Desde Barcelona
UNO El pasado miércoles Rodríguez recibió carta inesperada. Y no: no era de parte de Hacienda reclamándole algo sino de Pedro Sánchez informando --a él y a millones de nativos-- que se encerraba a reflexionar durante cinco días. A reflexionar acerca de si seguía con lo suyo y lo de los españoles; o si, por lo contrario, cabalgaba hacia el horizonte con melancolía de guapo Shane o gracia de espigado Lucky Luke. Sánchez --comunicaba-- estaba cansado/enfermo de/por tóxica maledicencia opositora y que se metieran con su esposa Begoña Gómez (un juzgado admitió querella o bulo por tráfico de influencias) era gota que colmaba vaso y línea roja cruzada.
Entonces, toda tertulia televisiva olvidándose de Ucrania y de Gaza y orgasmo informativo por súbito compás de espera y regla de incertidumbre. Enseguida, escuadra presidencial clamando por dolor del líder y por mala salud política y por amenaza de ultra-derecha ibérica símil Spectre de 007 pero que, seamos sinceros, para Rodríguez nunca fue más que rancios señoritos fachosos/facheros juntándose a por cigarros y coñacs y a intercambiar bromas à la Torrente. Tendenciosa tendencia esta que --guste o no, por algo o por falta de algo, será que avanza-- surge de esa "fiesta de la democracia" que son las elecciones.
DOS E instantáneos memes con "Resistiré" y "Por qué te vas" y "Quédate" y el "Pedro-Pe" de la Carrá. Y las varias páginas de la carta convertidas en bolero o tango o flamenco o primaveral canción veraniega por cortesía de Inteligencia Artificial (más apropiado hubiese sido despechada/revanchera mutación de Taylor Swift). Y el preguntarse si cinco días reflexionando no eran demasiados (siendo apenas uno el que se concede a los votantes luego de semanas de agotadoras campañas políticas). Y las hipótesis iban de la celebración a maquiavélica astucia de hombre que volvió de la muerte política (¿llamar a urnas, sacar más votos/escaños y adieu al "apoyo" de Puigdemont & Co.?); o lo conspiranoico (Israel, indignada con Sánchez por su apoyo a lo de Palestina como estado, tendría comprometedora data hackeada de su iPhone vía Pegasus y que esta tendría que ver con que ha entregado su vida y obra y nación a Cthulhu); o tardía comprensión de que este mandato de pacto constante se le iba a hacer imposible (¿y por qué no irse a Bruselas con cargo mega-top continental --aunque esta volatilidad sentimental haya mellado toda candidatura-- y a esperar premio Nobel de la Paz?); o tal vez habría firmado contrato para tercer libro presidencial y no tenía tema ni trama. Pero, con el correr de los tropiezos de jueves/viernes cobró fatigada fuerza la posibilidad de que el resiliente autor de Manual de resistencia y de Tierra firme ya no resistiera y hubiese perdido firmeza y preparase renunciamiento histórico y operístico. Y, aunque Moncloa no tenga balcón, entonar desde allí en plan Pedrito un "Don't Cry for Me, Spain". Porque si reaparecía el lunes con un "me lo pensé mejor y me quedo", no haría otra cosa que afirmar el que puso lo sentimental al servicio de lo táctico y que el fabuloso Pedro El Grande no era otra cosa que el fabulador Pedro y El Lobo. Y que no iba a ser fácil creerle a partir de ahora viviendo bajo constante amenaza de berrinche/quiebre porque, como carteó, "¿Merece la pena todo esto?" (Pedro "¿Qué hecho yo para merecer esto?" Almodóvar, dijo haber roto en llanto al leer eso). Mientras, el Partido Popular aseguraba que "estaban listos" pero con cara de "¿y ahora qué hacemos?" y al borde de un ataque de nervios; aunque Feijóo no dejaba de repetir que Sánchez decía que se iba para volver sin irse.
