"Queríamos hacer un disco... grande", dice Mateo Sujatovich, y trata de explicar que no se refiere a un disco de dimensiones exageradas, que ha vivido muchas experiencias de alta gratificación pero que sin dudas la más conmovedora es la tribuna cantando. Que no hay nada como el poder de una canción que provoca el coro colectivo. Que no es un artista especialmente prolífico a la hora de componer pensando en un disco, pero que sabe lo que quiere conseguir. Que quería que Jet Love, lo nuevo de Conociendo Rusia, fuera cantable y sea cantado.

Lo consiguió: Jet Love da ganas de cantar. No está sobredimensionado ni recargado, pero sí, es un disco... grande.

En otros tiempos, el derrotero de Conociendo Rusia sería de lo más común: el debut epónimo apareció en 2018, al año siguiente se editó el consagratorio Cabildo y Juramento y en 2021 lanzó La dirección. Sacar un cuarto álbum en seis años parece a contramano de la era de singles dispersos (sobre todo para alguien que dice no ser prolífico), pero Sujatovich tiene un abordaje tan clásico como su instinto pop: consciente o inconscientemente, Jet Love abre y cierra con referencias beatlescas, del avión inicial a la "Back in the USSR" al apoteósico cierre de "Parte de mí". Nada tan noble como una perfecta canción pop, y la respuesta popular obtenida por CR en estos años demuestra que el muchacho tiene olfato en ese arte.

Para plasmar estas canciones, que verán la luz este jueves 25 a las 20, Sujatovich y el productor y multiinstrumentista Nicolás Cotton se instalaron 19 días en los estudios Sonic Ranch de El Paso, Texas. Curiosamente, algo de eso se infiltra en el diseño sonoro: un disco con un elaborado trabajo de instrumentación pero con una extraña amplitud, un "aire" entre todo ese entramado de guitarras, teclas y sintes que parece dibujar la panorámica de una carretera del Medio Oeste estadounidense. En eso contribuyen las sutilezas que en varios temas aporta Colt Miller en pedal steel, con especial sapiencia en uno de los puntos altos del álbum: "Cinco horas menos" ofrece una de esas melodías irresistibles e infecciosas, realzada aún más por la voz de la mexicana Natalia Lafourcade.

Pero no es la elección de feats lo que distingue a este nuevo paquete de once canciones de Conociendo Rusia. Sí, el brasileño Tiago Iorc le da especial sabor a la reposada "Late más", pero lo esencial de Jet Love pasa por su delicada sensibilidad pop. El viejo arte de reflexionar sobre el arte de la melodía y armonía desde la misma canción vuelve a encontrar un buen vehículo en "Canciones". "Heridas dulces", el tema de más antigua data, deja flotando cierto perfume de philly sound; "Una vuelta más" refuerza el aire folk con elegancia y buen gusto; en "Lo mejor" Sujatovich da rienda suelta a la melancolía con una de esas canciones desgarradas que curan a la vez, y de paso hace gala otra vez de su expresividad vocal. El rockito "El Chacal" abre el Lado B (no solo conceptualmente: el disco será lanzado también en vinilo, a esta altura una agradable obviedad a pesar del siglo XXI digital) invitando a mover la patita con ese tributo a un amigo, "el chamán de Chapadmalal".

Así, con evidente, indiscutible sintonía fina, Conociendo Rusia va llevando una narrativa musical -por algo se siguen haciendo discos y no sólo temas sueltos- que encuentra un perfecto eslabón final. Solo así puede entenderse a "Parte de mí", una de esas canciones épicas que indican un inevitable camino de salida porque queda todo dicho. Entre pincelazos gospel en los coros, guitarrazos y un estribillo que explota en los parlantes, Mateo le pone el moño a su disco efectivamente grande, pero nunca grandilocuente. Y deja escrita su propia página en el gran libro del pop argento.