Perón (aún) cumple, Fonso dignifica. El músico, cantante y compositor (ex enfant terrible del indie argentino) tocará este miércoles en Niceto Club, a las 20 hs, un disco cuyo título honra al 1° de mayo. Día del trabajador es el nombre de este puñado de canciones inspiradas en la justicia social y en el AMBA. “Será la primera vez que haremos el disco entero”, advierte el artista acerca de este parteaguas en su iconoclasta obra, devenida en uno de los mejores álbumes de la cosecha discográfica del pop y el rock local en 2023. “Más que una presentación, este recital será una celebración”. Para calentar la previa del show, el nativo de Castelar empapeló buena parte de la vía pública porteña con imágenes de su rostro afines a la propaganda estalinista (como las del acuarelista Konstantin Cheprakov) y también a la peronista (de la autoría de, por ejemplo, Héctor Alfonsín).
¿Usaste adrede la estética para promocionar este recital?
Sí, lo hice a propósito. Me dieron ganas de meterme en ese terreno. Por ahora, no recibimos quejas. Todo lo contrario. Quienes entendieron lo que estamos haciendo, agradecieron por mostrar la postura. El disco no habla del peronismo, ni de Macri, ni mucho menos de Milei. Es una colección de relatos de la vida de los trabajadores. Ahora estamos en un momento de precarización bastante zarpada. Así que claramente es un disco opositor. Y lo digo con orgullo. Me parece que salió a tiempo. Está bueno que crezca solo, a medida que es inversamente proporcional a la alegría que tenemos como argentinos.
-Durante el tratamiento de la Ley de Bases, el diputado Alejandro Vilca evocó a los “Mártires de Chicago”. Hace tiempo que nadie se acordaba de los orígenes del Día internacional de los trabajadores. ¿Qué sentido tiene para vos esa fecha en esta época?
-En Argentina, nadie piensa en los Mártires de Chicago. Es una historia estadounidense. Acá el 1° de mayo es algo así como “Me hago un asado”. Y creo que sirve para celebrar que cada argentino pueda hacerse un asado una vez al año. No hay que ser tan solemnes con respecto a la fecha, pero sirve para pensar en la situación laboral en la actualidad. Es un día para movilizarse.
-El lema de la marcha de este miércoles es “La patria no se vende”.
-No hay duda de que será el 1° de mayo más triste en décadas. Las condiciones laborales son cada vez más deplorables. La movilización universitaria fue impresionante, y fue más importante que cualquier cosa que haya hecho la CGT hasta el momento.
-Existe la sensación de que una de las profesiones más sustentables es la tuya, pese a la crisis que atraviesa el país. Cada vez hay más recitales, más artistas y más lanzamientos de discos. ¿Vivís de la música?
-Todavía no. En la música hay un montón de dinero, pero, como en toda crisis, se la guardan los que más tienen. Estoy de acuerdo con que la industria musical la está pasando un poco bien. En los últimos años, juntó guita de la pandemia, del trap y de la música caribeña. Eso no significa que los músicos estemos en un espectro de estabilidad. Mi alquiler es cada vez más caro, y hacer recitales y giras también. Los músicos no tenemos paritarias, ni acuerdos salariales.
-Si te candidatearas para liderar el gremio de los músicos, ¿qué le propondrías a tus colegas?
-Mi primera propuesta es que dejen de darle pizza a los músicos. Creo que tendría muchas firmas, porque los músicos dejarían de alimentarse a base de harinas. Nadie se pondría en contra, y nos ayudaría a meternos en propuestas más importantes.
-¿Cómo cuáles?
-Contemplar viáticos en las pagas de los recitales. Con el INAMU (Instituto Nacional de la Música) casi hibernando, ya no tenemos subsidios para sacar pasajes más baratos. Ahora hay que autofinanciarse las giras. Y existen muchas otras cosas más que no están organizadas. SADAIC (Sadaic Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música) y AADI (Asociación Argentina de Intérpretes) funcionan bien, aunque arcaicamente. Son los que más o menos organizan el trabajo de los músicos y las músicas.
-La canción que abre el disco, “Eso no es amor”, hace referencia al “espía infiltrado de la industria musical”. ¿A quién va dirigida?
-Es un tema que partió de la bronca. Lo del espía es una imagen que me gustó imaginármela. En la canción, la industria musical es un enemigo. Es una bardeada gratuita para toda la gente que no tiene onda. Estoy en contra de la manera cómo funcionan el discurso individualista y el dinero. Si el enemigo en los 90 eran la discográficas, ahora son las plataformas de streaming.
“Eso no es amor” suena musicalmente al paradójico krautrock alemán. Pero asimismo establece un símil con cualquiera de los temas raudos del disco Recrudece, de Virus. Esa ambigüedad se mantiene en las otras nueve canciones del repertorio, lo que aleja al álter ego de Lucas Difonzo de su idiosincrasia experimental, para acercarlo a una circunstancia más artpop. Esto le sirvió además para estrechar lazos con los invitados del Día del trabajador: Daniel Melingo, Marilina Bertoldi y El Príncipe Idiota, cuyos perfiles sonoros no hubieran sido compatibles en un pasado no tan remoto. Al igual que el del productor del álbum, Leandro Lopatín (Turf, Poncho). “Los actos de rebeldía están buenos si los hace una figura pública, pero ése no es mi caso”, dice. “La idea de hacer un disco así estuvo antes de que fuera publicado”.
-¿Qué pasó?
-La decisión de hacer un disco más popular influyó en eso. No estoy hablando de números de reproducciones, sino del sentido literal de la palabra: para todos. Queríamos hacer un disco de rock compuesto por canciones fáciles de tocar y que tuvieran que ver con el lugar en el que vivimos. Es lo menos indie que hice.
-También lo más colectivista que hiciste…
-Tiene que ver con la dignidad que siente uno cuando trabaja. Hay una simpleza general en las canciones que ayuda a esta situación. Y eso aparece cuando hacés un disco con muchas personas.
-El disco recorre varios lugares de Capital y Gran Buenos Aires, lo que lo conecta con la tradición geográfica del rock argentino.
-Tuvo un sentido bonaerense, como ningún otro disco mío. No hace falta ser tan introspectivo para generar mística en una canción. Hoy la realidad es bastante superior a la ficción. No hay que buscar mucho.
-Dejaste tu vara alta, pese a la sencillez.
-Sí, lo sé. Y me quiero matar por eso. Siempre hice música que me gustaba, lo que fue muy egoísta de mi parte. Pero esta vez hice algo para alguien que quiere acordarse de una letra. De repente, todo tuvo sentido.