El Gobierno eliminó ayer la obligación de liquidar las divisas de las exportaciones. Se derogaron regulaciones que estaban vigentes desde 1964, con la presidencia de Arturo Humberto Illia, y en las que se regulaba al sector para que ingrese al país los dólares de la venta de los granos y los cereales. La decisión de desregular en forma definitiva el sector exportador se informó a través del Boletín Oficial. En 2012, por las maniobras de especulación cambiaria de los agroexportadores, se había obligado al complejo a traer las divisas en un plazo de 30 días. El Banco Central subió en 2016 el plazo hasta los 5 años y en enero de este año lo volvió a elevar a 10. Ahora se decidió directamente quitar la obligación. Una de las consecuencias centrales es que la economía se queda sin un instrumento clave para administrar la escasez de las divisas, una de las principales tensiones estructurales del país.
En el artículo uno del decreto 2581 de 1964 se establecía que “el contravalor en divisas de la exportación de productos nacionales debe ingresarse al país y negociarse en el mercado único de cambio dentro de los plazos que establezca la reglamentación pertinente”. Esto, pese a que se fueron modificando los plazos, obligaba a las empresas dedicadas a la exportación a ingresar dólares al país. La medida fue cambiando con las décadas pero nunca se había alterado este elemento de regulación hasta ahora. En 1986, por caso, se creo un régimen de devolución de impuestos, que se activa tras el ingreso de las divisas al país. En 2001 se modificaron algunas condiciones del ingreso, en tanto que en diciembre de 2015 se establecieron nuevas normas cambiarias que le daban a las empresas una mayor flexibilidad para entrar las divisas.
El argumento del equipo económico para eliminar en forma total la obligación a entrar a la economía los dólares exportados fue que “se apunta a mejorar la competitividad de las exportaciones argentinas, flexibilizar las condiciones de financiamiento y mejorar la previsibilidad financiera”. En esta ocasión, al tratarse de una eliminación y no de una modificación de un decreto, la medida se informó a través del Boletín Oficial en lugar de un comunicado del Banco Central. La idea que menos regulaciones iban a generar un boom de exportaciones tanto agropecuarias como de las economías regionales no tuvo éxito por el momento. En 2016, tras liberarse la cotización del dólar y quitar las retenciones a la exportación, los despachos al resto del mundo no tuvieron un cambio significativo respecto de años anteriores. Este año, en tanto, el rojo comercial marca un nivel record, con un nivel de déficit entre exportaciones e importaciones que no se veía desde mediados de los noventa. El último informe de Indec sobre intercambio comercial anotó un déficit de casi 750 millones de dólares para septiembre y, según estimaciones del mercado, el rojo será de casi 5000 millones.
Economistas de distintos sectores aseguran que estas medidas aumentan los problemas estructurales del país, al disminuir la capacidad del sector público para incrementar la oferta de divisas (y, desde una perspectiva Latinoamericana, evitar maniobras clásicas de los grupos agroexportadores para provocar una corrida y devaluación de la moneda). El complejo del campo, por caso, mantuvo en 2014 una parte importante de la cosecha retenida en silobolsas para forzar una devaluación y vender los granos en ese momento. Ahora no será necesario que haga este esfuerzo porque las divisas de la exportación pueden quedar acumuladas en cuentas del exterior.