Adrián Grünberg juzgó los crímenes de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) en el centro clandestino de detención conocido como Automotores Orletti, condenó a los responsables del Plan Cóndor y también dictó sentencia contra Jorge Acosta y Alberto González por las violaciones en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Como juez de la Nación escuchó algunos de los testimonios más escalofriantes de la historia argentina. De esa experiencia surgió Manual sobre el terrorismo de Estado en Argentina (Editorial Octubre), que se presentó este lunes en la sala Carlos Gorostiza de la 48° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires con la presencia de su autor, Adolfo Pérez Esquivel, Taty Almeida y Hugo Soriani.
El director general de Página/12 definió el evento como “un encuentro entre amigos” y contó: “Hace un tiempo vino Adrián Grünberg, a quien conocía por su gran trayectoria como juez. Lamentablemente estos casos se destacan rápidamente porque no estamos acostumbrados a tener fallos con condenas a los genocidas como los que dictó el Tribunal Federal del cual es partícipe. Para Editorial Octubre es un honor tener este libro”. Además, explicó que el volumen propone “un paneo por la historia argentina” –repasa episodios trágicos como los bombardeos de 1955, el terrorismo de 1976, el golpe de Onganía o la masacre de Trelew– e invitó a pensar la FIL como un espacio de resistencia con faros como Pérez Esquivel, Almeida o incluso Liliana Heker y Alejandro Vaccaro, quienes “con sus discursos pusieron los puntos sobre las íes”. “En este momento se está votando una ley que avergüenza y destruye el país”, señaló Soriani.
Pérez Esquivel, por su parte, valoró que el libro figure en la categoría de “manual de estudio” y esté pensado “para que todos y todas puedan entenderlo de forma simple” sin necesidad de recurrir al lenguaje de los juristas. El Premio Nobel de la Paz aseguró que la memoria no es para quedarse en el pasado sino que “ilumina el presente porque desde allí podemos construir un nuevo amanecer” y describió el momento actual como “el oscurantismo de la patria”. “Es difícil tragar el negacionismo después de tantos años de lucha, esto es muy peligroso”, advirtió. Quien sobrevivió a los vuelos de la muerte confesó que el libro lo llevó a revivir muchas cosas. “Siempre tratamos de encontrarle sentido a la vida. Sufrimos mucho pero no perdemos la sonrisa. Eso tiene que ver con la lucha, la resistencia y la rebeldía de un pueblo que no se resigna a ser esclavo”, destacó, y recordó la manera en que los genocidas asumieron por aquellos años el rol de “señores de la vida y la muerte”.
El Nobel aclara que los militares no se volvieron locos de la noche a la mañana sino que fueron instruidos a través de la Doctrina de Seguridad Nacional. “Todo esto fue para defender los intereses de Estados Unidos, el objetivo era dañar las instituciones sociales, culturales y políticas del país”, sostuvo. “La patria está en peligro, antes y ahora. La patria no se vende pero hoy la quieren malvender. ¿Y nosotros qué hacemos? ¿Nos quedamos en la pasividad?”. A Pérez Esquivel le asombra que la oposición política no levante la voz frente a lo que ocurre. “Sólo la base de los sufrientes pudo transformar ese dolor en la fuerza de amar. Madres, Abuelas y organismos de derechos humanos transformaron eso en una energía distinta para reconstruir la patria”. Otro de los puntos que destacó fue el coraje de la justicia argentina en aquel momento, ya que marcó un precedente importante porque “no se juzgó a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad con tribunales ad hoc sino a través de la justicia ordinaria”.
Taty Almeida saludó a “todos, todas y todes” –como es su costumbre– y celebró el carácter didáctico del libro. “Leyéndolo uno se da cuenta por qué le decimos a la vicepresidenta que acá no hubo una guerra sino un genocidio. No hubo dos demonios sino uno. Ese demonio tiró vivas al Río de la Plata a tres de nuestras madres, violó a las presas políticas, torturó a las embarazadas, se apropió de sus hijos y luego las asesinó. Es repudiable este negacionismo”, criticó la referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y celebró que de a poco lograron pasar la posta de esta lucha colectiva a las nuevas generaciones.
Almeida dijo también que “no hay que tenerle miedo a la palabra militancia ni al compromiso” porque justamente eso fue lo que hicieron los 30 mil desaparecidos, entre ellos su hijo Alejandro. “A pesar de los bastones y las sillas de ruedas, las 'locas' seguimos de pie”, subrayó. Taty también valoró la manera en la que el autor narra la historia de la Triple A para dejar claro que el terrorismo de Estado en Argentina comenzó antes de 1975. “Eso también es memoria”, dijo, y recordó que este martes se cumplen 47 años de la primera ronda en Plaza de Mayo. “Por separado no vamos a lograr nada, tenemos que juntarnos”: eso dijo Azucena Villaflor y marcó un hito clave en la historia.
El autor de Manual sobre el terrorismo... comenzó con varios agradecimientos, confesó que fue “un honor, un orgullo y una satisfacción” enterarse que compartiría la mesa con “dos medallas de oro”, pero aclaró que “no es una alegría porque no estamos presentando un libro de cuentos ni una novela de ficción sino un manual del horror”. Recordó que el proyecto comenzó a fines de 2022 y que siempre había querido escribir sobre su experiencia como juez en las causas de lesa humanidad. “No es un libro académico destinado a jueces y abogados sino al público general, especialmente a las nuevas generaciones”. Por eso carece de tecnicismos jurídicos e incluye palabras sencillas, párrafos de fácil lectura.
En la estructura del libro cada capítulo está encabezado por un interrogante porque el autor se inspiró en las siete preguntas clásicas de Quintiliano, así que Grünberg enumeró esos ejes en la charla: quién fue (allí desarrolla el plan), por qué pasó (antecedentes ideológicos y doctrinarios), cómo se llegó (antecedentes históricos y ensayos del horror), qué fue el terrorismo de Estado (definición basada en el alegato de Strassera), de qué modo lo hicieron (la parte medular y más extensa que involucra secuestros, torturas, abusos sexuales, asesinatos y desaparición de cuerpos), con qué auxilios fue posible (propaganda política, medios de comunicación, complicidad empresarial, eclesiástica y judicial) y finalmente dónde ocurrió (la región latinoamericana afectada por el Plan Cóndor).
El escritor reafirmó la idea de que “fueron 30 mil” sustentándose en fuentes documentales y objetivas, y también compartió la dedicatoria para Carla Graciela Artés Company, una niña de poco más de un año que fue apropiada y abusada por un represor de Orletti hasta los 10 años. “Quiero extender el homenaje a todas las víctimas, a quienes sobrevivieron y a quienes no”, concluyó Grünberg.