Entre tantas demandas que se vuelven frase hecha en internet, hay una sobre el desproporcionado contraste entre el sinfín de artistas que surgen sin parar y la inminente extinción de personas que sepan oficios. ¿Qué sucede cuando una artista tiene encima la destreza de ambas? Como don, superpoder o simplemente una habilidad solventando la posibilidad de mantener la otra. Mailén Pankonin canta, pero por ahora vive de enmarcar. En su taller @ventanitademadera se encarga de preservar y darles nueva vida a obras de las más diversas: pinturas, historietas, pósters, afiches, hasta una boleta partidaria. Cualquier material que se precie de ser eternizado, ella lo ubicará en su propio espacio protector.
Mailén está a un par de semanas de empezar un largo viaje por Europa. Y en la previa del último show que dará en Buenos Aires por un tiempo, este viernes 26/4 en Roseti, donde pondrá en escena su Drama Song Machine, en compañía de Antuantu, Ana Schimelman, Coro Fantasma, Delfina Peydro, El Asesino del Romance, Lenin Tiene Hambre y Luiza. Son días de transición pero que, por más caóticos que puedan ser, no dejan ideas en suspenso.
Ni vicio profesional ni metáfora fácil: su trabajo artístico arriba del escenario se rige por la calidad técnica y la voluntad de que todo funcione lo mejor posible. Nombrarla desde la potencia de su voz es apenas el comienzo. Se desvive por las sensaciones de los shows y su puesta a punto es consistente, al igual que las historias que cuenta, donde siempre, ante cada comentario o anécdota, están metidos sus amigos. Basta con haberla visto en su presentación en la galería de arte Moria, en el Puticlú o incluso en un show ajeno como el de Dani Umpi. "Varias de mis fechas son una falopeada, pero en el buen sentido: sin filtro. Hay gente que necesita algo más sintético, más artificial. A mí me pasa todo lo contrario", dice.
- Hay un claro contraste de climas en tus dos discos: la luz idílica del debut (¿Cuál sería la peor pesadilla para una sirena?) ahora se vuelve tensa al servicio del ritmo de la noche en Affaire.
- Affaire funcionó para prenderles la mecha a los otros temas, hacerles la fiesta a partir de un lugar re denso, insoportable por momentos. En una entrevista Dárgelos dijo algo que me pareció espectacular; algo obvio, pero de lo que no me había caído la ficha. Cuando él graba un disco ya está pensando en componer lo que dentro de por lo menos un año o dos lo va a seguir representando arriba del escenario. Me pareció fantástico, porque de alguna manera es como ficcionar quién querés ser en el futuro. Quise hacer ese ejercicio, porque venía re podrida de cantar algunos temas del primer disco: el sentimiento particular de ese momento ya se me agotó. Quizás tendré que sacar discos con más velocidad. Ahora estoy componiendo otras cosas, en las que estoy más enojada, pero es un enojo que ni siquiera tiene que ver con una cuestión autorreferencial ni con el contexto. A veces los artistas vamos destapando distintos compartimentos de lo que nos pasa.
"El primer disco fue más como una recopilación de canciones que ya tenía y en el segundo trabajamos más en conjunto", dice Mailén sobre su tándem con el productor y músico Peta Berardi (Los Besos, Diosque). Se conocieron a través de Paula Trama, quien había llegado a Mailén gracias a Instagram. "El otro día volví a escuchar el primer disco después de mucho tiempo y lo encontré mucho más minimal. Y eso es lo que más amo, pero la diferencia es que ese primero tiene menos intervención ajena que éste, para el que yo venía con maquetas y Peta terminaba el laburo creativo."
En las canciones de Mailén hay una carga bien argentina. La interacción con el lunfardo porteño en sus letras, la cadencia tanguera y su seducción de arrabal son la consecuencia de una obsesión patriótica. Nacida en una casa que desestimó lo inglés, su familia siempre priorizó la cultura propia. La mayoría de lo que sonaba siempre rondaba en folklore, tango y boleros, y tampoco había pistas de lo que entonces se etiquetaba como latino. Esas decisiones de crianza se le volvieron incuestionables (aunque su banda favorita sea The Velvet Underground).
