Además de una buena noticia, la edición de un nuevo disco de canciones de T Bone Burnett es toda una sorpresa. Héroe entre las sombras de la música popular norteamericana siempre más a gusto en el papel de productor que en el de intérprete, a sus 76 años acaba de despacharse con el precioso The Other Side, un respiro de folk cristalino con la historia de un amor fantasma que escribió en apenas tres semanas, a dos décadas de su último disco de canciones, el tremendo The True False Identity. Pero en este caso la sorpresa está dada también por la manera en que anunció su nuevo trabajo: “Es como si hubiera matado a T Bone Burnett”, contó en una entrevista reciente. “Ya no quería estar en esa distopía, estoy demasiado viejo para ser un joven enojado. Siento que llegué a un lugar en el que no tengo que salvarme a mí ni a nadie, un lugar en el que las canciones no necesitan nada más que belleza. Y se siente como la experiencia musical más pura que tuve en toda mi vida”.
Esa experiencia nació de una regla que decidió romper y de un pedido de Ringo Starr. Hacía ya décadas que T Bone se había prometido nunca comprar guitarras demasiado caras, pero durante la pandemia se dio un pequeño permitido con una Gibson de 1932 y una Epiphone de 1959. Reliquias que decidió estrenar cuando Ringo le pidió que compusiera una canción para su próximo disco: “Siempre me gustaron su voz y su modo de contar historias, así que decidí agarrar la Gibson y escribirle una canción en el estilo de Gene Autry”. Ni bien comenzó a tocar salió “Come Back”, tema que acabaría siendo el segundo track de The Other Side. “Esa canción me hizo querer escribir de nuevo con rimas perfectas, me llevó a líneas que de otra manera nunca habría escrito. Las rimas perfectas siempre suenan como las canciones clásicas. Y una vez que sucedió eso, todo lo demás llegó de golpe”.
Su nuevo disco implicó a su vez un cambio importante en sus planes. En 2019 Burnett había anunciado que bajaría las cortinas de su carrera como autor con una trilogía experimental de ambient psicodélico y letras en flujo de conciencia, todo en un trío junto a sus compañeros de aventuras Jay Bellerose en percusiones y Keefus Ciancia en sintes. La saga se bautizó Invisible Light, pero tras la segunda entrega en 2022 llegó la revelación y se abrió un rumbo diferente. “Quiero seguir escribiendo canciones como las de este nuevo disco durante tanto tiempo como pueda”, contó. The Other Side vio la luz el pasado viernes 19 de abril, el mismo día en que Taylor Swift lanzó su último disco, Tortured Poets Department. Burnett, que había trabajado con ella en canciones que formaron parte de la regrabación de su disco Red, apuntó: “Taylor es una persona milagrosa. Una fuerza del bien asombrosa, como Springsteen. Tiene esa misma conexión con la audiencia. Ese es un don de Dios. Y yo nunca tuve ese don”.
El impredecible señor mayor bautizado Joseph Henry Burnett nació en St. Louis, Missouri, en 1948, y asomó al gran público a mediados de los setenta con el mote de guitarrista estrangulador solitario en la Rolling Thunder Revue de Bob Dylan. “T Bone Burnett, hombre que no se anda con vueltas, está ahora murmurando detrás mío”, escribió Sam Shepard en su libro de crónicas sobre esa gira, en la que Burnett solía vestirse alternadamente como golfista o como el mago Merlín mientras se llevaba del escenario al guitarrista Roger McGuinn tirando con una soga de su cuello. “Tiene una especie de locura peculiar. Es el único en el tour del que no estoy seguro que tenga control sobre su lado oscuro y violento. No mete miedo, solo está loco”. Pero más allá de lo que esas descripciones puedan llegar a hacer suponer, Burnett siempre prefirió mantener un perfil bajo en las décadas que vinieron después.
Con apenas ocho discos solistas editados en cincuenta años –trabajos en los que buscó expandir los límites de la música de raíz de su país haciendo brillar su pluma con letras ácidas y comprometidas–, el éxito comercial lo alcanzó en su rol de productor de artistas como Elvis Costello, Robert Plant, Cassandra Wilson, Roy Orbison, Elton John o Los Lobos, además de su papel como recopilador de temas para las bandas de sonido de los hermanos Coen o series como True Detective. En aquellos días a mediados de los setenta fue el mismo Dylan quien le dio el empujón que necesitaba: “Siempre fui bueno para ayudar a la gente a superar sus inseguridades, pero en aquella gira fue Dylan el que lo hizo conmigo, exponiéndome frente a la audiencia de una manera que yo nunca habría elegido”, contó. Shepard, que terminaría trabando una amistad inquebrantable con Burnett, citó en su libro una frase que el cantautor le dijo en aquellos días sobre Dylan: “Qué orgulloso estoy de este hijo de puta. Nuestra primera superestrella. Me dio una razón para vivir. Ahora quiero que me disparen unas diez veces por día nomás”.
Ya desde sus primeros segundos, The Other Side resuena como el disco más calmo de su obra y como un regreso a las raíces folk de los artistas que escuchaba en su adolescencia. “He Came Down”, el tema con el que comienza, abre la puerta con sus acordes suaves a ese otro lado ensoñado que se propuso retratar, y a partir de allí despliega la historia de una pareja de enamorados (“que podría o no estar en este plano”, como cuenta en la gacetilla que acompañó el lanzamiento) en una seguidilla de canciones encantadoras en las que a su vez se lucen las sutiles colaboraciones en coros de Weyes Blood, Rosanne Cash y el dúo pop femenino Lucius. La sensación al final, con esa maestría formal por el detalle que desplegó desde siempre, es que Burnett se preocupó como nunca por cincelar el tono que buscaba.
“Vivimos en un mundo hostil”, dijo en otra entrevista reciente. “Eso no cambió. Lo que sí cambió es el tono de mi respuesta a ese mundo. Y el tono es todo. Autores, cineastas y pintores, todos hablan del tono en su trabajo. Podemos decir algo con palabras y otra cosa al mismo tiempo con el tono. De eso se trata la poesía. Tengo claro que inventamos el lenguaje para poder mentir, pero al cantar es el tono lo que deja en claro qué es lo que querés decir”. Citar a The Other Side como uno de los mejores discos en lo que va del año podría no ser una exageración, pero sí lo cargaría con una estridencia que no busca ni necesita. Baste con decir que es un disco ideal para permitirse frenar un rato y tan solo –y nada menos– recuperar una vieja y olvidada costumbre: escuchar.