Cassandre Bouvier y Houria Moumni fueron encontradas asesinadas en la quebrada de San Lorenzo, en Salta, el 29 de julio del 2011. Su muerte no terminó. El pedido de justicia tampoco. El padre de Cassandre, Jean-Michel Bouvier e Innocence Project, piden por la inocencia de Santos Clemente Vera, condenado a prisión perpetua en 2016 y reclaman a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que lo libere. El cree que Cassandre merece justicia y no una condena a cualquier precio y que su memoria se deshonra si hay un preso que no es culpable de su muerte. Y, además, que la investigación no está cerrada y tiene que continuar con pistas que fueron archivadas en un expediente en el que no confía.

Cassandre y Houria se conocieron en el Instituto de Estudios Avanzados de América Latina (IHEAL), una institución adscripta a la Universidad Paris III-Sorbonne. Houria tenía 24 años y era de origen marroquí. Había terminado su tesis de maestría sobre la migración sirio-libanesa en la Argentina. Quiso salir del paper y pisar la tierra y agarró la mochila para viajar por Sudámerica. Cassandre tenía 29 años y había estudiado la revolución sandinista de Nicaragua en la prensa española y la diáspora dominicana. Había viajado por Sudámerica, Centroamérica y el Caribe: desde Republica Dominicana, Guatemala, El Salvador y Argentina, según reconstruyó una investigación de París Match. 

Las dos viajaron a Salta y dejaron, el 15 de julio del 2011, sus bolsas de dormir, sus teléfonos y su computadora con sus últimas fotos en el hotel donde dormían. A las 16:23 compraron la entrada al parque de la Quebrada de San Lorenzo y catorce días después se las encontró asesinadas en un sendero del parque. En febrero del 2016 la sala III del Tribunal de Impugnación de Salta condenó a prisión perpetua a Gustavo Lasi (que había sido condenado en primera instancia a treinta años de prisión) y a Clemente Vera (que había resultado absuelto durante el juicio) por robo, abuso sexual con acceso carnal y homicidio. La justicia dio respuestas a un caso en el que la presión internacional del ex presidente francés Nicolás Sarkozy exigía respuestas y no aceptaba impunidad. Pero todavía se cuestiona la investigación apresurada e irregular y siguen titilantes las dudas sobre una presunta fiesta de hijos del poder, una mujer con anteojos de sol que se encontraron en un lugar cercano al de los cuerpos y la falta de datos sobre otros detenidos y familiares de los investigados.

El 1º de agosto del 2017, Innocence Project Argentina, junto con el abogado José Humberto Vargas, presentaron un Recurso de Queja ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la condena a Santos Clemente Vera a prisión perpetua. La Corte de la Justicia de Salta rechazó el recurso de inconstitucionalidad planteado contra el fallo dictado por la Sala III del Tribunal de Impugnación de la Provincia y, por eso, ahora la decisión depende del máximo tribunal. “La condena de Santos Clemente Vera se funda en indicios que no lo identifican como responsable y resulta arbitraria. Además corresponde la realización de un nuevo juicio frente a la decisión que revoca una absolución lo que la justicia de Salta incumplió arbitrariamente. También se reclama la aparición de muestras biológicas extraídas a las víctimas durante la autopsia que lesionan los derechos de las víctimas de conocer la identidad de los verdaderos autores. Por eso, se busca que se identifiquen a los verdaderos culpables y no se condene injustamente a un inocente”, resalta la abogada de Innocence, Natalia Lippmann Mazzaglia. 

Un padre que pide que liberen a un preso sentenciado por matar a su hija no es habitual. Pero Bouvier no cree que la sentencia sea justa. Y la injusticia lo atormenta como la ausencia de su hija que lleva en el cuerpo como un temblor que no encuentra calma. Por eso, él subraya: “Encarcelar a un inocente es como asesinar otra vez a mi hija. La injusticia de su muerte no es para provocar más injusticias”. Bouvier viajó a la Argentina para realizar este reclamo y se reunió con el Ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, con el Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey y con la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. A todxs les leyó una carta de condolencias de dos investigadores académicos que trabajaban con Cassandra y que él siente como su mejor carta de presentación: “Cassandra amaba la tolerancia, la libertad de pensar y de actuar en el respeto del otro. No le gustaba la injusticia, la pobreza, la exclusión. Le gustaba ser solidaria con los que sufren y actuar para ellos, descubrir la vida de la gente, sus culturas y defender esa diversidad”. El padre lee a su hija en esa carta. La lee y dice “Esa era Cassandra. Esto es ella”. 

Jean-Michel Bouvier vino a la Argentina, una vez más, a pedir justicia, se encuentra con Las12 para una entrevista en su hotel y su rostro está tan perturbado por el dolor como si la noticia de la ausencia acabara de llegar o nunca más pudiera amainar sus pasos. No está sedado por el tiempo, sino cansado y convencido de cada error del expediente. Sus manos dibujan en el aire los gestos que no necesitan traducción del francés al castellano: la furia, las preguntas, la ausencia, las pericias, el apuro, las presiones, la falta de respuestas. Las manos se levantan entre su camisa blanca y no descansan. Sus puños se abren. Sus puños se cierran. Los dedos forman un círculo en el aire. La piel que deja desnuda la barba blanca que lo cubre se enrojece. Nada en él permanece igual sin Cassandre. No tiene tregua para un dolor que no encuentra en los sellos ni en las rejas el final del camino. No hay final del camino para el camino que iniciaron Cassandre y Houria. Y mucho menos si ese camino –ideado por ellas entre tierra y libros, diarios y selvas- queda plagado por la injusticia. 

