“En democracia no hay adoctrinamiento”, dice Alberto Sileoni a Buenos Aires/12 respondiendo las múltiples acusaciones del gobierno de Javier Milei sobre los contenidos escolares. Para el Director General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, los docentes tienen que dar sus opiniones, así como permitir que los alumnos puedan exponer las suyas sin condicionamientos. De esa manera, criticó la política educativa nacional y destacó la marcha federal universitaria.
Desde las conferencias de prensa en las que el vocero presidencial, Manuel Adorni, habló de controlar las escuelas, a los señalamientos a las universidades nacionales de los últimos días, el Gobierno nacional apunta contra los contenidos educativos.
Días atrás, el Senado de la Nación que preside Victoria Villarruel le envió un manual a Axel Kicillof criticando el programa Jóvenes y Memoria que, entre otros logros, permitió que se constituyera el espacio de la memoria en el cementerio de General Lavalle donde se hallaron los restos de Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.
“No hay contenidos neutros”, aclaró Sileoni. Señaló que existe una deliberada intención del gobierno de Milei por socavar la educación pública e hizo alusión a la postura de Alberto "Bertie" Benegas Lynch, diputado nacional de La Libertad Avanza, que manifestó no estar de acuerdo con la obligatoriedad de la educación primaria y propuso que los padres tengan la opción de decidir si sus hijos deberían ser “ayudantes en el taller”.
—¿Cuál es el límite entre adoctrinamiento y la selección de contenido?
—En principio, hay que decir que en las aulas no hay neutralidad. Algunos dicen que si denunciás que en el mundo hay dos mil personas que tienen el equivalente de a los recursos que tienen el 56 por ciento de la población mundial estas adoctrinando. Si decís que el mundo está bien y perfecto, ¿no estas adoctrinando cuando hay realidades de esa profundidad?
—¿Por qué cree que el Gobierno nacional habla de adoctrinamiento?
—Creemos que siempre la derecha azuza la bandera de la no política. Es una reiterada letanía que denuncia el adoctrinamiento cuando para haberlo debe haber imposición, debe haber sanciones, debe haber un proceso sistemático integral y abrumador. En la democracia no hay adoctrinamiento. Yo soy grande y fui director de educación de adultos en la dictadura. Ahí lo había. Nos obligaban en las escuelas leer cuadernillos que hablaban de conocer al enemigo o el marxismo dentro de la educación. Era una obligación hacerlo y había sanciones por no hacerlo, más allá de que nosotros en mi área no lo hacíamos. En democracia no hay adoctrinamiento.
—¿No hay docentes que bajen una línea ideológica?
—Puede haber una situación donde el docente no cumpla su rol. Yo soy de los que piensa que el docente debe dejar clara su opinión. Debe decir lo que piensa. Obviamente los alumnos ya saben la opinión del docente. Lo que no entiende la derecha es que desde el primario los pibes de 10 o 12 años le preguntan a la maestra: ¿A usted qué le parece?
—¿Qué debe hacer el docente en ese momento?
—Para nosotros el docente tiene el derecho a decir su opinión y, al mismo tiempo, abrir la voz a los componentes del curso. No se tiene que enojar, no tiene que discutir como si estuviera en el bar con sus amigos, tiene que entender que hay una relación asimétrica, debe alentar la voz de los que están callados y debe introducir el concepto de la relatividad de las opiniones, es decir, “esta es mi opinión, pero puede haber otra”. Si hay todo esto, ¿cómo no va a ser lícito que entre la política dentro del aula?
—¿Cuán real es que los pibes le piden la opinión al docente?
—Mirá, es lo que criticaban cuando estuvo desaparecido Santiago Maldonado. En ese momento, los alumnos le preguntaban al profesor qué opinaba. Y el profesor tiene derecho a opinar y tiene obligación de devolver la pregunta: ¿Qué opinan ustedes? Esto tiene que estar en la esencia de la educación. Es la oportunidad de hacer un análisis crítico porque da la opción a elegir. Tiene que circular el discernimiento y que tengan lugar todas las opiniones dentro de la ley.
—¿A qué se refiere con que esté dentro de la ley?
—Esto es muy importante. El artículo N° 92 de la Ley Nacional de Educación y el N° 107 la Ley Provincial de Educación coinciden en hablar de tres temas. Uno es el pasado reciente de la Argentina, en que lo sucedido en la segunda parte de los setenta se denominan terrorismo de Estado. El segundo es la cuestión de Malvinas que reivindica la soberanía de las islas y, tercero, nuestra identidad latinoamericana. Si alguno tiene alguna duda sobre la licitud de que algunos temas entren al aula, las leyes acompañan la decisión de estos temas. Pero insisto, debe haber una circulación de la palabra. No hay contenidos neutros.
