La ONU, por vigésima sexta vez consecutiva y abrumadora mayoría de 191 votos a favor y solo dos en contra, volvió a rechazar el bloqueo de Estados Unidos a Cuba que se prolonga desde el 3 de febrero de 1962. El dato nuevo es que la relación bilateral retrocedió y eso explica que el gobierno de Donald Trump cambiara la forma en que había votado el de Barack Obama en 2016 con una histórica abstención. O sea, todo sigue igual a como era hasta 2015. EE.UU junto a su aliado incondicional Israel quedaron aislados por una decisión anacrónica, condenada por la comunidad internacional. En su informe de 65 páginas a la 72° Asamblea de Naciones Unidas que sesionó en Nueva York, la isla denunció que este año contabilizó pérdidas por 4.305 millones de dólares.
Bajo el título “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América a Cuba”, el gobierno de Raúl Castro documentó una vez más los antecedentes de la medida unilateral que lleva casi 56 años. En el texto remarcó un hecho que sintetiza cómo EE.UU, en los nueve meses y medio que lleva Trump en la Casa Blanca, endureció su política contra la isla. El 16 de junio de 2017 el magnate firmó un memorando de seguridad nacional para fortalecer la instrumentación del bloqueo. En la introducción del informe se señala que el presidente estadounidense “anunció nuevas medidas coercitivas contra Cuba y dispuso la revocación de otras adoptadas por su antecesor que habían modificado la aplicación de algunos aspectos del bloqueo en la esfera de los viajes y el comercio”.
La decisión más representativa que había aportado Obama hacia el acercamiento entre los dos países fue su directiva presidencial para la “Normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba” del 14 de octubre de 2016. Trump la derogó.
Cuba sostiene en las conclusiones del informe que presentó su canciller, Bruno Rodríguez Parrilla, ante la ONU un dato que a menudo pasa inadvertido. Que el bloqueo tiene “un carácter extraterritorial que se mantiene y se aplica con todo rigor, con total impunidad y en franca violación del derecho internacional”.
El ministro dio un discurso de 41 minutos que empezó con sus condolencias a los familiares de los muertos por el atentado terrorista de Nueva York. Mencionó incluso a la Argentina y Bélgica, que tuvieron víctimas en el ataque producido con una camioneta por un fundamentalista islámico de origen uzbeko. Después de ese breve comentario, expresó ante la asamblea su “más enérgica condena a las declaraciones irrespetuosas, ofensivas e injerencistas” de la embajadora de los Estados Unidos ante la ONU,Nikki Haley. Como la siguió en el uso de la palabra, le respondió que “los Estados Unidos, donde se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos que suscitan profunda preocupación de la comunidad internacional, no tienen ni la más mínima autoridad moral para criticar a Cuba”.
Haley es hija de padres indios de la comunidad sij y no contaba con experiencia previa en política exterior hasta que la designó Trump. Fue gobernadora de Carolina del Sur e integra el Tea Party, el ala ultraconservadora del partido Republicano. Durante la sesión calificó de “teatro político” la votación contra el embargo de EE.UU. a Cuba y sostuvo que al gobierno de Castro le sirve para “distraer al mundo de la destrucción que ha impuesto a su propio pueblo”. Además dijo que no le tiene “miedo al aislamiento”. Es evidente que no.Tampoco se desprendió de su discurso que conozca en detalle la carta de las Naciones Unidas. El embajador chino Liu Jieyi le recordó que el bloqueo “vulnera” aquel tratado fundacional de la organización de 1945.
Cuba pondera los daños acumulados a su economía por la política de Estados Unidos en algo más de 822 mil millones de dólares. Se profundizarán esos problemas con las medidas que adoptó el gobierno de Trump a partir de junio pasado. Son, entre otras, la eliminación de los viajes individuales; la vigilancia reforzada sobre los pocos motivos que permiten aciudadanos de EE.UU visitar la isla; su oposición a las acciones que promuevan el levantamiento del bloqueo y una lista negra de cubanos que no pueden recibir visas y remesas de dinero. En definitiva, un vuelco a los escasos pero sostenidos avances que se habían logrado hasta que el republicano asumió la presidencia el 20 de enero pasado.