Para entender esta confrontación buscada por Javier Milei antes de su visita al ultraderechista Abascal, hay que entender que en esta coyuntura Pedro Sánchez no es ya solo el PSOE, es el presidente de una coalición de izquierdas excepcional para la realidad política de la Europa actual.
De hecho se aprecia su excepcionalidad en la carta de los otros días. Mientras antes para el PSOE se vivía en una democracia integral y plena, el Presidente cuestionó que con las operaciones permanentes de la derecha ultraderechizada la gobernabilidad democrática pudiera continuar.
Anécdotas aparte, el comunicado del gobierno argentino apeló una vez más a la retorica- twitter que lo caracteriza, a saber, multiplicar los insultos y el odio hasta niveles que clausuren toda mediación posible. Se logró de este modo escenificar de manera internacional una escena que la ultraderecha ama, agraviar sin limites al sujeto de izquierdas de tal modo que el diálogo ya carezca de sentido.
Dado que ya el ultraderechista argentino había provocado lo mismo con otros presidentes latinoamericanos, ahora quedaba enfrentarse con el gran tema, la relación histórica entre España y Argentina, mostrando a través de un acto de omnipotencia pura que el presidente promueve junto a los separatistas y la inmigración la destrucción de España ("arriesgar la seguridad de las mujeres españolas por la inmigración ilegal ").
Obviamente toda la derecha española, PP y Vox juntos, se hicieron de inmediato eco asegurando la bienvenida de Milei y mostrando que en política internacional también vale todo.
Asistimos a un tiempo histórico donde el capitalismo encuentra en la ultraderecha una posibilidad a explorar para afianzar su continuidad. Ya no cuenta con la democracia liberal como su aliada principal. En este sentido el enfrentamiento de Milei y Sánchez es un síntoma claro de la escalada de la ultraderecha en su proyecto estratégico de destruir las democracias.