El amor en sus distintas formas, ¿es siempre amor? En realidad, esa es una pregunta que tuvo respuesta hace mucho tiempo. En 1956, Erich Fromm escribió El arte de amar y en ese libro, el intelectual que vinculó el marximso con el psicoanálisis explicaba que el amor no es sólo una relación personal, sino un rasgo de madurez que se manifiesta en diversas formas: amor erótico, amor fraternal, amor filial, amor a uno mismo. El amor no es un flash. Ante todo es una construcción: dos sujetos son los arquitectos de los cimientos que llevan a convertirlos en una fortaleza o en un castillo de naipes, de acuerdo a la forma de sostener la confianza, estimular el deseo, contener las tristezas del otro, compartir las vivencias entre dos, disfrutar conjuntamente de los buenos momentos, poner el hombro en los malos, recapacitar en las discusiones y saber escuchar. Sobre todo, saber escuchar al otro. ¿Se puede, entonces, explicar el amor? Ese interrogante podría decirse que es el punto de partida de Amor, un enigma radical (Lugar Editorial), el libro que el médico psiquiatra y psicoanalista Hugo Lerner compiló --y escribió algunos de los capítulos--, con una mirada psicoanalítica sobre uno de los dos grandes temas que desvelan al ser humano. El otro es la muerte, sin dudas.
--¿Qué implica hablar de amor en psicoanálisis?
--La respuesta sería casi absurda: sería imposible no hablar de amor en psicoanálisis. No quiero caer en un lugar común de que Freud lo cita en su famoso artículo "Amor de transferencia", pero la situación amorosa --y esto está recalcado fuertemente por muchos autores franceses posfreudianos-- está presente en cualquier vínculo psicoanalítico. Para complejizar un poco la cosa: tanto el amor como el odio. Mejor dicho: Freud fue más allá. Dice que primero está el odio y después está el amor. Hay una famosa entrevista que muchos no la conocen. Yo la encontré justamente en función de este libro, que se la hizo George Viereck. El ahí explica claramente cómo el odio es anterior al amor. O sea que son dos situaciones emocionales imposibles de no citar dentro del psicoanálisis. En la entrevista lo asocia a Tánatos y a Eros, pero dice que primero aparece el odio en el vínculo y después el amor. Esto me apareció en el medio de la pandemia cuando se estaban rompiendo los lazos sociales. Me empecé a preguntar qué pasa con el amor, con las situaciones amorosas. No amor en el sentido romántico del término. El amor como concepto que incluye cualquier vínculo intersubjetivo. A partir de ahí se me ocurrió. No a través solamente del amor de pareja, amor entre padres e hijos, sino el amor en general, el amor en cualquier vínculo humano que está presente. Repito: amor y odio.
--¿Amor y odio son dos polos de un mismo afecto?
--No sé si lo pondría como polarizado. Lo pondría como muy difícil de pensar uno sin el otro. No es que me quiera meter en ejemplos clínicos, pero en la clínica uno ve claramente cómo se pasa de una situación a otra. Quien trabaja con parejas eso lo ve claramente. Voy a ser un poco tirabombas: Winnicott publicó un artículo que llamó "El odio en la contratransferencia". Algo así como que el odio es inevitable que aparezca en cualquier vínculo. Incluye en eso el vínculo analítico. Yo diría que está el aspecto inconsciente de la representación amorosa, pero nunca debemos descuidar también las situaciones contextuales que envuelven a un sujeto. En Introducción al narcisismo, Freud dice que el yo nos acompaña desde el comienzo de la vida: si yo en tanto sujeto puedo decir "Yo soy" es porque antes implícitamente va a decir "Mi madre me ama". Winnicott señala algo semejante en esta dirección cuando plantea el papel del espejo de la madre y la familia en el desarrollo del niño. Él concibe el amor en términos del narcisismo. Y va a decir que es un vínculo ineludible, estructural, fundante por el cual todos navegamos en un momento de la vida. Apunta a la experiencia infantil narcisista del amor, que sitúa al sujeto adveniente en el centro de la escena y lo convierte en un protagonista ante la mirada de los otros. Con esto contesto parte de su pregunta de hablar de amor en psicoanálisis. Este concepto está atravesado en cualquier otro concepto teórico. Y creo que cualquier escuela lo va a tomar en cuenta.
--No se puede hablar de complementariedad en los vínculos amorosos porque el mito de la media naranja es una ilusión, ¿no?
--Sí. Los que tenemos mi edad y recordamos a nuestra infancia, sabemos que veíamos a alguna prima con una media medalla, la otra media medalla la tenía el novio. O sea que había una idea de que medio y medio hacían uno, que es lo mismo que el mito de la media naranja: los dos hacemos uno. Es todo lo contrario. Alain Badiou en Elogio del amor plantea que del uno pasamos al dos, que un verdadero vínculo es la aceptación de la diferencia, de la alteridad, de la otredad. El otro es otro. El otro me da, pero no me completa. Nunca somos uno. Ese es un viejo mito romántico.
