La historia del fútbol registra varias tragedias. Hubo una que marcó al fútbol italiano: el 4 de mayo de 1949 quedó destrozado el mejor equipo de Italia y base de la selección azzurra. El mundo salía de la Segunda Guerra y ese día, a falta de un año para que se volviera a disputar la Copa del Mundo después de doce años, el avión que llevaba al plantel del Torino se estrellaba en la colina de Superga. El fútbol se vestía de luto.
Un equipo hegemónico
Italia era el vigente campeón del mundo. Había conquistado el trofeo Jules Rimet en 1934 y 1938. La invasión alemana de Polonia marcó el inicio de la guerra, con lo que no hubo Mundial en 1942 y 1946, años en los que, se supone, el formidable predominio del fútbol argentino a nivel sudamericano podría haber tenido una consagración que recién se dio en 1978.
El seleccionado italiano, como campeón del mundo, clasificó de manera automática para el Mundial de 1950, al igual que Brasil, el país anfitrión. El mundo todavía restañaba sus heridas después del mayor conflicto bélico de la historia. En Europa, los campeonatos locales se normalizaron. Por caso, no hubo torneo en Italia entre 1943 y 1945. Antes de ese parate, el scudetto se lo había llevado el Torino.
Cuando la liga italiana volvió a jugarse en 1945, tras la caída del fascismo, el equipo de la capital piamontesa volvió a salir campeón. A la coronación de 1946 siguieron las de 1947, 1948 y 1949. O sea que ganó cuatro ligas al hilo; cinco contando la que se había disputado antes de la suspensión de 1943. Y había sido subcampeón en 1939 y 1942. Antes, su primer título había sido en 1928.
El hecho de ser el mejor equipo de la península hizo que buena parte del plantel fuera convocado para el seleccionado de Italia. El capitán del Torino, Valentino Mazzola, llegó a la azzurra y allí también fue capitán. Era un formidable delantero y símbolo del Torino pentacampeón (su hijo Sandro sería estrella del Inter y la selección en los 60 y 70). El arquero Valerio Bacigalupo también había sido convocado a la selección por sus actuaciones en el Grande Torino, como se conocía al cuadro piamontés. Su suplente era Dino Ballarin, cuyo hermano Aldo jugaba de defensor.
Otros jugadores de relieve en el plantel que fueron llamados al seleccionado eran el defensor Virgilio Maroso, el mediocampista Eusebio Castigliano, y los delanteros Émile Bongiorni y Gugliemo Gabetto. Todos ellos integran la lista de 18 muertos en el accidente aéreo que conmocionó al fútbol.
El vuelo fatídico del Torino
El plantel había viajado a Lisboa para disputar un amistoso con el Benfica. Era un cómodo puntero de la liga italiana y se disponía a salir campeón, toda una costumbre. Después de jugar en Portugal, la delegación del Torino abordó un monoplano FIAT G.12 de la empresa Avio Linee Italiane. Después de una escala en Barcelona, el avión despegó rumbó a Turín.
Al aproximarse la pista de aterrizaje, había mal clima. Al momento de alinearse para comenzar el descenso, el fuerte viento ya lo había inclinado hacia la derecha. Hoy se cree que una falla del altímetro pudo haber hecho creer a los pilotos que estaban a mayor altura.
El avión impactó en la colina de Superga, a pocos metros del aeropuerto. Más precisamente en el terraplén de una basílica que se encuentra allí. Solamente quedó intacta la cola del avión. Perecieron las 31 personas a bordo. Además de los 18 jugadores murieron el entrenador húngaro Egri Erbstein, dos integrantes del cuerpo técnico, tres dirigentes, tres periodistas y los cuatro miembros de la tripulación.
La noticia consternó a Italia y muy en especial a Turín. El funeral congregó a medio millón de personas. En ese marco, el Torino conquistó la liga por decisión de la federación italiana (algo similar a la decisión de la Conmebol con Chapecoense en la Copa Sudamericana de 2016). Los cuatro partidos que quedaban por jugar ofrecieron una muestra de caballerosidad deportiva: como el equipo había quedado diezmado por la tragedia, los rivales le jugaron con juveniles.
A la tragedia humana siguió la debacle deportiva. En la siguiente liga, el Torino terminó sexto y en las siguientes campañas finalizó por debajo de mitad de tabla hasta descender en 1959. Regresó a la primera división al año siguiente y en 1976 sumó su último título local. Mientras, su rival de toda la vida, la Juventus, ganaba ligas y copas europeas.
La selección italiana también se vio afectada. Sin los jugadores que habian fallecido, se armó un plantel de menor jerarquía para el Mundial de Brasil. En la defensa del título mundial cayeron 3 a 2 ante Suecia y le ganaron a Paraguay. No pudieron pasar a la siguiente ronda. El shock por la tragedia de Superga perduraba un año después: el seleccionado viajó a Brasil en barco.
El viaje de River
En el medio, se vio la solidaridad del fútbol ante la primera gran tragedia en la historia del deporte más popular del mundo. El gesto más conocido llegó desde la Argentina. River se ofreció a jugar un partido en Italia a beneficio de los familiares de las víctimas. Apenas habían pasado tres semanas desde el accidente cuando el 26 de mayo River enfrentó a un combinado bautizado Torino Símbolo ante 60 mil espectadores en el actual Estadio Olímpico de Turín.
El encuentro terminó 2 a 2 y fue la primera vez que se vio en suelo europeo a quien sería una leyenda del fútbol mundial: Alfredo Di Stéfano. La Saeta Rubia anotó uno de los goles millonarios; el otro lo marcó Ángel Amadeo Labruna. En el arco de River estuvo otra gloria del cuadro de Núñez: Amadeo Carrizo.
El vínculo entre ambos clubes perduró a través de las camisetas suplentes. River incorporó como vestimenta alternativa una casaca color bordó, que es la del Torino. Por su parte, los piamonteses empezaron a usar como segunda camiseta una de color blanco con una banda color bordó, que remeda al diseño de la camiseta titular de River.
El fútbol tuvo tragedias posteriores que se cobraron la vida de varios planteles. En 1958, el Manchester United sufrió la muerte de ocho jugadores en el accidente aéreo de Múnich, que en total se cobró 23 vidas. En 1987, el avión que llevaba al plantel de Alianza Lima, uno de los equipos más populares de Perú, cayó al Pacífico: murieron 16 jugadores y nueve personas del cuerpo técnico (hubo 43 víctimas en total). Antes, en 1953, el fútbol peruano había sufrido el accidente del micro que llevaba al plantel del Juan Aurich, que dejó 22 muertos. En 2016, el Chapecoense de Brasil viajaba a Colombia a disputar la final de la Copa Sudamericana contra el Atlético Nacional de Medellín: el avión cayó en Bolivia y hubo 71 muertos.
El poeta italiano Mario Luzi dedicó un poema titulado "A los campeones del Torino", y que se cierra así: "¿Ya no hay nada, ya no hay nada, o un destello? Nada, nada, no queda nada, está lloviendo aquí donde decimos Rigamonti,Castigliano, Maroso, Ballarín".