DâM-Funk debutará en Buenos Aires tras ser el DJ invitado en el reciente show de George Clinton & Parliament Funkadelic en Los Angeles. “George nos bendijo con diferentes eras de funk”, afirma el también músico y productor estadounidense. “Las visiones y conceptos que nos dio nos hicieron soñar y pensar más y más”, reconoce. Y si bien el padre del pfunk es una enorme influencia para Damon Riddick (el nombre detrás del alias), su formación estuvo más próxima a bandas como Slave, Zapp y Leroy Burgess, al electro faraónico de Egyptian Lover o al reinado púrpura de Prince. Pero lo que lo incentivó a convertirse en el mayor redentor del funk en el siglo XXI fue un inicuo chiste de Dave Chapelle, quien en su show televisivo encarnó a Rick James, legendario guitarrista de la Motown, diciendo: “La cocaína es una maravilla de droga”. Después de ver semejante injuria, este artista de 46 años se tornó en un justiciero del género parido por James Brown.
Es que para Riddick el funk es un sentimiento de lucha, de mantenerse fresco a través de todo. “Eso es lo mío. No pertenezco a la vieja escuela ni estoy en la nueva: soy atemporal”, explica. Antes de dejar su trabajo en una tienda de artículos de oficina, este artífice de Pasadena curtió la escena under del house de Chicago y poco luego la del g-funk, lo que le permitió encontrar una manera muy personal de comprender el funk.
Tras pasar una década haciendo música en su habitación, ese sonido ataviado por la idiosincrasia de la Costa Oeste de su país cautivó la atención de Peanut Butter Wolf, mandamás de Stones Throw –hoy actuará en Buenos Aires una de las noveles figuras de ese sello, Washed Out–, quien con su celebrado primer álbum, Toeachizown (2009), ganó reconocimiento como artista y también el rol de autoridad del funk moderno. “Lo retro es genial, pero los chicos en el barrio no escuchan esas cosas. Lo que traté de hacer estos años fue mostrar cosas suaves mezcladas con sofisticación.”
La consagración llegó más tarde. Snoop Dogg quedó tan impresionado con la música que DâM-Funk –se pronuncia “deim funk”– pasó en la inauguración de una muestra de arte que canceló sus planes para trabajar con él. La colaboración derivó en el disco 7 Days of Funk. “Cuando se iba, escuchó el boogie y el funk que puse, y se quedó para conocerme”, recuerda el artista cuya última producción, el EP Architecture, apareció en 2016. “Estaba parado en una esquina, le ofrecí el micrófono y comenzó a rapear. Eso fue en 2010. Tres años después, mientras terminaba un remix para Toro y Moi, me llamó para preguntarme si podía venir a casa. Improvisamos una canción, y me dijo: ‘Esto es tan mágico que tenemos que hacer un proyecto juntos’.”
Al igual que Kendrick Lamar o Tyler, The Creator (que estará en el próximo Lollapalooza porteño), Riddick es hoy uno de los referentes de la escena californiana: “Vivo en integridad y tratando a las personas de forma digna. No lo hago para que me elogien, sino porque soy un caballero”.
* Miércoles 8/11 a las 20.30 en Red Bull Music Academy, Niceto Club, Niceto Vega 5510.