca a El Asesino del Romance, Los Besos, Pablo Jubany y Divina Encarnación, ambos compañeros del sello Furbo. “Me puedo poner el traje de baterista, el de escritor de poesía y también el de canciones. Siempre trabajé de otra cosa, pero lo más importante de todo es el tiempo: si tenes una idea, un objetivo y tiempo, no te para nada.”
* Sábado 4/11 a las 21 en Espacio 37, El Salvador 4607.