Antes de acompañar a Martín Fierro cuando por estas pampas se puso a cantar, la vihuela secundó las variadas formas de la melancolía cortesana en la España del siglo XVI. Desde ahí, su aura se proyectó en un repertorio escueto y precioso, hecho de canciones, adaptaciones de madrigales foráneos, y piezas instrumentales leves y sensibles. El sábado 4 a las 17 en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, ubicado en el Palacio Noel (Suipacha 1422, Retiro), Ariel Abramovich y María Cristina Kiehr ofrecerán Imaginario: de un libro de música de vihuela, un recital con páginas de Juan Vázquez, Luys de Narváez, Miguel de Fuenllana, Jacques Arcadelt y Adiran Willaert, entre otras. A la sala se accede con la entrada al Museo –de $500 para el público en general– por orden de llegada, hasta cubrir la capacidad.
Radicados en Europa desde hace décadas, Abramovich y Kiehr son artistas plenamente reconocidos en el universo de la música antigua y las interpretaciones históricamente informadas. Kiehr es una de las voces más hermosas de ese ámbito, en el que además es pionera. Actuó con los principales grupos especializados en este repertorio, con los directores más prestigiosos, en teatros y festivales importantes del mundo. Abramovich se formó con Hopkinson Smith, en la Schola Cantorum Basiliensis y fundó varios grupos y ensambles en torno al repertorio antiguo. Pensando en la literatura ibérica para voz y cuerda pulsada del siglo XVI, en 2013 la soprano y el vihuelista formaron Armonía Concertada. “La idea que nos reunió fue la de por un lado aproximarse al repertorio de vihuelistas, pero también la de expandirlo; es decir, no limitarnos a tocar las fuentes impresas, e imaginar un antes y un después de eso”, comenta Abramovich en charla con Página/12.
“Pasé muchos años tocando el repertorio impreso para vihuela y canto, las siete fuentes originales que nos llegan desde siglo XVI, y a partir de ahí surgieron de manera natural algunas inquietudes. Por ejemplo, preguntarse qué pasó con el canto acompañado a la vihuela antes del primer libro publicado, el de Luis Milán de 1536, y después del último, el de Estevan Daza de 1576”, explica el vihuelista. “A eso respondimos con dos hipótesis en música: el primer programa que hicimos, con obras de los cancioneros ibéricos más tempranos que arreglé para cantar y tocar, y este programa Imaginario: de un libro de música de vihuela, que propone una secuela, un especie de octavo libro, de ficción, pero históricamente informado”, continua Abramovich.
El dúo cuenta con dos producciones discográficas de sellos europeos. En 2021, la casa Glossa publicó The Josquin Songbook, con intabulaciones de Josquin Desprez. Antes, en 2019, el sello Arcana editó el disco que es el que da nombre al concierto del sábado en Buenos Aires. “Estas son cosas que se pueden pensar junto a una cantante como Kiehr, que es para mí un modelo de trabajo y talento”, asegura Abramovich. “Además de la amistad que nos une, María Cristina tiene por un lado todo lo deseable en una cantante especialista: conoce y trabaja concienzudamente el texto y todo el aspecto retórico, tiene muchísima experiencia escénica, posee casi un halo místico en el escenario, tiene una voz de una belleza única. Pero por el otro lado, como es violinista de formación, tiene esa cualidad de instrumentista, esa meticulosidad y conciencia al trabajar, ese punto medio obsesivo que permite llegar a resultados muy especiales”, continua el vihuelista.
–¿Cómo fue tu acercamiento a la vihuela y su repertorio?
–De adolescente tuve un profesor de guitarra clásica a un hoy querido y admirado amigo y colega, Miguel de Olaso, que en esa época empezaba a tocar guitarra barroca y preparaba su ingreso a la Schola Cantorum Basiliensis, donde enseñaba el gran Hopkinson Smith. Con Miguel empecé a estudiar música de vihuelistas, aprendí a leer tablatura y descubrí que eso era lo que quería hacer con mi vida. Al poco tiempo, muy joven, fui yo mismo a Basilea a formarme con Hopkinson Smith. El repertorio de vihuela siempre fue de los que más me sedujeron, y a él dediqué y dedico buena parte de mi vida.
–Hace unos años se hablaba de un auge de la música antigua y eran numerosas las ediciones discográficas. ¿Continua ese auge?
– Asistimos a una crisis del mercado discográfico. Una crisis que en nuestro medio muestra como uno de sus síntomas la aparición de muchísima basura vendida como “música antigua”. Me refiero a producciones en general triviales y desinformadas, y algunas decididamente malas. De todas maneras, ante esta proliferación de porquerías aparecen como respuesta artistas que defienden proyectos maravillosos, de una belleza e integridad artística enormes, aunque muchas veces sin el reconocimiento o visibilidad merecidos. En el ámbito de la música antigua hay una tradición que sigue haciendo cosas maravillosas, hay intérpretes realmente impresionantes y proyectos que vale la pena escuchar. Pese a la crisis del mercado del disco, seguimos grabando y publicando, y esperamos poder seguir haciéndolo por mucho tiempo.