Un lugar limpio y bien iluminado, la propuesta de lectura que impulsa el taller literario Polvareda, encabezado por las escritoras Lila Gianelloni y Beatriz Vignoli, tendrá su segunda edición el viernes próximo, a las 19, en Laprida 1036, con la presencia de Juan Vitulli, quien reside en Indiana; la escritora que publica desde hace años contratapas en Rosario/12, Miriam Cairo; Fidel Maguna y Natalia Massei. Lxs invitadxs leerán cuentos breves, y habrá muestra de fotografías de Luis Vignoli, mesa de libros de El Juguete Rabioso, oráculo literario, un buffet a precios populares, y un buen momento entre amigxs.
El equipo organizador se completa con Cristian Bautista, Gustavo Cavagna, Juan Blanco, Ariel Pennisi, Sebastián Rogelio Ocampo y María Fernanda Trebol. "En este caldo en el que vivimos, la cabeza va muy rápido y ¿con qué responder a los estímulos tremendos que da la realidad? Con lo que sabemos hacer, entonces, allá por enero, cuando el futuro no pintaba nada lindo, recordé un cuento de Hemingway, que se llama Un lugar limpio y bien iluminado, que lo tradujo la maravillosa Beatriz para hacerle algunos ajustes más nuestros. Es un cuento que habla de un bar, donde hay dos mozos, y no quiero espoilear, para que lo lean, pero hay un señor que quiere un lugar limpio y bien iluminado y yo pensé qué importante es un lugar limpio y bien iluminado", relata Gianelloni el inicio de este proyecto, que tuvo una primera edición un jueves de marzo, sin colectivos debido al paro motivado por el asesinato de trabajadores, con tormenta y con la ciudad -casi- paralizada con el miedo. Pensaron que nadie llegaría, pero el lugar estuvo repleto de personas con ganas de escuchar historias leídas por sus autores. Unas ochenta personas llegaron a escuchar leer a Virginia Giacosa, Agustín Alzari, Eugenio Previgliano (también autor de contratapas de Rosario/12) y Beatriz Actis.
"Es que a lo mejor Hemingway, que venía de la guerra, venía de lugares oscuros, puso de relieve la importancia de tener un lugar así, limpio y bien iluminado", plantea Gianelloni, que publicó los libros de relatos Mapamundi y Camino a Casa. Fue así como, en el taller Polvareda, donde se juntan "con amigos" a "escribir y a transmitir", haciendo eje en "el oído, que es un sentido que está desvalorizado y es extraordinario".
Gianelloni dice que "es muy importante escucharse", y por eso, en el taller Polvareda no se escribe, sino que se escucha lo que cada integrante lleva escrito. "Lo escucho y y viste como hay una música, hay un sonido. Hay algo, un pasaje que merece ser revisado, una idea que quedó al principio. Parece difícil, pero después todos entrenamos la oreja", cuenta sobre un método que está en el origen de este ciclo que se lleva adelante en la Mutual Carlos Pellegrini, un lugar que honra el título del ciclo.
Fue en el taller, y en el trabajo de clínica de obra, comenzaron a preguntarse qué podían ofrecer en un momento de desazón, ante un futuro amenazante y la falta de palabras. Eso era un espacio gratuito para la lectura de historias, las historias propias de autorxs de la región. "Es importante que alguien que esté muy angustiado o no, que estuviera como estuviese, quisiera ir y supiera que no tiene que pagar nada, que la jarra de agua con hielo, no le va a faltar y va a escuchar buenas historias", asegura Gianelloni, que celebra "la generosidad de la ficción, que permite imaginar mundos y permite imaginar mundos distópicos y también utópicos, que puede tomar mundos cotidianos, y poner una pequeña vista en esa pequeña torcedura en la vida diaria. Y se escribe sobre las cosas de todos los días, pero hay algo apenas corrido y ahí aparece lo fantástico".
El armado de un "colectivo armonioso" para que cuatro escritores puedan leer sus historias a otros, incluye un buffet con empanadas caseras, de carne, de verdura y sin tacc, además de vino y cerveza. Sin sentido comercial, sino para cubrir los gastos. La gestión es artesanal: cocinan colectivamente,
Para Gianelloni, lejos de los estereotipos que circulan, nada en la escritura es solitario. "Todo es con los otros. Cuando vos encontrás otros que te ayudan, te alientan, y empezas a pertenecer a un colectivo, a hacer lazo para escribir. Porque escribir se puede escribir toda la vida, pero es importante hacer lazo y adquirir una mínima visibilidad o contacto con el otro, y en eso no me refiero a que uno escriba pensando que lo van a leer, sino a hacer lazo con otros que hacen lo mismo que vos".
Un colectivo armonioso de voces, esa es la propuesta de Un lugar limpio y bien iluminado.