El viernes pasado en El Cairo Cine Público, tras la proyección de El Candidato (Municipale, 2021) y a sala llena, su director, el francés Thomas Paulot, ofreció una master class, a partir del diálogo sostenido con Manuel Ventureira, de Alianza Francesa de Rosario (co-organizadora de la actividad). El film de Paulot ofrece una suerte de experiencia que cruza límites entre ficción y documental, a partir del protagónico de Laurent Papot en la localidad de Revin, un pequeño pueblo situado en la región de Ardenas. Papot se presenta como el actor que es, contratado para llevar adelante, realmente, su postulación como alcalde en las próximas elecciones. ¿Qué hará si gana? Irse, dejar vacante su obligación, y generar un pleito inevitable. Esto lo aclara de antemano, y en el juego -que no lo es- tendrá que participar la misma población. Toda una experiencia para la ópera prima del realizador francés, entre cuyos méritos figura haber sido seleccionada por el festival de Cannes.
“Fue la película Route One USA (1989) de Robert Kramer, la que me dio la idea de usar un actor de la misma manera, a partir de la ficción pero en una situación más documental; de manera tal que el actor apareciera como alguien exterior al mundo en el que actúa, y que éste fuera un contexto real, sobre el cual tendría efectos”, comenta Thomas Paulot a Rosario/12, luego de la proyección de su film. “Fue como una manera de pensar la utilización de la representación de la ficción, a través del actor, pero de una manera distinta. Quería indagar desde su tarea y en los efectos que podría tener en un contexto determinado, buscando un efecto también político, ya que, en este caso, tiene que ver con una elección municipal”, continúa.
-La película deja entender también la situación económica de este pueblo, luego de que las industrias abandonaran el lugar.
-Estaba la importancia social misma, y tenía que ver con la historia del pueblo. Creo que no se podría entender muy bien el sentido de esta elección, si el espectador no recibía información sobre ese contexto histórico, el de una actividad industrial que había desaparecido, y las consecuencias que tuvo para un pueblito de 6 mil habitantes. Eso generó un vacío, y también una idea muy importante para nosotros, en el sentido de pensar qué hacíamos con ese vacío. La idea de Laurent (Papot) no es la de poner algo en su lugar, sino -y lo dice en la secuencia que sucede en la radio- armar un discurso también vacío.
-Además de lo que señalás, ¿hay cuestiones personales que te llevaron a elegir la localidad de Revin?
-Mi familia paterna viene de la provincia de Ardenas, del noreste de Francia, pero son de otro pueblo, muy chiquito, que no comparte con Revin los mismos problemas. Por eso, cuando empezamos a escribir la película, decidimos cambiar a Revin, también porque el contexto coincidía con el momento de los chalecos amarillos, y quisimos hacer algo que tuviera más impacto o resonancia con el contexto actual.
-¿Cómo fue acercarse a la gente del lugar con semejante propuesta?
-Necesitamos mucho tiempo, sobre todo para explicar la idea de la transparencia que queríamos, en relación a cuál era el proyecto de película y el proyecto político. Hubo que explicar mucho, porque la gente que iba a aparecer, y lo haría como partícipes de la lista pero también como protagonistas de la película. Había que ser muy transparentes, para darles ganas de participar. Y eso necesitó de un tiempo muy importante, hablando en cafés y bares, lugares importantes en Revin; porque allí se habla mucho de política. Pasamos también por la radio y la prensa local, armando reuniones para informar sobre la película.
-Con la película concluida, ¿cómo fue la proyección en Revin?
-Fue única, distinta a lo que suscitó en el resto de Francia u otros lugares del mundo; porque actualizó la discusión sobre lo sucedido, luego de pasado un año. Reaparecieron antagonismos y discusiones entre la gente de la sala, fue muy particular e interesante, porque no son actores, y uno no puede saber lo que va a generar verse en una película, cuando además estaba seleccionada en Cannes y tendría una exposición mayor. Pero la gente lo tomó bien.
-¿Cómo lograste el financiamiento?
-Empezamos con muy poco presupuesto, con financiamiento en gran parte del Estado, y con un porcentaje, que es obligatorio, del sector privado. El dinero inicial nos permitió comenzar, y la selección en Cannes logró que contáramos con un apoyo mayor, que nos permitió terminar la película.
-En nuestro país, hoy día, una película como la tuya sería señalada por muchos como “una de esas que no ve nadie” y que “fue realizada con nuestros impuestos”.
-Ese posicionamiento existe también en Francia, con gente que piensa que el CNC (Centre national du cinéma et de l’image animée), que es el INCAA francés, está financiado por impuestos de la gente y eso es falso; o quienes piensan que el estatuto que tenemos en Francia, que se llama “intermittent d'espectacle”, nos hace privilegiados. Hay toda una batalla por parte de la derecha, que quiere sacar presupuesto del cine y de la cultura. Lo que está pasando en Argentina nos genera muchas preguntas, pero uno también ve que la gente se moviliza mucho, en este momento tan duro.