“Estoy sorprendido y más que agradecido por las numerosas adhesiones que recibí en las últimas horas”, dice el juez contencioso administrativo de La Plata, Luis Arias, en referencia al apoyo del CELS, la APDH, numerosas organizaciones sindicales y personalidades de la justicia, la política y la cultura, que convocaron a una movilización para hoy a las 12 hasta la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, en La Plata, donde Arias enfrentará un jury de enjuiciamiento.
“El jury es una verdadera infamia. No me acusan por ninguna irregularidad grave, ningún reproche de tipo patrimonial. Fuimos elegidos como el mejor juzgado por los abogados. Nuestras sentencias se enseñan en las facultades de acá y del exterior. Hemos recibido premios. No puedo entender semejante ataque del procurador general de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia, Julio Conte Grand, quien encabeza la embestida por mandato del Gobierno”, denuncia.
–¿Cuál es la situación previa al comienzo del jury?
–Sé que no hay posiciones tomadas y que hay muchas presiones. Me quedo con el apoyo de cientos de personas que se comunicaron conmigo en este difícil momento. Estoy muy sorprendido y me da fuerzas.
–¿Por qué piensa que el oficialismo impulsa su destitución?
–Fui muy activo con el aumento tarifario. Fuimos pioneros en el año 2012, por falta de audiencia pública, cuando estaba un gobierno de otro signo político. Este criterio fue aplicado en esta oportunidad y eso ha molestado. Hemos anulado aumentos de tarifa de servicios públicos. Fuimos el primer juzgado que dictaminó contra el DNU del presidente Macri que disolvió el Afsca. También intervinimos a favor de los docentes cuando quisieron descontar salarios por los paros y también intervinimos cada vez que se quiso avasallar los derechos de los más desventajados. Eso irritó al Gobierno. Están queriendo sacarme del medio, sobre todo porque soy un estorbo. Siempre hay tensiones, es normal, para eso está la división de poderes. Lo que este gobierno quiere es poner bajo control al Poder Judicial y Legislativo. Quieren un monopolio total, también de los medios de comunicación, en eso se inscribe la venta de acciones del Grupo Indalo. Se busca la unidad de pensamiento y acción, eliminando todo tipo de diferencias y disonancias.
–¿En qué momento personal le toca enfrentar esta situación?
–Estoy muy tranquilo, con la satisfacción de haber cumplido. Me propuse transformar este juzgado en un lugar abierto a las demandas de justicia de los ciudadanos. Nunca trabajé por mis propios intereses, nunca me quise congraciar con los poderes fácticos, nunca estuve condicionado, de modo que estoy absolutamente tranquilo. Si lo que pretenden es callarme, no lo van a lograr, ni aunque pierda mi lugar como juez porque lo haré desde otra tribuna. No voy a renunciar, me van a tener que destituir. No hay causal de apartamiento. Quiero dar testimonio de esto y que me juzguen, pero no van a callar mi voz por más que ejerzan cualquier tipo de presión. Mi forma de pensamiento, todo lo que digo, lo que escribo, estuvo siempre en la misma dirección, nunca hubo doble intención. Me he consagrado a lo que pienso. Yo tomo todas esas muestras de adhesión y me enorgullecen.
–Usted habla de tensiones entre el poder político y el Judicial, ¿esto es parte de esa puja o cree que algo más detrás?
–Una cosa son las tensiones naturales, lógicas y esperables que se dan en un contexto de división de poderes. Otra cosa es el avasallamiento institucional, donde se pretende eliminar a todo aquel que piensa diferente y que entorpece la acción del gobierno. Es un gobierno con vocación totalitaria. Es un momento difícil.
–¿Cree que esa vocación totalitaria afecta sólo al Poder Judicial o también a otros ámbitos de la vida en sociedad?
–Hay un intento muy claro de disciplinamiento social, cultural, políticos y mediático. Pero esto no es nuevo: las derechas generan el caos para generar la demanda de orden. El macrismo se presenta como lo nuevo, pero utiliza los mismos principios del poder que la Generación del 80, con Roca a la cabeza: el orden forjado por la fuerza y no por el consenso.