“Es difícil de contestar”, dice Bouvier, de 69 años, sobre el recuerdo de su hija. Conoce cada centímetro del expediente y lo repite con precisión científica. Su hija es un latido que no guarda en ninguna valija y que no le da tregua ni en América ni en Europa. “Quizás es difícil de contestar porque no era simplemente una hija”, enmarca. Desde su juventud Bouvier siempre soñó con tener una hermana. Tuvo un hermano con una discapacidad grave que falleció en el 2009 y sufrió que no haya otro hijo en la familia. “Yo sabía desde muy joven que las cualidades de un hombre y de una mujer se complementaban de forma muy distinta a la de dos hombres”, reflexiona. “Cassandre representaba eso. Ella era el vínculo entre su hermano y su hermana y era el vínculo entre su madre y yo que estamos divorciados y todos fuimos conscientes que no iba a ser lo mismo con su muerte y eso es lo que pasó”, dice y dice que está diciendo cosas difíciles que no suelde decir mucho. Dice y la mirada triste queda imborrable en quien lo mira y descubre una profundidad que no tiene entierro. “A pesar de no ser religioso ni creer en Dios pienso que Cassandre tomó posesión de mi cuerpo. Se empoderó de mi cuerpo”, cuenta y cuenta de Cassandre que exhala orgullo por las manos imparables que buscan justicia, no a cualquier precio, sino verdadera justicia.  

¿Por qué pide por la libertad de Clemente Vera?

–Lasi tiene las pruebas científicas y objetivas de su culpabilidad. El arma pertenecía a su padre, se encontró ADN y el celular de Houria fue encontrado en la casa de su compañera, entre otros elementos. En cambio, no hay ninguna prueba objetiva ni científica contra Vera. Solamente se encontró un ADN mitocondrial –que privilegia la línea femenina de un individuo– y es un elemento de prueba muy débil con un 60 por ciento de correspondencia. Para la policía científica francesa encontrar un ADN mitocondrial no es un elemento contundente sino solamente si hay otros elementos en el mismo sentido. Además hay parte de las pruebas que fueron tomadas en el crimen que se perdieron y no fueron examinadas. Con Innocence Project le preguntamos a la justicia de Salta dónde están esas pruebas.

¿Usted cree que Clemente Vera es un chivo expiatorio por ser pobre y vivir cerca de la zona del crimen?

–Se puede imaginar, sí. Además el Juez Martín Pérez hizo su investigación en un tiempo muy corto. El documento que apunta a Lasi y Vera fue entregado a Nicolás Sarkozy el 14 de septiembre del 2011 por Cristina Kirchner. A mí me lo habían entregado dos días antes. Este documento el Juez Pérez lo redactó alrededor del 25 de agosto y yo me había encontrado con él el 5 de agosto y todavía no estaba la línea de acusación. En veinte días hizo su investigación. Y para llevar a cabo ese tipo de investigación en veinte días hay que contar con un juez muy competente y una policía muy competente. El examen del expediente demuestra todo lo contrario: hay fallas en la investigación.

¿Fue un expediente apurado para cumplir con las relaciones internacionales con Francia?

–El Presidente Nicolás Sarkozy es alguien muy peleador. Después del juicio hablé con Urtubey y le pregunté si Cristina lo había llamado y me dijo que sí. Urtubey hizo lo mismo con el jefe de policía y eso me parece normal. El problema es el efecto de esto con una policía poco competente y con un juez que no tenía la personalidad suficiente para resistir a este clima de presión. El Juez Pérez siempre me repetía de manera mecánica: “Quiero cerrar esta investigación”. Un juez competente no dice eso, sino que quiere encontrar culpables. 

¿Se encontró con Cristina Kirchner en este viaje?

–Me encontré por tercera vez y siempre estuvo bastante claro que Cristina Kirchner me apoyó cuando todavía era Presidenta y considera que hay elementos del expediente que merecen volver a abrirlo. También me encontré con el Ministro de Justicia Germán Garavano y le pedí que se vuelva a hacer un identikit para reorientar la investigación.

¿Cuáles son sus sospechas?

–No hay ninguna prueba que fallecieron en el lugar donde se las encontró. Según los expertos franceses Houria perdió la totalidad de su sangre y no se sacó ninguna muestra de la tierra que estaba por debajo de su cuerpo. Hay otro elemento poco estudiado: el cuerpo de las dos no muestra lesiones ni mordeduras de animales. Cuando estuve en el lugar pasaban cóndores y no puedo creer que si los cuerpos estuvieron ahí quince días no haya ninguna marca de animales en los cuerpos. 

¿Por qué en un documental y un libro franceses se habla de una fiesta de hijos del poder?

–Muchos testimonios anónimos hablan de eso. Yo me encontré con una mujer, que no era un testimonio directo, que me dijo que las habían visto en una fiesta. Pero que no tenía intención de ir a la justicia. Hay otras pistas que no fueron investigadas: un testimonio que describe a una francesa saliendo del parque y la descripción de la francesa corresponde a mi hija. Además las últimas fotos las muestran a ambas en el restaurante en la entrada del parque “El duende” y se ve claramente que están en una postura de espera. No hay ninguna bebida en la mesa y están esperando a alguien. 

La mano de Bouvier se inclina sobre su otra palma y pide hechos. Sus manos no descansan. Sus brazos no bajan la guardia. Sus dedos expresan una vehemencia en un lenguaje que grita desde los gestos el dolor sin lenguas.  La sentencia no es el final del caso. Los femicidios de Cassandre y Houria todavía son un grito que piden que las mujeres viajen libres y sin más tierra que la que quieran recorrer sus pies, por ellas y por todas.