Las expresiones criollas y la evocación de instituciones sindicales como escenarios románticos descubren algo más valioso que una sencilla decisión estética, y resultan claves en una actualidad donde se intenta desdibujar los símbolos nacionales. Esta búsqueda se percibe también en su narrativa: el primer track de Affaire se llama Billetes y habla de los pormenores de que el sueldo no sea suficiente y de los atajos que podríamos encontrar para sobrevivir. Y no hay nada más argentino que abrir un álbum con un tema que habla de no llegar a fin de mes. La presentación soñada -que aún no concretó- no escatima en delirio: mostrarlo en un taller mecánico de Av. Warnes a las cinco de la mañana (horario de after), definiendo la locación según alguna fiesta que ocurra cerca.
Su latir criollo no está exento de una tradición universal: la de las obsesiones. "No tengo ningún problema con seguir bancando mis canciones, tampoco me gusta que nadie intervenga en mis letras. A veces salen de un tirón pero otras estoy mucho tiempo. Hace poco me junté con un amigo que tiene 21 años, usa Fruity Loops y me pidió que escribiera una letra mientras él hacía una base, en unos segundos. Y no es así: me puse a escribir y me di cuenta de que con las obsesiones uno tiene que respetar su tiempo." Su forma de componer es simple: "una, dos líneas de sinte, voz, reverb, punto". Ni batería. Durante un montón de tiempo pensó que lo barroco en la producción "sí o sí" generaba más calidad, o un escenario más complejo. "Hasta que me di cuenta de que en realidad no siempre es así."
- Es bastante común ver en el mainstream a artistas que salen del estudio y cuentan orgullosos que en una tarde sacaron varios temas.
- Sí, son estilos también. A mí hay mucha música a la que no le puedo terminar de entrar por las letras. Pienso mucho en la sonoridad de las palabras y las situaciones, en la jerga argentina. Yo tengo la voz grave, de pronto escucho a alguien con una voz re dulce decir una palabra que en mí suena de otra forma y parece una guasada en comparación.
- ¿Creés que puede haber una "vuelta a lo tanguero"?
- Veo difícil que haya una vuelta posta. Un amigo me contaba sobre un disco de Grela y Troilo como ejemplo de lo que se concebía como música de fiesta en los '50. Y ahora ni ahí podrías asociarlos con ese mundo, con una joda de pasti, por ejemplo. En ese momento era gente de traje, mil puchos, un whisky, todos hablando. Si bien hay un fenómeno mundial con nuestro país, de todos modos en lo local -en lo cual me incluyo aunque desde un lugar recontra marginal- muy pocas personas nos apropiamos de esa identidad, porque simplemente es difícil en un mundo tan globalizado y en una ciudad que está europeizada, más allá de todo lo que conserva. Y para mí es increíble lo argentino: escucho música de cualquier otro lugar del mundo y hay música maravillosa, chilena, uruguaya, mexicana, pero hay palabras del argentinismo que cómo las vas a desperdiciar.
- ¿Cuál es tu vínculo con la fantasía?
- Tiene más que ver con las situaciones realistas, de gente normal, donde de repente por la tangente se da una situación fantástica. Pienso en esas pelis de ciudad como After Hours, de Scorsese, o Taxi Driver. En ese sentido sí, pero me aburre mucho la fantasía en relación a lo onírico, la superstición. No me interesa la magia. Pero sí algo más vinculado al limbo, algo entre el mundo terrenal y el infierno. No me considero una persona oscura pero siento que siempre me es más cómodo habitar las penumbras de las cosas. Sin lugar a dudas ahí puede haber diversión y cosas espectaculares, siento que en ese espacio no hay algo naif, y que tiene que ver mucho con esta ciudad. Pienso mucho en la gente que se come la peli de que Buenos Aires puede ser Miami. Por otro lado, la fantasía siempre tuvo un lugar en mis sueños, o mejor dicho pesadillas. Siempre tuve pesadillas alucinantes, con la fantasía ubicada en un lugar pesadillesco e irreal, pero muy bello.
- Entonces reivindicás la pesadilla.
- Sí, total. En todos los sentidos, como encontrarse con el miedo cara a cara. Lo digo desde la construcción de un relato, y en el sentido de encontrarle la vuelta a lo que se pueda capitalizar de esa situación. Siempre habité la noche, desde muy chica, muy cómodamente. Siempre tuve insomnio, la mayoría de mis temas los compuse de noche. Conecto desde los distintos estados de la noche, no sólo droga, fiesta, etcétera. La noche es también insomnio, depresión, desvelo.
