Desde la invención del Psicoanálisis por Sigmund Freud, la agresión sexual con menores ha sido relacionada al entorno familiar y a la pedofilia de victimarios perversos. En nuestra civilización comandada por el plus de goce, los sujetos perversos usan los medios informáticos para prostituir y abusar sexualmente de niños y jóvenes. ¿Cómo protegerlos?, se cuestionan padres y educadores. ¿Prevenir hablando con ellos temas sexuales o bien controlar sus usos de las páginas de internet? ¿Cómo hacerlos responsables del cuidado de su cuerpo desde niños?
El psicoanalista Jacques-Alain Miller considera al consumo pornográfico como un síntoma del imperio de la técnica, ante el cual no debemos rendirnos sino exigirnos una interpretación psicoanalítica. Sabemos que en la adicción a la pornografía virtual se prescinde de la palabra y del encuentro de los cuerpos. Y que a veces los adolescentes confrontados a los enigmas del cuerpo se refugian en la pantalla como Diógenes en su tonel con su goce onanista.
En su Prefacio a El despertar de la primavera, Jacques Lacan nos decía que los jóvenes no podrían hacer el amor sin el despertar de sus sueños. ¿Y cómo se produce el despertar de la primavera en el siglo XXI?
Nuestra época confronta a niños y jóvenes a imperativos de disfrute mediante el consumo de objetos que ofrece el mercado, en detrimento del amor, de sus sueños y de sus proyectos singulares.
Algo de eso nos muestra la película Trust, subtitulada Pérdida de la inocencia, dirigida por David Schwimmer. La ficción fílmica trata la historia de Annie, una chica de 14 años que conoce en internet a un chico de 16 años con el que se relaciona por Teen Chat. Pronto él le declara sentirse profundamente atraído hacia ella y acuerdan encontrarse. Al verlo personalmente y no por la pantalla, ella cae en la cuenta de que es un hombre mayor. Pero Charlie la calma, diciéndole que la edad no hace al amor y la lleva a un motel, donde la viola brutalmente y desaparece. Luego Annie intenta vanamente contactar con él. Desesperada le confiesa a su amiga sobre lo sucedido, quien se alarma e informa al Instituto escolar donde ambas concurren.
La vida de Annie y su familia se convierte en un caos. La joven seguía esperándolo hasta que su familia recibe el informe del FBI sobre el agresor sexual, un conocido pederasta del cual Annie no había sido la única víctima.
Más tarde, cuando su amiga le informa que en una página pornográfica han colgado su foto y dirección electrónica, como si ella fuese una prostituta, Annie desmarcada de su fantasma de amor, intenta suicidarse. Esta ficción fílmica nos muestra que el cuerpo del ser hablante es habitado por el goce, lo que conlleva la pérdida de la inocencia de creernos ángeles, como podemos leer en el silencio de Annie cubriendo a su agresor y su posterior pasaje al acto fallido.
En mi último libro Niños amos de padres alterados. El GPS del síntoma, publicado por Homo Sapiens Libros, trato sobre El abuso sexual en la redes.
*Miembro EOL y AMP.