TRES Y se filtraba que Sánchez se iba a ir el miércoles (pero se le había rogado/convencido de que se lo pensara un poco). Y sus más cercanos apóstoles juraban que no tenían contacto con él, que respetaban su silencio meditabundo, y acusaban al rival/enemigo de acosador (olvidando propios acosos al enemigo/rival). Y se invitaba a la ciudadanía a reflexionar junto a su mandatario. Todos juntos ahora en horas más negras que las que Churchill marcó a los británicos (aunque todo tuviese más ecos de aquella abdicación rosa de Edward VIII por Wallis Simpson). Los comments de los periódicos se repartían entre hastío y pasión, carcajada y llanto, gravedad y agudeza. Así, por un lado Sánchez dedicándose puente muy largo y por el otro todos a seguir trabajando con la absoluta (a)normalidad de, otra vez, la política reconvertida en (mala) suerte de reality show. Y los "especialistas" (los mismos que tanto saben de vacunas, misiles y fútbol) decodificando cartita como si se tratase de artefacto/profético digno de Nostradamus o Dan Brown. Y haciendo hincapié en lo del no ruborizarse por ser un "hombre profundamente enamorado" o, según el Financial Times, "drama king". Y, seguro, el rey Felipe gemía un "otra vez lío, qué suerte tuvo mi padre hasta que la lió: en este país no se puede ser rey". Y el "estado de amarla" como preliminar a estado de alarma.
CUATRO El sábado, desatado Zapatero (más gritero que vocero al estilo MC de Cabaret) invitaba a que todos a converger frente a madrileña sede socialista de Ferraz a presenciar en pantallas gigantes y por primera vez un comité federal y, de paso, clamar por el retorno y permanencia del líder. Fueron unos 12.500 militantes como se va a Lourdes y se les ofreció una especie de competencia escolar leyendo loas por el Día del Maestro. Rodríguez, como tantos, seguía diciéndose lo que siempre dijo: que Sánchez seguramente sea en España, y tal vez en Europa, el único político auténtico (con todo lo que eso significa) y que sus maniobras son dignas de Julio César (con todo lo que eso también significa); aunque pareciera haber ignorado que el asedio a la Primera Dama es internacional deporte de caza desde siempre. Y Rodríguez pensó en que había bajado temperatura y subido frío durante estos días que tal vez serían los idus de ida sin vuelta de Sánchez. O no. Quién sabe. Dos cosas sí eran seguras: nadie estaba profundamente enamorado de Rodríguez y "El lunes saldremos de dudas", decía un noticiero. "Y vaya uno a saber en qué certezas entraremos", se dijo Rodríguez.
CINCO "España se parece cada vez más a la Argentina sin Borges y al Caribe sin follar", escuchó Rodríguez a alguien, sudoroso, mientras compraba el pan de este circense domingo. Pero fuera de broma y sin chiste, a diestra izquierda o siniestra derecha, el tema/problema de fondo --pensó el inmerecedor y más flexionado que reflexionado Rodríguez-- era el de resolver oficializar el que los votantes tengan que preocuparse tanto por aquellos a los que votan cuando debería ser a la inversa, ¿no?
SEIS El lunes fue según el calendario --¿casualmente?-- el Día de San Pedro Mártir. Y llegó la hora señalada. Y como aquel Will Kane de película, Pedro Sánchez salió del saloon con mandíbula tensa y ojos entrecerrados y húmedos de plasma; pero no se fue de su Hadleyville junto con su amantísima esposa, no abatió a pistoleros, no anunció gran cosa (salvo un suspensivo "punto y aparte" y una difusa "regeneración democrática"), y polarizó aún más lo ya polarizado. Y Gary Cooper está en los cielos, sí; pero Rodríguez y los españoles continúan aquí abajo. Y adelante --en lo alto y en altar, entre la gloria y el sacrificio-- Sánchez; aunque en el mismo sitio y en la misma situación en la que estaba cinco días atrás. Sánchez sigue. A ver cómo sigue.