¿De qué está hecha la Mailén artista? ¿Cuál es el croquis de la figura que monta su piel? ¿Qué inspira a encuadrar su performance cuando la que se centra en el medio es ella y no sus trabajos por encargo? ¿Cómo se construye ese panteón a donde volver siempre? Discordante y atemporal, como su adoración casi mística por Sandro.
"Cuando era muy chiquita era fanática de Pappo. Más allá de lo polémico que puede ser como persona, siempre estoy coqueteando con los bordes de las cosas, mirando a los artistas que se animan a habitar esos bordes. Por eso los temas que más me gustan de Charly son los menos conocidos. Las otras dos referencias son Mina (la artista italiana Mina Anna Maria Mazzini) y Nico (la cantante alemana Christa Päffgen). Me venía pasando algo alrededor de las voces graves y siento que es algo de otra época. O son algo como Lana del Rey, que es una diosa indiscutida pero ya está en otro lugar. Yo venía un poco perdida, porque se había armado una situación re popera, algo que no terminaba de cerrarme. Y pensar en estas personas que hicieron cosas random, rock, disco, me hizo pensar que iba por buen camino."
En junio, Mailén se va de Argentina por cinco meses. Su prioridad es tocar, aunque tampoco es un plan estrictamente laboral. La primera parada es Madrid, pero quiere conocer lugares chiquitos, armar sesiones pequeñas, en casas. "Es como la diferencia entre ir a un hotel e ir a hospedarte en la casa de un amigo", compara. Todas decisiones que van muy de la mano con el tipo de propuesta que ofrece en sus shows. Otra vez el marco, la contienda, los recovecos de las sombras nocturnas y la impredecibilidad que permite la noche: si no se define, entonces todo es posible.
Su aventura europea también implica autonomía artística, con la que planea extender su sello y en un futuro producir a otres. En este tiempo empezó a encontrarse con artistas en distintas instancias de su carrera y se llevó varias sorpresas. "Siento que el indie en nuestro país y en la región es una escena que ya no es indie, se transformó en el semi mainstream, por los escenarios donde suenan, por las cosas que salen. Por otro lado, pensaba que la escena local era mucho más narcisista, y puede haber algo de eso, pero al mismo tiempo pasan cosas hermosas y ahora veo mucha relación entre distintas generaciones. Me encanta que nuestra referente femenina sea Juliana Gattas, que viene del under y es parte de una de las bandas más grandes de Latinoamérica. Se abrieron ciertos lazos entre personas que quizás nunca hubiesen abierto nada de sí mismos. Y ahora sucede lo mismo: no hay recursos y hay un montón de artistas increíbles. Quizás alguien no te copa del todo pero tiene una colaboración que te interesa o está producida por alguien increíble, etcétera. Y yo no sé si eso pasa en otros países, me pongo muy nacionalista.
Cuanto más salvaje es la crisis, mayor es la fuerza con la que responde el sentido creativo. Los exponentes más paradigmáticos de ese síntoma son los Swaggerboyz: AgusFortnite2008 y Stiffy. "Me parece fascinante que hayamos llegado a ese lugar, son referencia mundial. Si tu universo es el del cinismo e irte a la mierda bien profundo, y tenés al lado a pibitos de 15 que están haciendo todo mierda, y le suben y le bajan al máster y graban eso, replanteate hacer otra cosa. Para mí lo que hace justamente toda esta generación de pendejos es confirmar que no hay parámetro, no hay criterio. Y eso hace que un poco se cancele lo aspiracional. Estos pibes están haciendo cualquier cosa increíble y se anula esa lógica de que 'para llegar a tal cosa tengo que hacer esta otra'. Es bárbaro, me genera esperanza."
"A mí lo que me pasa con los escenarios grandes es que los traduzco en SADAIC, siento que ni llegan a ser una ventana para que te conozcan", sigue Mailén. "La del Puticlú fue la fecha con la entrada más barata y donde más plata ganamos todos. Es de mis lugares favoritos, aparte es de amigos. Y es loco eso, porque podés pensar que para ganar guita tenés que hacer una fecha en determinados lugares. Hay otras formas, que son más difíciles porque tenés que armar de cero y no tenés a gente resolviéndolo; y entiendo que llega un momento en el que ya no tenés ganas y tenés que distribuir las energías. Me siento mucho más cómoda en escenarios más inesperados. Al final, lo importante es cómo conseguir que el público pueda disparar su cabeza hacia otros lugares que no impliquen pensar en que están viendo una banda. A mí eso me limita mucho."