No todos los días se presentan en el circuito del teatro independiente porteño obras producidas en el conurbano. Las líneas teatrales que unen la capital y la provincia muchas veces parecen seguir un único movimiento determinado por las compañías que, una vez agotado el público de la ciudad de Buenos Aires, se permiten visitar las salas bonaerenses. Esta circulación, sin embargo, tiene sus excepciones. La obra “3er cordón del conurbano, una tragedia marrón” acaba de estrenar en el Teatro Beckett, a sala llena.
Producida en el Centro Cultural “Matute Kultural” de Gerli por el grupo Los payasos del Matute, ganadora de las Fiestas Provinciales del Teatro 2023 y declarada de Interés Municipal en Avellaneda, esta obra ofrece un viaje desprejuiciado al interior del conurbano durante la crisis del 2001, tanto desde el enfoque social como en su propuesta escénica. Dirigida por Paula Sánchez, y protagonizada por Mariano Bragan, Mariela Fernández, Carolina Gliglazza, Manuel Luchetti, Alejandra Robles y Guido Sotomayor, “3er cordón del conurbano, una tragedia marrón” interviene “Bodas de sangre” de Federico García Lorca a través de toda una serie de recursos escénicos tomados del clown y el circo para construir una nueva pieza dedicada a la vida en las afueras de la capital. Su directora conversó con Buenos Aires/12 sobre los pormenores del gran éxito.
- ¿Cómo llegan a Bodas de Sangre como texto adaptable para Los payasos del Matute?
- Con Los payasos del Matute veníamos trabajando en un espectáculo anterior que se llamaba “24 toneladas”, que fue estrenado en 2019 y que fusionaba el clown, el circo y el teatro para hablar de una temática que también tenía que ver con el conurbano. Esta fue una quema de libros, la más grande en Latinoamérica, que se hizo en Sarandí durante la dictadura militar. Ahí se quemaron 24 toneladas de libros. A partir de esta obra, nosotros empezamos a indagar en un lenguaje que es muy propio, que nos atraviesa. Cuando volvimos de la Fiesta Provincial del Teatro, empezamos a pensar en una nueva obra y ahí es donde Mariano Bragan me dice que él tenía muchas ganas de trabajar con “Bodas de sangre”, pero que no se imaginaba cómo. A partir de eso, empezamos a trabajar y no tardó mucho en aparecer su esencia: una pelea entre familias, pero con la imagen que nosotros tenemos de lo que es una familia del conurbano peleando con otras familias también en el conurbano profundo. Así se forjó la idea de transpolar “Bodas de sangre” a la realidad conurbana y la posibilidad de pensar, en ese marco, a capital, a la clase media, a la clase baja y distintas asociaciones que ya vinieron solas.
- ¿Dónde tiene origen su enfoque político y social del teatro?
- Además de nuestra formación actoral, nosotros venimos trabajando en actividades sociales. Una gran parte de nosotros trabaja en la gestión de Avellaneda. Yo trabajo en el Teatro Roma, Mariano Bragan es profesor en la Escuela de Circo y lleva adelante el Matute, que es un centro cultural de Avellaneda. Alejandra Robles también está ahí. El Matute tiene un comedor, en él funcionan talleres y se hace un trabajo social enorme. Entonces, para nosotros el teatro todo el tiempo está cruzado con cierta inquietud social. Ni siquiera te digo partidaria, sino ciertos interrogantes vinculados a donde nos encontramos. Nos cuesta pensar en el teatro sin eso. Nuestros trabajos siempre están vinculados con algo que nos inquieta, que nos mueve.
- ¿Dirías que ésto es determinante en su lenguaje?
- Sí, definitivamente. Cuando nosotros estrenamos “24 toneladas”, la pensamos para infancias. Al final de la obra, como un acto de militancia y de reparación histórica, les dábamos libros a los chicos. Ellos, de alguna manera, salvaban a los libros de quemarse, como pasó en la vida real, que se salvaron algunos porque la gente se metió a sacarlos del fuego durante la noche. Fue una manera de generar un vínculo con la lectura y un homenaje a los libros. Después, la devolución fue tal que la obra pasó a ser para adultos también. Con “3er cordón” pasa algo parecido. Toca fibras sensibles en un contexto histórico tremendo. No es casual que la hagamos ahora, así como tampoco es casual la respuesta del público.
- ¿Identificás en el humor la posibilidad de tocar estas fibras sensibles?
