LAS COSAS INDEFINIDAS 7 puntos
(Argentina, 2023)
Dirección y guion: María Aparicio.
Duración: 80 minutos.
Intérpretes: Eva Bianco, Ramiro Sonzini, Pablo Limarzi.
Estreno exclusivamente en Malba Cine (Av. Figueroa Alcorta 3415), los viernes a las 20 horas.
El tercer largometraje de la realizadora cordobesa María Aparicio comienza con un plano de su protagonista sentada, observando el féretro que contiene el cuerpo de alguien cercano. Luego del título en pantalla, Las cosas indefinidas vuelve a esa misma mujer, de unos 50 años, mientras dicta una clase en una escuela de cine. La reflexión teórica de la profesora es también un soliloquio: “Todo lo que fue filmado, conscientemente o no, desde el nacimiento del cine hasta hoy, tiene como destino final convertirse en archivo. El mundo se convierte en repetible. Por supuesto, la repetición del pasado en los archivos no es sino una sombra, un espectro de lo que fue”. Eva (la gran actriz Eva Bianco) presenta así a los alumnos esa cualidad fantasmal del cine, antes de poner en discusión el mal o buen uso del material de archivo. Pero algo la altera y, antes del horario concertado, decide abandonar la clase. El muerto, un cineasta con quien Eva -montajista de profesión- trabajó durante muchos años, no parece querer soltarla, como suele ocurrir luego de un fallecimiento cercano e inesperado.
Sobre las nubes, el largometraje de corte coral con el cual Aparicio ganó merecidamente un lugar de relevancia en el cine argentino contemporáneo, contrasta con este relato mucho menos expansivo pero igualmente personal. Cuánto de ficción, cuánto de documental y cuánto de reconstrucción de lo real late en las imágenes y sonidos de Las cosas indefinidas es algo que no tiene demasiada relevancia, pero es claro que todas esas líneas están presentes en simultáneo, conversando entre sí. No es casual que el film esté dedicado a Pablo Baur, documentalista cordobés muerto a los 53 años cuya figura y destino tal vez le haya dado forma final a la película. Eva recorre una zona de crisis velada con su profesión (“Por momentos le angustia pensar que se transformó en una editora apática, cínica”, afirma una voz en off, que no es otra que la de Aparicio), mientras trabaja junto a su colaborador Rami (el crítico Ramiro Sonzini) en un documental sobre la ceguera, y duda ante la posibilidad de abrir el contenido de ese disco rígido que Juan, el cineasta fallecido, dejó en su poder sin especificar el contenido.
Y ahí están esas cosas indefinidas del título, concepto tomado textualmente de un diario de rodaje, que bien podrían ser aquellas cosas que Eva siente y no logra describir y, asimismo, referir a la construcción de sentido durante el proceso de montaje. En una de las escenas más profundas –y paradigmáticas– de la película, Eva y Rami discuten la pertinencia o no de incluir en la edición del documental sobre no videntes sus rostros, registrados como simple referencia visual del audio grabado durante las entrevistas. ¿Es el film dentro del film un documental sobre la ceguera o, por el contrario, sobre esas personas ciegas en particular? La diferencia es mayúscula y en esos momentos Aparicio incluye una dimensión ensayística que no es nada menor en el conjunto (en una vuelta de tuerca algo irónica, es ella misma quien aparece en cámara como la directora del documental, aunque su punto de vista –gajes del oficio– difiere en gran medida del de la editora).
Mientras las flores de un ramo se marchitan, algunas a una velocidad mayor que otras, Eva atraviesa el proceso de duelo mientras termina un trabajo y comienza a discutir otro, abriendo finalmente ese disco rígido cuyo contenido desconocía. Si el cine a veces se mezcla con la vida y los muertos visitan en los sueños, como esos “fantasmas” fílmicos que regresan del pasado cada vez que una película es proyectada, Las cosas indefinidas puede confundirse con una simple reflexión intelectual sobre al acto creativo y su relación con la existencia real. Que lo es, pero sin dejar de lado una dimensión sensible y secretamente tierna.