—¿Por qué?
—Una escuela confesional que transmite que su religión es la verdadera, ¿adoctrina? Cuando un Estado elige determinados temas, porque los temas no son infinitos, no es adoctrinamiento. Creemos que es más sencillo. Lo que sí no puede haber es un exceso de posiciones partidarias.
—¿Se puede incluir un autor predilecto de Milei como Murray Rothbard que define a los niños como una propiedad y que son plausibles de una transacción comercial?
—Ahí hay un límite que tiene que ver con la ley. Los pibes no son propiedad de nadie. Algo dijo Benegas Lynch sobre estar en desacuerdo con la obligatoriedad de la educación. Habló de que si se necesita al niño de peoncito de estancia o ayudante del taller como si un niño fuera un objeto del padre. Eso entra en colisión con las declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano, con las leyes de protección de los niños y adolescentes. El límite es la ley.
—¿Qué otro tema considera envuelto en una polémica y está sustentado por la ley?
—La Educación Sexual Integral (ESI). Hay padres que se organizan bajo el concepto de “con mi hijo no te metas”. Sucede que hay una ley que valida a dar en las aulas un conocimiento científico validado a nivel mundial. La familia está en su derecho de dar su punto de vista, pero hay una ley que estableció brindar contenido validado científico sobre educación sexual.
—¿Por qué cree que el gobierno ataca a las universidades?
—Por primera vez tenemos un grupo de personas que gobierna y no piensa que la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura puedan formar parte del desarrollo estratégico del país. Tienen el más profundo desdén por la educación. No sé cuál es el dibujo de sociedad futura del Presidente. En una entrevista que dio en marzo del año pasado dijo: “Si querés estudiar, estudia, y si querés drogarte, drógate”. El afirma esto y lo consolida Benegas Lynch cuando habla de quitar la obligatoriedad de la educación.
—¿La marcha en defensa de las universidades puede marcar un límite?
—Lo que pasa es que el ataque a las universidades fue un aspecto de la marcha. Por extensión, atacar a las universidades es un ataque a la escuela y a la educación pública en general. En la marcha se vio una sociedad harta del maltrato, harta de la burla del vocero presidencial que se ríe en la cara de los que pierden el trabajo. Creo que hay una sociedad harta de escuchar que Francisco es el imbécil de Roma, harta de que un presidente diga que entre la mafia y el Estado se queda con la mafia, que diga que la escuela es un aguantadero o que trate de mugre a los que no le votan una ley. La sociedad dijo basta y dejó en claro que no va a regalar lo que tanto les costó conseguir. Fue una marcha donde se vio una sociedad harta de que sus héroes sean evasores y CEOs globales. Nuestros héroes son Manuel Belgrano, José de San Martín y las enfermeras durante la pandemia. Hay un hartazgo de la sociedad sobre eso valores que pregona el presidente.
—¿Crre que la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, de cuya cartera depende la Secretaría de Educación, podría haber dicho algo luego de la marcha?
—No esperamos nada. No tengo expectativas de que la ministra diga nada.
—¿Usted mantuvo algún diálogo con la ministra en estos cinco meses de gestión?
—No hay el menor diálogo. Sí lo hay con las autoridades de la Secretaría de Educación.
—¿Hubo nuevos planteos por el recorte de fondos como el del Incentivo Docente?
—Los ministros de Educación provinciales vamos a expresar en estos días estos malestares, como ser la eliminación del FONID y la desinversión en materia educativa.
—¿Qué les responden las autoridades nacionales?
—Tenemos una buena relación en lo humano con las autoridades de la Secretaría de Educación, pero también estamos considerando que hay un límite. Deben definirse y eso no sucede. Estamos necesitando más definiciones.
—¿Cómo evalúa la gestión de la Nación en lo que respecta a la educación en estos más cinco meses de gobierno?
—No hay una sola medida del Gobierno nacional en lo general, en el DNU o en la ley ómnibus que sea a favor de la educación. Hay una desinversión que en las universidades está más que claro. La situación del FONID, no hay recursos destinados a la construcción de escuelas, los libros que no van a llegar, la tecnología que no va a llegar y la desinversión en la formación docente. Hay una Secretaría de Educación con menos recursos que los que debe tener. Y no hablamos de recursos que son de caridad ni beneficencia a las provincias, sino que son leyes que se deben cumplir.