Una joven de corte garçon habla enfáticamente sobre un opening que aún no se vio en Argentina y, al toque, le da paso a un capítulo estreno de Dragon Ball. Todas las células de tu cuerpo saben que están delante de un hecho histórico. Es 1999 y Magic Kids domina el cosmos de la televisión por cable con su avanzada de animación japonesa. A caballo de ese boom, El Club del Anime, el programa de divulgación otaku conducido por Mariela Carril -la joven en cuestión- se yergue portador del ADN correcto: inauguró una manera de ver, interpretar y vivir el mundo.

Por estos días, ese programa, aquella usina formativa, cumple 25 años. Y para analizar su importancia en la cultura popular actual sólo basta con repasar el nivel de animés que estrenaron: Sailor Moon, Las Guerreras Mágicas, Slam Dunk, Zenki, Virtua Fighter, Detective Conan, entre otros títulos que asomaban como una renovación estética a los dibujitos. Se jubilaban los cartoons gringos: todo el poder a los japos. Además, repitieron Súper Campeones y Los Caballeros del Zodíaco, dos pesos pesados de la época y clásicos extemporáneos. Su vigencia es total.

Leandro Oberto, director de Lazer e Ivrea, y primer conductor de El Club del Animé

El origen de El Club del Animé anida en una entrevista que Leandro Oberto, director de la revista Lazer y del sello Ivrea, le hizo a Jorge Contreras, el director de programación de Magic Kids. "Nos pusimos a hablar de horarios, series y de animé en particular. A él le quedó la idea de hacer algo específico con eso", recuerda Oberto, junto al NO. Meses después, Contreras lo llamó para hacer una Maratón de Dragon Ball.

Sí, El Club del Animé nació como excusa para darle difusión a la obra maestra del recientemente fallecido Akira Toriyama. Después de algunas pruebas en cámara, Oberto propuso hablar de shōnen (manga & animé dirigido al público masculino joven), mostrarlo en pantalla y dar contextos en una época en la que Internet era apenas un bebito muy pero muy caro y muy pero muy exótico.

"Era más difícil que esa información llegara a la gente", dice Oberto. Por entonces, los entusiastas de Lazer y los responsables de Magic Kids divisaron con buena puntería un futuro próspero para la animación japonesa. "Desde Ivrea estábamos negociando la publicación de mangas. No sé si algún canal había hecho algo así. Había muchas ganas de cambiar la situación. Recuerdo esas enormes ganas de difundir y Magic Kids era uno de los canales de cable más vistos. Era una oportunidad para llegar a esa gente", revuelve el hombre de Lazer.

En perspectiva, aquella época, y especialmente esas decisiones, fueron determinantes para generar una ebullición que más tarde fue movida y hoy es un mercado que mueve millones de dólares (y clics y views y más) alrededor del planeta. "Gente que miraba animé siguió leyendo, otros abrieron comiquerías, se crearon convenciones y todos generaron una semilla importante para que la cosa avanzara", Oberto dixit.

Parte de la producción del programa en 2003 | Gentileza de Mariela Carril

"Producir el programa era muy divertido. Comprábamos revistas que venían de España con CDs que traían openings y endings, cosa que a los seguidores les agradaba mucho. Después hice contacto con varios otakus y fanzineros. También con Gerardo, de Camelot, que aportó mucho material", apunta Kike Gramajo, productor histórico del programa, sobre aquellos días.

Y sigue: "Creo que fue un éxito porque fuimos el único canal que difundía la movida. Hablábamos con cosplayers, íbamos a las convenciones: había un mundo ahí que tenía muchos seguidores". Un datito no muy conocido: hubo un piloto de El Club del Animé conducido por Diego Accorsi, figura importante de la revista Comiqueando. ¿Y ese piloto, qué onda? Fue un programa "más genérico", de dibujos animados en general. La idea era pasar Las Aventuras de Batman, Spider-Man y diversos cartoons estadounidenses con algunas cuotitas de información. Pero Fox, Warner y Disney fueron configurando sus propios canales, debilitando el poder catódico de Magic Kids. Por eso, en parte, casi por serendipia, el animé terminó convirtiéndose en su solución.

