No mirar a los militares a los ojos, no separarse del grupo, no resistirse. Este es el tajante mandato de la organización de la Flotilla de la Libertad a los participantes de la expedición marítima que pretende romper el bloqueo naval impuesto por Israel a la Franja de Gaza desde 2007. El objetivo es llevar 5.500 toneladas de ayuda humanitaria a los gazatíes. "Si os vais a embarcar e Israel asalta el barco, hay unos parámetros muy claros de no violencia", explican desde la organización. "No aceptarlos te puede exponer personalmente, y afectar a tu vida y a la de tu entorno".
Unos 50 participantes escuchan con arrojo las indicaciones de los ponentes que van desfilando ante ellos y que explican las posibles estrategias que utilizará Israel para boicotear la misión humanitaria. Se trata de la tercera formación en acción no violenta que se realiza estos días en Estambul (Turquía) para las más de 500 personas que aguardan la salida de la comitiva marítima, compuesta por un carguero y dos barcos de pasajeros. La salida de los barcos estaba prevista inicialmente para el pasado domingo 21 de abril. Sin embargo, problemas administrativos y presiones internacionales aplazaron la cita al miércoles 24. Este martes, la Flotilla de la Libertad ha fijado como nueva fecha de partida el viernes 26 de abril. Otro retraso.
Según adelantó The Washington Post el pasado domingo, Israel está preparando a sus fuerzas de seguridad para que actúen en caso de que sea necesario. Tel Aviv ha encargado esta misión a Shayetet 13, una unidad de élite de su marina. El repertorio armamentístico que se espera que tengan a su disposición es variado. Se habla de gases lacrimógenos, de pistolas taser y de granadas aturdidoras. Este último artilugio emite una potente luz que impide la visibilidad durante segundos, a la par que lanza sonidos agudos (por encima de los 170 decibelios) que impiden la audición.
En la formación se nombran, también, los drones de reconocimiento dotados con inteligencia artificial, capaces de registrar los rostros de los pasajeros y contrastarlos con una base de datos compuesta por miembros de Hamás y colaboradores. Advierten que algunos de estos drones podrían estar cualificados para disparar en el caso de encontrar coincidencias o percibir una amenaza.
Por eso, ruegan encarecidamente a los pasajeros que nadie sostenga nada en las manos que el dron pueda considerar un arma, como un bastón, un trípode o un palo selfie. Un repaso visual por la sala en la que se realiza la formación permite reconocer al menos a dos personas ataviadas con báculo. Muchos de los que han decidido embarcarse superan los 50 años.
El uso de este tipo de armamento contra civiles está restringido por la legislación internacional. "A Israel no le importa nada la legislación internacional, si fuera así no estarían bloqueando Gaza de manera ilegal desde 2007", explica a Público Nerea Fernández, diputada española de IU, presente en la formación. "Tampoco lo es el genocidio y el apartheid que ejercen desde hace 75 años ¿para qué tenemos leyes internacionales si Israel y EEUU se las saltan todo el tiempo? Si UE se dice democrática tiene que pararles los pies", afirma. Fernández llegó a Estambul la semana pasada dispuesta a subirse a la embarcación junto a los también cargos públicos, Martina Velarde, diputada de Podemos, Ada Colau, exalcaldesa de Barcelona y ahora concejala, y Nicolás Sgiglia, edil de la formación morada en Málaga.
Ninguno de ellos descarta ser detenido por las fuerzas militares de Israel. "Ponemos nuestros cargos públicos los a disposición de las luchas sociales si eso va a ayudar a que eso garantice una mayor seguridad a la Flotilla. Estamos hablando de uno de los ejércitos más criminales del mundo y evidentemente que haya un concejal o diputados no garantiza que no haya una represión de la iniciativa, pero le da mayor seguridad y envergadura para que la represión sea menor o que se lo piensen dos veces antes de actuar", ha afirmado a Público Nicolás Sgiglia.
Israel podría mantener retenidos e incomunicados a los detenidos durante un máximo de tres días, informan desde la Flotilla de la Libertad. La organización garantiza asesoramiento legal posteriormente, gracias a los acuerdos de colaboración que mantiene con organizaciones de juristas especializados en derechos humanos.
14 años después del Mavi Marmara
Medios israelíes como el The Jerusalem Post también se han hecho eco de la intención Tel Aviv de impedir la llegada de la ayuda humanitaria a tierras palestinas, y aunque esto se percibe como parte de su maniobra de márketing, los pasajeros saben que deben prepararse psicológicamente para el encuentro con sus militares. No en balde es la octava flotilla que sale en dirección a Gaza desde el año 2010. Aquel año, Israel atacó el buque de pasajeros Mavi Marmara, en el que viajaban alrededor de 750 personas acompañando las 10.000 toneladas de ayuda humanitaria recaudadas por organizaciones europeas y turcas. Diez activistas fueron asesinados en aguas internacionales en el asalto de aquel 31 de mayo.
Israel pagó caro esta operación, que fue criticada mundialmente. Por aquellos hechos, varias personalidades del Gobierno israelí fueron denunciadas ante la Corte Penal Internacional, entre ellos su actual presidente, Benjamín Netanyahu. Así confirmó a Público Jaume Asens, candidato a eurodiputado por Sumar en las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio. Estos procesos judiciales siguen abiertos.
"Desde el Mavi Marmara, cuando Israel ha asaltado los barcos lo han hecho de forma menos violenta", certifican durante la formación. La organización cree que serán especialmente benevolentes con los europeos, mientras que la situación podría ser más tensa para palestinos y turcos. "Vamos a tener que contener nuestra rabia, para que no tomen represalias contra nosotras ni contra nuestros familiares en nuestra tierra", cuenta a este periódico una mujer palestina presente en la sala. Ella y otras cuatro mujeres dicen estar exiliadas en Jordania. Asumen la premisa de que cualquier gesto de resistencia física a los militares puede ser tomado como una provocación, y que la respuesta ante esto puede ser imprevisible.
Por eso, la Flotilla de la Libertad ha hecho una contundente apuesta por la acción no violenta. Esta, ha explicado a la audiencia Jamila Raqit, investigadora de esta práctica en la Institución Albert Einstein, no es equivalente a la pasividad. Todo lo contrario. El uso de la no violencia en acciones políticas de gran alcance en contextos de opresión (donde la fuerza militar es enormemente superior a la de los civiles) los enfrenta a una importante tesitura: si los civiles pierden, ellos también. De esta manera, "no podremos ser derrotados", explica Raquit "porque nos habremos dejado las armas en casa".