--¿Qué diferencia encuentra el psicoanálisis entre amar y estar enamorado?
--¿Los cambiamos? Si le gusta, ¿podríamos decir entre amar y enamoramiento?
--Sí, claro.
--El enamoramiento es un concepto freudiano que plantea Freud en Introducción al narcisismo. Es un período en el vínculo, en el cual hay un vaciamiento por investidura del objeto, del yo. El objeto es todo. Ese es el enamoramiento. Freud da tres ejemplos. Usa el enamoramiento, la sumisión al líder y la hipnosis. Hay un vaciamiento y el otro se convierte en el ideal puro, en el Ideal del Yo. Eso sería el enamoramiento: "Sin vos, me muero", por decir una letra de bolero. El amor es "Yo te amo, pero puedo investir, yo tengo un yo, lo invisto yo. Del narcisismo que fui invistiéndote a vos, vuelve hacia mí". Para que se entienda más en términos teóricos, el enamoramiento en términos sincrónicos, es ¡tac!. Un corte. Tiene más que ver con todo o nada. El amor, el amar tienen más que ver con algo diacrónico que atraviesa a través del tiempo.
--¿Por qué hay sujetos que creen en el amor ideal o que idealizan el amor?
--Yo suelo decir en las conferencias que el enamoramiento es lo más lindo que hay pero no dura toda la vida. No es un elemento consciente. El yo se siente engrandecido porque ese objeto me está queriendo. Cuando aparece la realidad y vemos que no somos uno, somos dos, empieza la maduración de eso, pero también aparecen los conflictos porque el otro deja de ser yo y el otro empieza a ser otro. Y de uno pasamos a dos. El uno y el dos son conceptos que vienen de Badiou.
--En una relación amorosa, ¿uno de los dos siempre tiene más poder que el otro?
--Tendríamos que pensar a qué llamamos poder. Yo me atrevería a decir que si eso se estabiliza como modelo, no es una relación que vaya a funcionar muy bien. En todo caso, se podría pensar en alternancias de esto que usted llama "poder". Pero si siempre es la situación de poder, la famosa situación del amo y el esclavo, no tiene mucho futuro esa situación porque hay un sometedor y un sometido. Así que creo que va a depender de las vicisitudes y del momento en el que el vínculo se está desarrollando. Que hay cosas de poder, sí, sin ninguna duda. ¿En qué vínculo humano no se juega situaciones de poder?
--Habría que diferenciar, de acuerdo a lo que usted señala, poder de dominio...
--Bueno, pero el dominio también entraría dentro de algo que no alimentaría un vínculo de pareja. Por ejemplo, el deseo de dominio. Ha habido un cambio muy grande de lo que es la relación amorosa. En la época de patriarcado había una idea de macho dominando a la hembra, hombre domina mujer. Hoy en día es impensado --al menos en determinadas clases sociales--, entre los jóvenes. Hoy en día no se podría pensar un vínculo amoroso entre jóvenes en el cual haya un dominio. Yo soy un feminista y creo que el dominio fue más representativo de una época que ya no la estamos transitando.
--¿Por qué hay sujetos que se aferran o se obsesionan con un amor imposible?
--Porque ese objeto ha sido investido con un nivel de idealización que le hace perder el principio de realidad. No hay devolución del otro y sigue insistiendo. Y acá se complejiza porque se une un poco con lo que usted inteligentemente decía al comienzo: eso es imposible, pero ese imposible me va a completar. Y no lo va a completar nada. Es un ideal. Nunca nadie completa al otro. No deja de ser un ideal que el sujeto lo estructura seguramente de una necesidad de algo que no se estructuró bien en su devenir subjetivo de la infancia en adelante.
--¿Es un problema trabajar en análisis el sobrevalorar al partenaire?
--A ver, me gustaría más la palabra "valorar" que "sobrevalorar" porque sobrevalorar nos está llevando a un lado de la idealización. Valorar tiene más que ver con un criterio o principio de realidad que con una representación idealizada del sujeto al cual uno le ha investido de amor. Prefiero hablar de valorar. Hay muchas parejas que funcionan bien y se valoran mutuamente, pero nadie es completo. Siempre hay que aceptar la incompletud del otro. Y en la medida en que acepto la incompletud del otro no puede ser valorado. Ahí se daría una paradoja. Entonces, pensar que el otro está sobrevalorado es decir: "Me estoy creyendo que, en la medida en que lo tengo, yo soy perfecto. Tengo todo. No necesito nada". Es la famosa letra "Codo a codo somos mucho más que dos", de Mario Benedetti.
--¿Qué cambios se pueden distinguir entre el amor romántico y el amor moderno?
