Al menos trece personas murieron y 21 se encuentran desaparecidas por las intensas lluvias registradas en el estado de Rio Grande do Sul, en el sur de Brasil. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva viaja este jueves al lugar para reunirse con los ministros locales y seguir de cerca la emergencia.
Las precipitaciones obligaron además a desalojar a 3.393 personas en más de 100 municipios del estado, muchos de los cuales fueron trasladados a refugios, según informaron desde Defensa Civil.
El organismo reportó también 11 heridos y 19.110 afectados.
"Mañana voy personalmente al sur para verificar la situación y el trabajo conjunto de los ministros con el gobierno del estado", anunció el miércoles Lula en la red social X.
El gobernador del estado, Eduardo Leite, solicitó al Ejecutivo no solo apoyo con recursos federales como aeronaves para realizar rescates, sino con "la efectiva participación y liderazgo de quienes tienen entrenamiento para una situación de caos y de guerra".
"Estamos frente al peor desastre de la historia de nuestro estado", dijo Leite en una conferencia de prensa. El funcionario explicó que la inestabilidad meteorológica continuará los próximos días y que las precipitaciones alcanzarán niveles inéditos en algunas zonas.
Los decesos registrados ocurrieron en las localidades de Encantado, Itaara, Pantano Grande, Paverama, Salvador do Sul, Santa Cruz do Sul, Santa Maria y Segredo, señaló un vocero de Defensa Civil.
"Perdimos todo, todo, toda la comida, todo lo que teníamos dentro de la casa", dijo al medio g1 Adriana Salete Gas, una vecina de la ciudad de Santa Cruz do Sul. "Nuestra casa tiene 2 metros de altura y aun así se inundó", contó.
En esa ciudad, socorristas trasladaban en botes a decenas de residentes, entre ellos niños, mostraron imágenes de televisión. Muchos fueron alojados en las instalaciones deportivas de un parque, convertidas en albergue.
Llamado para evacuar
Las persistentes precipitaciones dejaron localidades aisladas por la caída de puentes y el hundimiento de calles.
Las autoridades urgieron a la ciudadanía a evacuar sus hogares si se encuentran en zonas cercanas a ríos o en colinas, por riesgos de deslizamientos.
Las rutas están completamente cortadas en más de 60 puntos debido a derrumbes, inundaciones o hundimientos de las vías.
Defensa Civil concentra desde el martes sus esfuerzos en el rescate de familias atrapadas en sus viviendas, en muchos casos en los techos.
Sinimbu, un poblado de unos 10.000 habitantes en el centro de Rio Grande do Sul, se encuentra bajo agua, con calles y avenidas convertidas en ríos.
Su alcaldesa, Sandra Backes, dijo que estaban sin internet, agua ni luz y calificó la situación como "una pesadilla".
"Sinimbu está en un escenario de guerra, completamente destruida. Todas las tiendas, comercios, supermercados, todos están arrasados", dijo en un video publicado en Instagram.
Sin clases ni agua potable
Tras una reunión del gabinete de crisis regional, el vicegobernador de Rio Grande do Sul, Gabriel Souza, manifestó que las pérdidas en las zonas afectadas rondan los 100 millones de reales (unos 20 millones de dólares).
Las fuerzas armadas dispusieron aeronaves capaces de realizar vuelos nocturnos para emprender rescates en zonas de difícil acceso. Pero las malas condiciones meteorológicas dificultan las labores en algunas localidades.
En todo el estado, unas 130.000 personas están sin agua potable y los servicios de teléfono e internet están interrumpidos en al menos 60 municipios.
Las clases fueron suspendidas en todo el estado.
El Instituto Nacional de Meteorología de Brasil indicó que el volumen total de lluvia puede superar los 100 milímetros en las próximas 24 horas en Rio Grande do Sul y el estado vecino de Santa Catarina, también en el sur.
En septiembre, al menos 31 personas murieron por el paso de un devastador ciclón en el estado.
Expertos atribuyen los fenómenos extremos y la inestabilidad meteorológica al cambio climático y a una agudización del fenómeno de El Niño.
Los científicos estiman que las temperaturas globales actuales son alrededor de 1,2º C más altas en general que a mediados del siglo XIX, lo que causa un aumento de inundaciones, sequías y olas de calor.