La odisea de dos grupos de trabajadores de una mina en Fiambalá, Catamarca, que quedaron varados en la nieve cuando viajaban en una combi hacia la mina, podría haberse evitado si se hubiesen seguido las advertencias de un supervisor que había anticipado los riesgos.
Según se analizó en una sesión de la Cámara de Diputados de la provincia, antes de que dos grupos de trabajadores se quedaran hasta 30 horas varados en la nieve, un supervisor de Seguridad e Higiene había advertido al gerente del sector sobre los posibles riesgos, mediante comunicaciones internas que habrían sido ignoradas.
Los mineros quedaron varados mientras subían hacia la mina, ubicada a 160 kilómetros de Fiambalá y a 4.300 metros sobre el nivel del mar, sobre la Cordillera de los Andes y rodeada por los volcanes que comprenden los Seismiles, en la zona suroeste de Catamarca.
Los grupos viajaban en combis a las que se les congeló el motor, dejándolos varados en medio del camino, y bajo una tormenta de viento y nieve.
El supervisor de Seguridad e Higiene había insistido en los peligros del traslado y había detallado las condiciones climáticas (más que adversas, por las copiosas nevadas durante cuatro días, la presencia de "viento blanco", que impide la visibilidad) y las condiciones mecánicas de los vehículos (falta de cadenas para conducir en la nieve, falta de descanso de los choferes). Sus comunicaciones eran suficientemente explícitas: "Es mi deber informar esta situación y expresar mi total desacuerdo con este tipo de movimientos logísticos con alto potencial de riesgo".
Sus palabras no fueron tenidas en cuenta. Pudo haber sido una tragedia.