El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, destacó en su editorial de AM750 el discurso de Cristina Kirchner el sábado y lo contrapuso con la llamativa presentación del presidente Javier Milei durante una cena de la semana pasada en la Fundación Libertad. En este contexto, aseguró: “Podría decirse que, de un lado, se dijeron verdades irrefutables y del otro, mentiras absurdas, pero ¿importa eso a esta altura?”.
El editorial de Víctor Hugo Morales
El desgano es inevitable. Podría decirse, por ejemplo, que el discurso de CFK comparado con el de Milei muestra en qué convirtieron al país los enamorados del odio, por llamarlos de alguna manera.
Pero ¿vale la pena? Está claro que los datos económicos que dio CFK, cotejados con los de Milei, son una clase magistral y un monumento al disparate respectivamente.
Pero ¿quién no lo sabe, quién no se dio cuenta? Podría decirse que, de un lado se dijeron verdades irrefutables, y del otro, mentiras absurdas, pero ¿importa eso a esta altura?
Podría decirse que de un lado hubo un discurso vivo, aleccionador, una clase de historia y de economía del pasado reciente y que del otro solo hubo una burla a los economistas y la gente. Pero, ¿agrega algo a lo que sabemos?
Milei convoca esa apatía en cuatro meses. ¿Quién le puede creer que es un héroe él, unos próceres los empresarios, todos estúpidos los congresistas? Eso que hoy van a tratar esto que es una canallada al pueblo.
¿Cómo puede apartarse de sus decisiones que aparejaron en un mes 3 millones y medio de pobres? ¿Cómo va a salir de ese dolor si cuando se habla de salarios le pisa la cabeza a los trabajadores? Eso cansa.
Que diga que las universidades públicas adoctrinan, que hable del éxito del superávit fiscal, que cuando CFK dice que es falso un superávit si no pagas la luz, el agua, el gas. Y que él responda que no es que no lo pagó, sino que no piensa pagarlo más. ¡Es muy cansador!
Tiene tan poco sentido lo que dice y lo que hace que barre con cualquier análisis. El lamentable stand-up imitando a Melconian y a otros economistas es lo único que pudo hacer, y ni siquiera es divertido.