Lejos del pregón presidencial de que “no hay plata”, al Ministerio de Seguridad le sobra tanto el presupuesto que decidió gastarlo en nuevo armamento para ser utilizado en protestas y procedimientos de detención. Se trata de pistolas de aire comprimido supuestamente “no letales” que lanzan postas cargadas con gas pimienta y sirven para inmovilizar y aturdir a sus víctimas.
El nuevo y creativo “chiche” será destinado sólo al personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que previene, detiene y reprime en aeropuertos y zonas circundantes.
Se trata de las pistolas Byrna, que son armas de aire comprimido que lanzan postas de goma cargadas con distintas sustancias. Según sus fabricantes, pueden utilizarse para tareas de prevención que tienen un alcance de 20 metros aproximadamente.
Las indicaciones dicen que revisten un riesgo menor en comparación con las cuestionadas Taser, las pistolas eléctricas que también incorporó la administración de Patricia Bullrich.
Las Byrna no son un arma de fuego pero lastiman. Son similares a las que se utilizan en los juegos de paint-ball que disparan balas con pintura, pero la diferencia clave es que las que compró la ministra pueden utilizarse con municiones que sí hacen daño.
Se cargan con postas de goma con gas pimienta en su interior, que al ser disparadas contra una persona la inmoviliza produciéndole irritación, alterándole la capacidad respiratoria y otros efectos nocivos que duran, aproximadamente, media hora.
El mecanismo de disparo es con aire comprimido. Es decir que las municiones son lanzadas por un disparo posibilitado por un cartucho descartable de gas CO2 (dióxido de carbono).
La tecnología que requiere un alto costo de mantenimiento. En el mercado, el precio de cada tanque de CO2 cuesta aproximadamente 40 mil pesos y dura al menos 60 disparos. El mismo valor tiene el costo de solo cinco cartuchos de gas pimienta.