“Estamos frente a una voladura de los grandes consensos sociales y hay una discusión muy importante en relación a las democracias liberales” dice Irene Montero en su corta visita a Buenos Aires. La actual dirigente de Podemos en España y candidata a las elecciones europeas tiene 36 años y fue invitada por la Internacional Feminista y La Fundación Rosa Luemburgo a las jornadas “Radicalizar la democracia: estrategias feministas frente a las nuevas derechas”, que sucedió la semana pasada en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Durante gran parte de su estadía se dedicó a conversar con feministas locales y referentes de movimientos sociales sobre un tema recurrente: el gobierno del libertario Javier Milei. En un bar de Constitución no reniega de su falta de descanso, parece apasionarle la política. Responde con la boca llena y no se atiene a ninguna corrección política. Reconoce a los feminismos de Argentina como un músculo fundamental del sueño de transformación del que se siente parte.
En su extensa carrera política encabezó el Ministerio de Igualdad del 2020 al 2023 y fue blanco de una ofensiva conservadora por impulsar leyes como la de Solo Sí es Sí o la ley Trans. La primera abrió un enorme debate en torno al consentimiento y al punitivismo y aunque no esquiva el tema, en esta conversación con Las12, Montero pone el foco en los gobiernos de extrema derecha y su vínculo intrínseco con las corporaciones y el poder económico.
Hace poco te escuché decir que una de las estrategias para enfrentar a los gobiernos de ultraderecha era la búsqueda de más derechos, una perspectiva más ofensiva que la de conservar lo que se tiene. ¿Qué pasa cuando aparecen gobiernos como el de Argentina que van en contra de todos los derechos conquistados de manera apabullante?
--Creo que hay sectores progresistas que creen que para ganar hay que moderarse, porque frente a las transformaciones el costo político es muy grande. ¿Por qué? Porque existe una reacción virulenta. Cuando los sectores progresistas renunciamos a la transformación estamos abonando el terreno de la anti política.
Las transformaciones también tienen que ver con las alianzas que se tejen entre movimientos sociales y feminismos que amplían la participación política.
--Los feminismos y la defensa de la paz frente al régimen de guerra son los dos procesos políticos democráticos más importantes de nuestro tiempo, fundamentales para fortalecer la democracia y avanzar en derechos. Y por lo tanto para mí los más transformadores.
¿Cuáles son las estrategias que lleva adelante la democracia liberal para protegerse?
--Las elites que defienden este sistema de injusticia y de privilegio que es el neoliberalismo no tienen una alternativa que ofrecer que genere consenso social. La única forma de frenar el avance democrático es por el ejercicio de la violencia y la instalación y la multiplicación de las guerras. Se trata de una escalada bélica que están defendiendo hasta sectores importantes del progresismo y de la socialdemocracia, incluida la española. Defienden el aumento del gasto militar aunque digan defender la paz. Y por otro lado, esas elites apoyan a gobiernos que tienen la lógica de que el dinero tiene que estar por encima de la vida, es decir que tienen que defender de la manera más desnuda los elementos más crueles y más desiguales del sistema.
En relación a la escalada bélica, un ejemplo muy claro es el ataque de Israel contra el pueblo palestino.
--Sí. El Estado genocida de Israel lleva adelante un genocidio contra el pueblo palestino desde hace décadas con la ruptura total de normas internacionales incluso en tiempo de guerra. Esto le sirve mucho a los gobiernos autoritarios. El hecho de que estén vulnerando las mínimas normas del derecho internacional nos habla de que no es solo un conflicto palestino. Esto significa también que hay élites políticas y económicas que están buscando la ruptura radical de los mínimos consensos internacionales. Ese tipo de rupturas terminaron en dos guerras mundiales que conmocionaron al mundo y nos hicieron reflexionar sobre qué somos como humanidad.
¿Por qué es tan necesario un gobierno como el de Javier Milei dentro de este tipo de lógicas?
--Milei no es solo necesario para las élites y para los poderosos y así sostener las ruinas del sistema capitalista en su fase neoliberal, es también una forma de castigo al pueblo argentino, es una forma de ensañamiento y de disciplinamiento. Os habéis atrevido a soñar, sois un pueblo que se ha atrevido a soñar. Tienen un movimiento feminista que se ha atrevido a hacer la referencia muscular del derecho al aborto, el pañuelo verde se entiende en todo el mundo porque las pibas argentinas son una referencia en esa lucha. Son un pueblo que se ha atrevido a construir su futuro. Y el castigo es este, que también es un castigo ejemplificante para el resto del mundo. No se atrevan a soñar y a creer que se puede porque el castigo va a ser ejemplificante.
Es un disciplinamiento que tiene un aval social muy alto…
--Sí, pero también son gobiernos que llegan al poder porque tienen grandes apoyos mediáticos. Un personaje como Milei jamás hubiera llegado a esa posición de poder sin la plataforma mediática que dice que prefiere cualquier cosa antes que el avance democrático. Esos grupos mediáticos necesitan en los gobiernos personajes siniestros, crueles y reaccionarios que sean capaces de sostener las ruinas de este sistema desigual y de privilegios.
Entonces la legitimidad para vos está sostenida por los poderes mediáticos.
--Por un lado sí, porque son creadores de opinión social. Pueden contribuir a crear una opinión pública favorable sobre un personaje como Milei.
¿Crees que se engrandeció el relato sobre su victoria justamente por la lógica de que sirve en términos de disciplinamiento?
