En Por cesárea, Dillom cruza el lenguaje estético del rock argentino con una cavilación cultivada desde el ala más radical del trap. Ahora que el artista se encuentra ocupado deslumbrando al mundo de la música hispanoparlante con la propuesta de radiografía de la actualidad social local que brinda su flamante disco, la música urbana parecía haber quedado en sus categorías de ascenso sin otro David que arremetiera con fuerza contra el aburguesamiento de los Goliat de esa escena. O al menos eso se creyó hasta la noche del viernes último. Una vez que AgusFortnite2008 y Stiffy bajaron del escenario de Niceto Club, al grito de “fen-ta-ni-lo”, la minoría de público adulto que estaba ahí no podía dar crédito a lo que acababa ver. No se sabe si para bien o para mal. Todo esto mientras esa mayoría púber, fuera de sus cabales, se sumaba a la apología del fármaco opiáceo agitando sus brazos.

Si se llegó a creer que los integrantes del colectivo RipGang encarnaban el único brazo lúcido y agudo de esa escena, a seis grados de separación de la transgresión, el tándem de la zona oeste del conurbano plantó otra manera de comprender una coyuntura similar y de confrontar al mismo enemigo. La mezcla de música, actitud, fashionismo y caos que representan, sintetizadas sin perder la compostura y midiendo el equilibrio, los convierte en una consecuencia política de esta época. Y eso que aún no llegó lo peor. Pueden ser tan delirantes como Ca7riel y Paco Amoroso, por lo de su formato de dúo dinámico. Aunque cambiaron el cosmos por el inframundo. A lo que también evocan es al primer Kuryaki, cuando Dante y Emmanuel ponían a prueba un lenguaje: “Muestra tu imperio de salames de sodio y no pretendas decir te odio. Oduro wetnisale leujalet”, como versaban en “Amor malvón”.

Ambos se ubican a varios metros de distancia de la actitud energúmena de El Doctor, que aboga por la obviedad de la violencia (con todos sus clichés). En el fondo, sin embargo, la esencia de la cólera, esa adrenalina del choque en tiempo real, los termina aunando. Por más que al rapero, que estaba entre los invitados del show, no lo dejaran entrar a la sala de Palermo (debido al reciente episodio con una bengala en el que se vio envuelto, durante un recital suyo en ese lugar). Las canciones de los Swaggerboyz, proyecto en el que suelen encontrarse AgusFortnite2008 y Stiffy, hacen alusión al estilo de vida de la cultura que reivindican. O más bien al subgénero del rap al que acá le dan vida: el swag. Para muchos es el lado más punk del rap, por lo que no es fortuito que el más punk de los raperos y los traperos argentinos haya estado presente entre el público para ver de qué iba todo esto.

Dillom, junto con un mar de chicos y chicas de entre 14 y 18 años, acudió a la presentación del nuevo disco en conjunto de la dupla. Se titula Murió la música, apareció el pasado 15 de marzo y tiene en su tapa a Beethoven suicidándose con un revólver. La imagen que manipularon (con esos ojos saltones) la sacaron del perfil de Wikipedia del compositor, pianista y director de orquesta alemán. Si el último representante del clasicismo vienés supiera cómo es la música hoy, seguramente, aludiendo a ese fotoshopeo, se hubiera pegado un tiro. Y es que los Swaggerboyz tienen el don de ver un poco más allá, pese a que todavía les reconforte su rol de figuras del under. Uno, por demás, que no existía. ¿O alguien alguna vez escuchó sobre el under de la música urbana? Todos nacieron para ser populares. O de eso están convencidos. Pero, por ahora, este par se resiste a seguir ese camino.

Justo por eso se ganó la admiración de la mitad de los tótems de la escena. En tanto Duki salió a bancar a Milo J, Neo Pistea puso sus fichas en ellos. El también nativo de zona oeste fue uno de los invitados del nuevo disco de AgusFortnite2008 y Stiffy. Si bien esta vez no fue de la partida, no dejaron de lado el tema en el que colaboró, “Mejoralito”. Aunque sí estuvieron Joshu Joshu y Matiasecnhufe para hacer “Fernet” Y más adelante cayeron otros que no estaban en el guion. Luego de que el inagotable DJ Gaspiedieyoung saliera a escena para arengar a sus compañeros, a los dos minutos irrumpió el binomio. Abrieron con su manifiesto “Dos jeans”, que versa sobre la pertenencia: “No se escucha esta canción si no tenés dos jeans”, dice la letra. Y es que la prenda es un símbolo swagger. Sobre todo si se usa por debajo de los calzoncillos.

Después de que en las pantallas brotara el eslogan “Música anti-nabos”, con su respectivo logo, el DJ disparó las bases traperas de “Bigbang”, tuneado en su progresión por una especie de bandoneón remojado en psicodelia. Al más puro estilo de Aphex Twin, icono de la vanguardia en la música y también de la deformidad. Entonces Stiffy preguntó: “¿Qué onda los pibes?”, para luego proponer en medio de esa saturación de público un círculo que se cerró de manera drástica, apenas sonó “Música de ascensor”. Esa taciturnidad hiphopera se sostuvo en “24/7”, que inaugura el repertorio de Murió la música. Tras probar con el trap barroco, la música de 8 bits, hyperpop y otros estilos de abolengo microscópico, el tándem se metió de lleno con el rap para demostrarle a las figuras del género, al menos en esta parte del mundo, que están obsoletas. Mas no fue el único acto de sedición.

La hora y media de actuación estuvo dividida en cinco partes. De la que despuntó, luego de repasar buena parte del nuevo disco, el de la terna de canciones de su álbum Bobajiztán. Con un AK-47 de juguete en mano, un chico disfrazado de combatiente de Hamas dio el puntapié para ese flirteo con la fantasía prometeica. Así fueron desmenuzando “Gordo Omar”, “Guerra” y “Gas”. Al mismo tiempo que un millar de cabezas rebotaban desde el piso, como si fueran figuritas de South Park (por cierto, fuente de inspiración del dúo), las frecuencias bajas de las canciones pusieron a vibrar hasta el extremo a los vidrios y espejos de Niceto Club. Al tal punto que daba la sensación de que en cualquier momento iban a estallar. Ritmos estrujados, tribalismo distópico y voltios de intensidad fueron tallando a esta feligresía, mientras chicos y chicas quedaban rezagados por el piso. Casi derretidos.

“Metele flow”, “El nuevo sonido argentino”, y “Música 2.0” fueron algunas de las otras consignas que circularon desde las bandejas y las visuales. No se conocen con exactitud los nombres ni las edades de AgusFortnite2008 y Stiffy. Lo que sí es una realidad es que en cuestión de dos años (su primer recital lo dieron en julio de 2022) construyeron un universo tan particular que estableció lazos con el under urbano estadounidense. Surgieron de la nada para acabar con todo, con una propuesta como extraída de "Un descenso al Maelström", fabuloso cuento de Edgar Allan Poe. En tanto todo “giraba y giraba vertiginosamente, con un movimiento oscilante tumultuoso, produciendo un fragor entre rugido y camoteo”, una fila de devotos, parada frente al casi saqueado puesto de merchandising, pedía remeras que llevaban estampado tres palabras que condensan la adrenalina: “I Love Swag”.