- Yo pienso que el clown y el humor son una puerta de entrada al otro. Una puerta muchísimo más directa y más liviana que cuando uno nombra algo. Hablamos de cosas muy crudas, muy terribles, muy ásperas en la obra. Hablar, por ejemplo, de que en el conurbano alguien tiene una pelopincho en una vereda es enunciar que en muchas partes se vive hacinado. Entonces, son verdades muy desopilantes y al mismo tiempo muy crudas. Me parece que ese es un gran acierto de la obra, porque nos damos cuenta que el espectador lo recibe de esa manera.
- En la construcción de un lenguaje propio, ¿cómo trabajaron la articulación del clown, el teatro y el circo?
- Fundamentalmente, a partir del lenguaje que ya traían los intérpretes. Dentro del elenco hay intérpretes que tienen mucho más trabajo en el lenguaje físico, otros más en el clown y otros por ahí más en el teatro tradicional. Me parece que eso, que en un principio era una dificultad, se terminó convirtiendo en un potencial. En el trabajo, fuimos logrando que los lenguajes hablaran entre sí. Nos dimos cuenta que todo es parte de lo mismo. Creo que ahí tuvimos un gran aprendizaje. No hay una buena o una mala forma de hacer teatro. Realmente hicimos un cruce transversal, vertical, diagonal. Vamos del drama, al humor delirante, de lo grotesco a lo realista. Es un abanico muy amplio. Como directora, y esto ya es a título personal, a veces uno tiene miedo de tomar ese riesgo. Todo puede salir mal. Pero cuando sale, es buenísimo.
- Otro elemento fundamental de la puesta, es la música en vivo a cargo de Lara Bragan y Franco Napolitano.
- En “24 toneladas” ya trabajábamos con músicos en vivo. En ese caso era únicamente percusión. En “3er cordón” no solamente traemos la música en vivo a través de Lara y Franco, sino que también trabajamos con el concepto del “tablado", que es la idea de un coro alrededor de la escena sosteniendo la acción. Esto nos permitió pensar la música y lo incidental. Todos los sonidos provienen de este alrededor que sostiene la obra. Entonces, pasó a ser como una sola cosa, todos pasaron a ser músicos.
- ¿De qué modo abordaron el texto de Federico García Lorca?
- Respetamos aproximadamente el setenta por ciento del texto original. El desafío fue transformar la esencia de muchos textos o monólogos para llevarlos a cómo serían dichos en el conurbano. No solamente en el modo, sino por cuáles cosas podrían ser reemplazadas. El trabajo fue bastante minucioso. Hemos dedicado mucho a ese pasaje, al punto que terminó siendo una obra paralela. Creo que si no leíste “Boda de sangre”, la obra tiene un carril independiente. Se cuenta en sí misma.
- Con la obra recorrieron las Fiestas Regionales, Provinciales y Nacionales. ¿Cómo fue esa experiencia?
- Fue hermoso. Además, era un saldo pendiente porque el año anterior habíamos estado con “24 toneladas”, pero no habíamos podido llegar a la instancia nacional. Entonces, al año siguiente pudimos volver con “3er cordón” y fue una fiesta real. La obra fue muy bien recibida. Nos invitaron con “24 toneladas” también, así que éramos un elenco enorme.
- ¿Se piensa distinto la obra al llegar al circuito del teatro independiente porteño?
- En el conurbano nosotros hicimos muchísimas funciones y siempre con mucha gente. Así que no es que en el conurbano no tuviéramos dónde hacerla. El pasaje a capital se debe a que sentimos que acá hay un espacio difícil y quisimos probar cómo podría funcionar la obra en un circuito que es muchísimo más áspero en algunas cosas. Fue un desafío para nosotros. Creo que las Fiestas Nacionales nos empujaron un poco. Mostrar la obra en otro espacio, con otro público, nos hizo sentir que podía funcionar. Hasta ahora no nos arrepentimos. Ahora, ésto no deja de ser un desafío porque no todo lo que funciona en el conurbano funciona en capital, y viceversa.
“3er cordón del conurbano, una tragedia marrón” se presentará hasta finales de mayo, todos los viernes a las 20 horas. La entrada tiene un valor de 6 mil pesos y hay descuentos para estudiantes y jubilados. Pueden adquirirse online o en la boletería de la sala, ubicada en Guardia Vieja al 3556, Almagro.