--Yo creo que hay que desmitificar la forma en la que Milei ha llegado a ser presidente, no lo hace más legítimo que lo haya hecho por una vía democrática.
Está bien. Pero ganar elecciones no es fácil.
--No le quito inteligencia y capacidad de ganar una elección, con esto no estoy subestimando al adversario. Para ellos la democracia es un procedimiento útil cuando se gana. No es un procedimiento al que le quieran dar legitimidad en este momento. Los sectores reaccionarios intentan llegar a los gobiernos por la vía democrática pero si no llegan, lo hacen a través de guerras mediáticas o judiciales como lo hicieron con Lula en Brasil. Y si no, a través de un golpe de Estado como lo hicieron en Bolivia. Es decir, se usan los mecanismos que hagan falta.
¿Ves este gobierno como un ensayo de la derecha recalcitrante?
--Sí, las élites internacionales vieron en él una forma de practicar esa estrategia de imponer mediante el ejercicio de una violencia más explícita, un recorte de derechos acelerado muy explícito y una guerra abierta contra los feminismos y las personas LGTBI. Yo creo que sí, que es una especie de laboratorio. Hay un claro direccionamiento de la violencia contra los sectores populares y particularmente contra las mujeres y las disidencias, a las que señala como enemigas. En el mundo llevamos un ciclo largo en el que los sectores populares han conseguido victorias democráticas y gobiernos que con todos los análisis que podamos hacer y las diferencias que podamos establecer, son gobiernos conquistados por el pueblo con una clara vocación de avances en derechos.
Se han conseguido victorias que no nos habíamos imaginado, hemos conseguido hacer posible lo que todo el mundo decía que era imposible. Hemos tenido una clara voluntad de ganar, porque ganar es necesario para transformar. Y está bien, porque cuanto más ganas, más poder tenés, más podés transformar. Pero yo creo que en el camino, por múltiples motivos, se nos ha olvidado que tenemos que ganar para transformar. No ganar por ganar.
El caso de la Ley Solo Sí es Sí
La Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual conocida como Solo es Sí es Sí se sancionó en 2022. El principal punto es que desaparece el abuso sexual como un delito independiente sino que se engloba dentro de agresión sexual. Irene Montero protagonizó el debate siendo Ministra de Igualdad y sostuvo que la promulgación de esta ley significa un cambio de paradigma.
¿Qué lectura tenés de esa Ley que impulsaste y del proceso que llevó?
--Todavía hay muchos aspectos de la Ley que deberían estar en vigor y no se han puesto en práctica. De hecho se acaba de anunciar que se va poner en marcha la especialización de los juzgados para que las violencias sexuales se juzguen en juzgados especializados y no en los ordinarios. El derecho a la libertad sexual de las mujeres es una de las principales luchas que se ha dado en España, incluso antes de la constitución del Ministerio de Igualdad. La queja que se produjo cuando esta Ley fue aprobada porque se iban a penalizar cuestiones que hasta el momento eran normales y que a partir de la Ley se iban a considerar violentas.
¿Y eso sucedió?
--No, de hecho la parte penal de la ley no incrementa condenas. Yo creo que el Código Penal es el recurso que una sociedad tiene cuando se llega a situaciones que no se pueden resolver antes o a situaciones en las que se requiere un ejercicio de la reparación a la víctima. Pero previamente a eso hay todo un trabajo de pedagogía, de reflexión, de aprendizaje y para eso es necesario por ejemplo que la educación sexual sea un derecho y que no se cuestione como adoctrinamiento.
¿Cuáles fueron los puntos más álgidos del debate?
Es una Ley que por primera vez en la historia de España reconoce las obligaciones del Estado para con las víctimas de violencias sexuales y al Estado como garante de la libertad sexual de las mujeres en lo que tiene que ver con la prevención, la educación, etc. Frente a eso se desató una ofensiva patriarcal, judicial, mediática y política para cuestionar ese avance en derechos. El objetivo último no era ni yo ni el Ministerio, era cuestionar la libertad sexual y que la ciudadanía rompiera el vínculo de confianza con el feminismo y particularmente con el Ministerio. Es otra vez la estrategia de disciplinamiento.
¿Cuál es tu balance?
--Mi balance es que aunque me hubiese gustado que no se hubiese ganado tanto terreno en esa ofensiva, también después de esa ofensiva España puso a hablar al mundo entero sobre consentimiento con un caso de violencia que es de los más difíciles de comprender. Y es que un beso no consentido es violencia.
--¿Pero a qué ayuda meter el código penal en zonas en un campo de experimentación como es la sexualidad? Y más hablando de un beso...
--Estoy de acuerdo, pero esta ley es una ley integral que por ejemplo plantea la cuestión de la Educación Sexual desde edades muy tempranas. Creo que la parte más importante de la Ley es lo que no es penal. Yo estoy convencida de que más penas no aseguran más justicia para las víctimas, pero tampoco estoy de acuerdo con que tengamos que renunciar a la idea de justicia como institución y que pueda ser un lugar seguro para nosotras. Creo que tenemos que apostar a una justicia que sin ser punitivista sea una justicia feminista. La ley no sube las penas, cambia el rango de penas porque cambia la definición del delito
¿Cuál es esa definición?
--Que el consentimiento es el limite entre la violencia sexual y la libertad sexual.
¿Ves ese límite claro?
--Sí. Creo que el consentimiento no agota el debate sobre la sexualidad y sobre el sexo pero sí es un limite entre lo que es una violencia y el ejercicio de la libertad sexual. Pero insisto, eso no agota el debate sobre las relaciones sexoafectivas, el deseo.