Dice Accorsi: "El canal quería pasar dibujos animados y cada vez estaba más complicado, porque las empresas dueñas de los dibujos fueron sumando sus propios canales. Entonces, empezaron a rastrear dibujos animados que no estuvieran asociados directamente con un canal, y descubrieron que había mucho animé que se podían pasar sin que nadie les dijera que no. Entonces, tuvieron la idea de hacer un programa específico".

Programa del canal Magic Kids | Gentileza de Mariela Carril

Pero todo tiene que ver con todo. Volvamos a El Club del Animé conducido por Oberto, un joven lleno de desparpajo, magnetismo y acidez. Molesto por la "censura" que el canal infantil impartía en algunos de sus productos (afuera bombachitas de Bulma en Dragon Ball, adiós a las tetitas de Ranma ½), Oberto comenzó a despacharse con editoriales corrosivas a propósito de la "actitud" del canal. Para muchos, Oberto fue un influencer sin marco teórico. Para otros, una especie de rockstar misterioso.

"Tal vez yo tuve una visión simplista y arrogante. Ahora uno lo ve desde otra etapa: me creía inteligente cuando no lo era. Esos textos no le gustaron nada a la gente que lo producía. Me dijeron que no podía seguir, nos dimos la mano y chau, listo", revisa Oberto con ojos de hoy. Inmediatamente, volvió la invitación a Accorsi, quien se negó pero tuvo el tino de recomendar a Mariela Carril, una joven fanática del manga y el animé que pululaba por el ambiente. Mariela se convirtió en la conductora histórica de la tira desde 1999 hasta su final en 2005.

"Me llamó Diego al teléfono fijo y me agarró un julepe bárbaro. Yo a veces veía el programa. A mí me gustaba la gráfica, escribir. Hice un casting de cámara y se grabó donde se hacía A jugar con Hugo", rememora Mariela Carril ante el NO. La joven venía de armar sus propios eventos de animé, era lectora de los mangas que publicaba Cimoc, vagabundeaba junto a sus amigas por la Bond Street, decía presente en todas las fiestas electrónicas de la escena, ranchaba con el team de la RAN y tenía toda la impronta cool de VJ de MTV o Much Music. En suma, Mariela era la persona indicada para que el programa diera un salto. Lo demás es historia.

El Club del Animé robusteció su estética y la impronta cálida de Mariela convocó a nuevas huestes. "Grabábamos los lunes y salíamos los sábados y domingos. Al principio, me aprendía todo de memoria", cuenta Carril. Con una escenografía recauchutada de Sorpresa y ½ y Agrandadytos, El Club se convirtió en el cobijo de pibes y pibas que estaban por invocar a una revolución y fue el programa que le dio capilaridad y llegada a sus manías. "Coincidió con el boom del animé. Descubrieron eso y el programa les dio una ventana más allá de los dibujos", delinea Carril.

Mariela fue la conductora histórica de El Club, entre 1999 y 2005 |  Gentileza de Mariela Carril

Entretanto, uno de los gestos más transformadores del programa fue abrir su paraguas al público femenino, que no tenía representación. "Era un ambiente sin chicas", tira Mariela. En ese sentido, Diego Labra, doctorado en la Universidad de La Plata con una especialización en la circulación del manga y animé en Argentina y actual becario de la Universidad de Hamburgo, sostiene que "uno de los efectos más transformadores de la ola del manga y animé de los '90 fue abrirles las puertas a las chicas a un fandom centrado en los cómics, el cine de culto y los videojuegos, que siempre había estado dominado por hombres".

"Eso es objetivamente comprobable en fotos de eventos de la época -sigue Labra-, como en Fantabaires o en Expocomics & Anime, así como en el correo de revistas de la época. No puede subestimarse lo importante que puede ser que una nena de 9 años prendiera la tele, pusiera un programa llamado El Club del Anime y encontrara que la conductora experta en la materia fuese una mujer, como ella", cruza Labra. Brutal.

