La naturalidad con que cada provincia, en virtud de disposiciones de sus gobernadores, decide apoyar o no una ley de alcance nacional y de indudable condición de bisagra (para mal) histórica, es un hecho que debe preocuparnos.

Quienes impulsan esta ley Bases, que afecta a millones de argentinos de todo el pais, pueden lograrlo solo si las provincias actúan como elementos ajenos al conjunto nacional, y en función de ciertos intereses, presiones, amenazas que motivan tomar esa decisión, sin observar el interés de todo el pais, y del componente esencial de una Nación, que son sus habitantes.

Los que hoy gobiernan, tienen su concepción sobre lo que es un pais. Válida, desde ya, para ellos y permítannos que haya otras ideas.

La LLA piensa al Estado como un hecho empresarial. Y a las provincias como porciones de mercado. Tienen en su utopía neoreaccionaria una serie de valoraciones que, obviamente, no compartimos. Creen que los países como tales pueden ser desarmados de su contextura geográfica propia y de su historia y tomar un rol cercano al de compañías comerciales, donde los éxitos no se miden en función de las satisfacciones y el bienestar de sus habitantes sino de las planillas de ingresos y egresos de dinero. Este tipo de pais no requiere funcionarios sino gerentes que muestren cierta eficacia, y de esta forma, esos países finalizan siendo funcionalizados como sociedades anónimas donde una intensa minoría (originada en transitoria mayoría inicial) posee las acciones y el resto debe aguardar algún derrame exitoso de la suba de esas acciones.

Esto es un regreso del actual mundo digital y cuántico, innovador en serio, al feudalismo con ribetes corporativos.

Son utopías cargadas de un primitivismo bestial.

Ese modelo que intenta separar una Nación de sus componentes (provincias) ni siquiera esconde, pues lo dicen abiertamente, que no creen que la libertad y la democracia puedan ser simultáneas.

Se presentan como lo nuevo y son antimodernos y son oligarcas de viejo cuño con ropaje reluciente, que supieron mejor que otros (nosotros, los peronistas) dar respuesta momentánea y exitosa a consensos políticos establecidos y que ya la sociedad no toleraba, y en ese rumbo, junto a ciertas corazas que es válido atravesar, a muchas ortodoxias vigentes e innecesarias que deben voltearse, incluyen y quieren llevarse puesta a la democracia como sistema de convivencia y como modelo político necesario.

Estos fanáticos ultraliberales, anarcocapitalistas (ANCAP) y nuevos reaccionarios, no están ajenos a poder ser definidos como desequilibrados y le quitan valor a serias y honestas posiciones del liberalismo económico, incluso mancillando, desvirtuando y falseando a los propios númenes que dicen los guían como Von Hayek y Ludwig Von Mises y solo les queda como “héroe” extranjero el mediocre y descreditado Murray Rothbard, aquel que pasó del marxismo al paleolibertarismo y fundador del anarcocapitalismo y cuya definición sobre que el “Estado es evidentemente una organización del robo sistematizada” hoy es tomada por quienes gobiernan nuestro pais. Y por ende, se plantean destruir el Estado Nacional.

Rothbard se opuso al igualitarismo y al movimiento por los derechos civiles, y culpó al voto y al activismo de las mujeres y al Estado de Bienestar, de todos los males del mundo. Y como si eso no le alcanzara defendió la supremacía blanca alineándose con David Duke el reconocido líder del Ku Klux Klan norteamericano. “Linda joya” diría el inolvidable Héctor Lasalvia (peronista, poeta y vecino ya fallecido de Bariloche).

Y a esa linda joya le tributan homenaje los que le ponen el nombre de Murray a sus hijos.

No equivoquemos la denominación de esta gente. No son fascistas, el fascismo original y las nuevas derechas globales se recuestan más en nacionalidades y en la valoración de cada pais como unidad cultural e histórica. Estos son nuevos reaccionarios, tecnócratas de falso capitalismo, funcionalistas puros, paleolibertarios, ultraliberales fanáticos.

Creímos que el modelo democrático, alcanzado desde las tragedias y dolores previos, en 1983 era irresistible, que solo podría extenderse, que los DDHH siempre progresaban y resulta que no es tan así.

Este modelo, esta democracia, liberal o limitada o lo que fuera, pero modelo de convivencia apto para consensos y acuerdos y que permite expresar la voluntad popular, es cada vez más criticada, y peligrosamente por quienes sostienen la creencia de que los enfoques autoritarios, represivos e intolerantes, pueden ser más eficaces.

El poeta francés Paul Valery decía al final de la Primera Guerra Mundial que “ahora sabemos que nuestras civilizaciones eran mortales”. Claro, se pudo ver luego de tanta muerte y sangre.

Hoy digo que no esperemos muerte y sangre. Abramos la cabeza a pensar que nuestra Argentina, en alguna manera, puede ser mortal. Puede morir.

Y para que no ocurra depende de lo que decidamos los argentinos. Y esas decisiones hay que tomarlas hoy. Ahora.

Hubo un argentino, que lucidamente dijo que “La función pública debe ser ejercida con idoneidad técnica y capacidad de decisión. Pero estas cualidades, necesariamente, tienen que sustentarse en la adhesión plena del funcionario a la idea de que él es parte integrante de una comunidad que busca perfilar un Proyecto Nacional, ante cuyos fines superiores quedan relegados los objetivos meramente individuales o sectoriales” - Perón.

No hay destino sin proyecto nacional. No existe la suma de provincias como integralidad en sí mismo. Eso no es una Nación.

Piensen gobernadores y senadores. Piensen, sobre todo, aquellos que llegaron a tan importantes niveles en virtud del voto peronista. 

* Diputado Nacional mc –PJ Río Negro