--El amor romántico era un amor que enaltecía mucho a la dama, corría mucho por el mundo fantasmático. No quiere decir que hoy en día no corra. Era un amor como el de Anna Karenina, cosas de Dostoievski, Tolstoi, cartas, ilusiones acerca de quién era el otro. Es muy diferente a lo que menciono en el libro del amor digital. Si comparamos el amor romántico con el amor digital nos vamos a agarrar de la cabeza porque hay una diferencia abismal entre una cosa y la otra. Es una atracción muy fuerte el amor romántico hacia otra persona. Había toda una situación de cortejo que comenzaba por uno de los individuos para expresar sentimientos. Ese cortejo famoso hoy existe de otra manera. El amor romántico era la entrega total a otra persona y hacer de esa otra persona lo único y fundamental de la existencia. Se dependía y se adaptaba. Ahí sí había como una sobrevaloración del objeto amado. Es un modelo de amor que hoy en día se lo cita: "El amor todo lo puede", "Sin vos me muero", todas las situaciones de los boleros, perdonar y justificar todo en función del amor. La idealización es también algo muy fuerte en el amor romántico. Perteneció a toda una época, en la cual, a veces, había mucha distancia: el otro estaba lejos, estaba toda la cosa epistolar, a diferencia del momento actual, en el cual está el mail, el WhatsApp y "si no me contesta en un segundo me pongo ansioso". Y aparecen las fotos, las imágenes. Hay todo un vértigo actualmente que no existía en la época del amor romántico.
--¿Cómo influyen la tecnología y las redes sociales en los vínculos amorosos?
--Las tecnologías producen, a veces, vínculos intensos, rápidos y que finalizan también con la misma rapidez que nacieron porque son vínculos que nacen, en general, a través de aplicaciones. Pero ahí lo que aparecen son perfiles de imagen o perfiles lingüísticos, pero son perfiles retocados: el otro real no está. El otro es un otro que está a través de la ideología. Eva Illouz describe muy acertadamente qué sucede: yo chateo con alguien, hay un poco de onda, estamos bien, nos pasamos WhatsApp, nos conocemos y cuando aparece el otro real es lo que ella llama "momento de la desilusión" porque el perfil ilusorio desaparece y aparece el perfil real. No siempre, porque se han dado casos de parejas que se han constituido a través de las redes sociales. Esto dicho por ella, que se ha especializado en todo esto. Pero yo señalaría que, a veces, deja de tener importancia cuánto amo, cuánto soy amado por ver cuántos me aman y a cuántos amo a través de los likes. La popularidad pasa a ser cuánta gente me sigue y a cuánta gente sigo. Entonces, ahí ya queda como un poco difuminado lo que sería el concepto del amor. Aparecen más los "Me gusta", la tilde, que la situación de intimidad que se genera en un vínculo amoroso.
--¿Por qué señala que el poliamor es un modelo neoliberal de la pareja?
--Lo sintetizo de esta manera: el neoliberalismo tiene que ver con lo que acabo de decir: más en cantidad que en calidad, en tener cosas. Cuanto más tengo, más soy. La sociedad de consumo, como lo plantea Eva Illouz, también Elisabeth Roudinesco, es que el capitalismo ha arrasado con eso del amor para poseer objetos: el hombre que frecuenta una mujer en una red social y ve cuántos likes y cuántos amores ha juntado. Ahora, ¿hablamos de amor o hablamos de cantidad de objetos? Es como si el sujeto hubiese sido objetalizado. Viene a ser como un producto que tengo, algo que adquiero. En ese sentido, se lo plantea como una cosa ligada al capitalismo, al neoliberalismo, cosa que es cierto. El capitalismo ha incentivado la posesión y el consumo a diestra y siniestra. ¿Por qué no va a pasar lo mismo de esto en las redes sociales? "Consumo mucha gente".
--¿Nota en la actualidad como un miedo al compromiso?
--A ver: yo creo que el feminismo, en el buen sentido, ha alejado a la mujer de que tenía que estudiar un poquito, aprender a cocinar, casarse y tener nenitos. La independencia de la mujer y cuando la mujer entró al mercado laboral, hizo que la mujer no fuera solamente la buena ama de casa. Eso, por un lado, ha impactado fuertemente en las relaciones. Pero por otro lado, algo con lo que yo insisto bastante es que tenemos incorporado que la expectativa de vida es mucho mayor que en los años 50, 60. Antes yo describía en un libro que el adolescente tenía un trayecto: estudiaba, al menos el de clase media. Y los del campo trabajaban. Y llegaba un momento en que se casaban y tenían hijos. Hoy en día, si un joven está estudiando no está esperando terminar para casarse y tener hijos. Está para trabajar, hacer sus cosas, viajar. Mi pregunta es: ¿Cuándo interviene eso en que está incorporado que la expectativa de vida hoy se ha estirado tanto? De hecho, las mujeres prefieren ser madres más grandes, congelan óvulos y quieren hacer su vida independiente. O sea, no sé si hay tanto temor al compromiso o nuevos modos de vincularse no con tanto apuro. De hecho, hay menos casamientos que antes porque "hoy estamos juntos y veremos hasta cuándo". Hay como más permisividad a la aceptación de que el vínculo puede ser "contigo para toda la vida".