Regresemos a El Club del Animé. En 2001 cambió su escenografía y también su opening: pasó de un estallido adultescente a una línea mucho más nipona. "Siempre fue un programa muy remado. El Club no encajaba tanto en Magic, sí hubiese ido bien en Locomotion o en MuchMusic, pero se hizo lo que se pudo", despeja Carril.

Hay un punto en el que Mariela Carril y Leandro Oberto, los dos conductores del programa, se entremezclan. Carril compraba historietas en Genux, la tienda que Oberto tenía en el barrio de Palermo. Incluso, iban a hacer juntos una revista precursora de Lazer: Anime Generation. ¿¡Qué!? ¿¡What!? ¡¡¡Plot twist absoluto!!! "La tuvimos bastante avanzada. Por esa fecha cerró la comiquería y perdí contacto con Mariela", suma el primer conductor del programa. "Cuando la eligieron para conducir El Club del Animé no me pareció ninguna sorpresa", afirma.

Mariela fue referente y le abrió las puertas del animé a las pibas | Gentileza de Mariela Carril

De hecho, hace poco volvieron a juntarse en Ivreality, el show de cibercultura y nerdeadas que Ivrea y compañía tienen en YouTube. "Los números redondos no me generan algo especial. Simplemente es algo que estuvo en mi vida en una época lejana", despeja Oberto, con la cabeza puesta en el presente, a propósito del 25° aniversario de El Club del Animé.

"Leandro siempre fue muy amable conmigo y muy profesional. Yo lo respeto muchísimo. También como empresario, porque hizo de un hobby, un trabajo. Es un visionario", señala Carril sobre su par. En la actualidad, Leandro es dueño de Editorial Ivrea, uno de los sellos de mangas más importantes de habla hispana, y Mariela es profesora de comunicación y, en sus palabras, "una mujer felizmente casada y amante de los viajes".

Por caso, resulta inconmensurable la influencia de El Club del Animé en las siguientes generaciones: despertó curiosidades, gestó personalidades, alimentó pasiones, democratizó información. "El Club fue nuestra escuela. Cuando uno investiga en los archivos del programa se encuentra que dio lugar a cosplayers, artesanos, fansubs y, principalmente, fue el programa impulsor de los futuros artistas del manga argentino. Fue la puerta para descubrir Japón y fue una contención que generó la unión de todos los fans de la animación japonesa", delimita David el Saxofonista, investigador del manga nacional y archivista de Magic Kids.

Para 2003, la productora que gestaba El Club del Animé fue vendida a un grupo español. Las alarmas se encendieron por primera vez: ¿qué cambia cuando todo cambia? Para 2004 asomaba un rumor y para 2005, ahora sí, llegaría el final de las producciones originales de Magic Kids, antesala de su muerte en 2006. "Yo salía de una zapatería cuando me llamaron. Sabía que se iba a terminar, pero no tenía claro qué iba a hacer de mi vida laboral", escupe Mariela con algo de tristeza en sus labios.

"El Club del Anime fue la oportunidad para que entrara el animé al entretenimiento mainstream y que sea parte de esa rueda. Funcionó para que la gente tomara conciencia de que había un fandom muy grande alrededor del mundo y que no era algo casual, sino que era parte de un fenómeno global", concluye Oberto.

A 25 años de aquel hito histórico, los archivos digitalizados de El Club siguen reverberando en Internet, como un volcán de nostalgia, pero también como un artefacto pop que continúa destilando alegría y conocimiento. A la sazón, El Club del Animé fue una universidad por otros medios y, en la actualidad, se constituye como una especie de almohada cómoda con la que varias generaciones se aferran y buscan allí algo más que pertenencia. Ni llantito evocativo, ni paladar antiguo: ahí hay amor. "Si tuviste un lugar de la infancia en el que fuiste feliz, siempre querés volver", remata Mariela, como una estocada al corazón.


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