El último reporte de ganancias trimestrales de Meta reveló un fuerte crecimiento en los ingresos totales, que alcanzaron los 36.455 millones de dólares, un 27 por ciento más que el mismo período de 2023. En tanto, las ganancias ascendieron hasta los 12.369 millones de dólares, un sorprendente 117 por ciento de crecimiento interanual gracias, sobre todo, a una fuerte reducción de costos y a que el porcentaje de impuestos sobre ingresos totales bajó del 22 al 13 por ciento.
La corporación explica que su familia de aplicaciones (Facebook, Instagram, Whatsapp y Messenger) recibieron 3.240 millones de visitantes diarios, un crecimiento interanual del 7 por ciento que le permitió incrementar la cantidad de avisos un 20 por ciento.
Los números de Meta estuvieron por encima de los pronósticos y sorprendieron a los analistas, sobre todo luego de algunos trimestres de estancamiento en ingresos y en usuarios, algo que Mark Zuckerberg atribuyó en 2022 al éxito de TikTok entre los más jóvenes y a cambios en reglamentaciones sobre protección de datos.
La buena noticia para él es que la red social china puede llegar a ser prohibida próximamente en los EE.UU. En 2023, al que llamó el “año de la eficiencia”, Meta logró recuperar buena parte de la caída en la cotización de sus acciones, sobre todo gracias al despido de más del 10 por ciento de sus empleados, una práctica siempre bienvenida por Wall Street.
Sin embargo, pese a los números envidiables del último cuatrimestre, las acciones de Meta cayeron un 19 por ciento en las horas siguientes, una pérdida de más de 200.000 millones de dólares en su cotización bursátil. ¿Cómo se explica este fenómeno?
Mark en la encrucijada
Algunos medios especializados responsabilizan a Mark Zuckerberg por la desconfianza en el futuro de Meta, pese al anuncio de unos de los mejores resultados de los últimos tiempos. En la ronda informativa con los accionistas, el CEO explicó que seguiría invirtiendo en inteligencia artificial, una apuesta que muchos grandes están haciendo, aunque el modelo de negocios asociado no termina de quedar claro.
Pero posiblemente lo que más desilusionó a los inversores fue el tiempo que dedicó a explicar por qué seguiría invirtiendo en el desarrollo de anteojos de realidad virtual y el Metaverso. Sobre todo este último proyecto, que muchos especialistas dan por muerto hace tiempo, es un agujero negro de recursos para la empresa, recursos que los accionistas preferirían ver en sus bolsillos. La división que se encarga de estos desarrollos se llama Reality Labs y ya lleva consumidos 45 mil millones de dólares en ellos desde 2020, mientras que la facturación que tuvo en el último cuatrimestre fue de 440 millones.
Zuckerberg es consciente de que su insistencia con el Metaverso parece un tiro en los pies: “Históricamente hemos observado mucha volatilidad en nuestras acciones durante la fase de estrategia de desarrollo en la que invertimos en escalar un nuevo producto pero aún no lo estamos monetizando”. El reporte anticipa una inversión de entre 35 y 40 mil millones de dólares en 2024, bastante más de lo que se había anticipado. El aumento se debió sobre todo a la decisión de acelerar los desarrollos en IA y el Metaverso. Tampoco ayudó que los ingresos pronosticados para el próximo cuatrimestre marquen una relativa estabilidad.
Es cierto que en 2004, cuando nació Facebook, nadie esperaba que se transformara en una mina de oro en pocos años. Pero desde que ese crecimiento meteórico comenzó a dar señales de agotamiento, Zuckerberg intenta encontrar algo de la misma envergadura, hasta ahora con poca suerte.
Los casos más conocidos fueron sus intentos con una criptomoneda Libra y el ya mencionado Metaverso. Pese a todo, el 98 por ciento de los ingresos de Meta provienen de la publicidad que ubica en las redes sociales, un espacio en el que hay una competencia enorme y creciente. Las empresas compiten por atraer la atención de los usuarios con consecuencias sociales preocupantes y que le valieron una demanda por producir una crisis de salud mental entre los jóvenes.
Zuckerberg parece demasiado acostumbrado al vértigo de Facebook. Mantenerse como CEO de una empresa relativamente estable no lo tienta y prefiere apostar sus enormes recursos para dar otro batacazo. "Históricamente, construir estas nuevas experiencias a gran escala en nuestras aplicaciones ha sido una inversión a largo plazo muy buena para nosotros y para los inversores que permanecieron con nosotros", se esforzó por convencer a los accionistas. Por otro lado, reconoció que "construir una IA líder también será una tarea más grande que las otras experiencias que hemos agregado a nuestras aplicaciones y es probable que esto tome varios años". La palabra “años” es la que encendió las alarmas de inversores cada vez más desconfiados y les recordó otras promesas recientes similares.