La poeta peruana del pueblo quechua, que escribe en su lengua originaria presentará Arcilla, un poemario bilingüe de 1988 que acaba de ser reeditado por Pakarina Ediciones y la Biblioteca Tlakatlpacha Poesía.

Dice el crítico Ronald Forgues sobre Arcilla: “Si en pocas palabras tuviera que definir este hermoso libro yo diría simplemente que se trata de un canto a la naturaleza andina indefectiblemente unidos en el marco de una relación armoniosa entre el ser y el cosmos, el espíritu y la materia. La búsqueda de la armonía y de la plenitud es probablemente la preocupación central del libro, como respuesta a la realidad de un mundo cada día más fragmentado y caótico. Y al respecto, me vuelven a la memoria estos versos de Plegaria: Wamani padre mío/, necesito ahora/ la unidad de tu viento/, lluvia/ y/ tus manos de puquial/ en el fuego/ crepitante del horno/ de mi corazón/ cerca/ muy cerca/ a tus ojos de tierra

Dida Aguirre estará el 10 de mayo a las 20.30 en la Sala Alfonsina Storni (Pabellón Blanco) junto a Chana Mamani (Escritora del pueblo aymara, Argentina) y Darrel McLeod (Escritor del pueblo cree, Canadá), con la prese3ntación del escritor argentino Fabián Martínez Siccardi (Escritor, Argentina). Al día siguiente, a las 19 horas, leerá sus poemas en la actividad titulada Tu voz existe junto a su coterránea Kari Ardizzone.

¿Cómo surge tu relación con la poesía?

--Mi madre era poeta oral sin saberlo, hablaba bellamente en quechua, era un lenguaje mucho más rico que el común. Para entonces el idioma quechua no era ni siquiera considerado un idioma por el laureado escritor Mario Vargas Llosa; decía que era muy pobre para expresar literatura. Entonces me propuse escribir poesía en quechua desafiando la discriminación cultural y racial muy extendida al punto que nos prohibían hablar en quechua (era una vergüenza). Me dije, voy a escribir para el futuro, no voy a tener lectores ni audiencia, pero dejaré un testimonio de mi época y demostraré que con el idioma quechua se puede hacer literatura.

Testimonio de la violencia que ejecutó a campesinos y estudiantes y en muchos casos, arrasó pueblos y redujo comunidades enteras a escombros. Las páginas de Arcilla se pueblan así: De las fosas anónimas resucitaron cuerpos cubiertos de fuego -ojos de brasas- tormenta en la alegría de vivir con los muertos. O de versos que dicen como ríos temibles nuestras lágrimas hervirán gritando, llamando iremos ya, viajaremos ya llevando tristeza.

La poesía en español no expresaba la profundidad de lo que quería decir, y rompía mis trabajos. Asistí al taller, como alumna libre, del docente Hildebrando Pérez Grande, premio Casa de las Américas, con poetas neo indigenistas como invitados. Esas clases me abrieron los ojos al mundo andino, escribí tres poemas en quechua con traducción y los presenté al docente y la tercera vez me dijo ya es publicable. En la actualidad no solamente se hace poesía en quechua sino también narrativa, inclusive, una novela de Pablo Landeo fue escrita enteramente en quechua sin traducción. También se premió la obra de Ananco en el idioma Wampis representando la poesía amazónica.

¿Fuiste una lectora temprana?

--Mi formación temprana fue a través de la literatura oral. Teníamos tertulias nocturnas con mis padres y mi abuelo, nos contaban cuentos, adivinanzas, moralejas, trabalenguas y chistes. Un personaje muy recurrente era el cototo y el atoq (el cuy y el zorro), en innumerables relatos, contados en quechua. Otro personaje infaltable era el opa (sonso, orate). Fue la riqueza de mi infancia. A la literatura occidental la leí en el colegio y en la universidad.

¿Qué poetas dejaron huella en tu escritura y tu corazón?

--Un gran escritor y poeta fue José María Arguedas, su “poesía a los doctores" es impresionante. Su narrativa dejó una profunda huella en mí; asimismo Vallejo, Eguren y todo libro que cae en mis manos siempre tienen una perla que ofrecer.

Escribís en quechua ayacuchano, ¿en qué se diferencia de otros quechuas?

--Es similar al de Apurímac, donde vivió Arguedas desde los seis años, y al quechua huancavelicano que es mi lengua materna. No hay mucha diferencia con otras variantes de quechua, lo distingue la pronunciación o algunas palabras muy diferentes. La variante huanca tiene diferencias más notorias y es casi imposible de entender para mí, pese a que está muy cerca de Huancavelica, en cambio el quechua cuzqueño si lo puedo entender sin mucha dificultad.}

¿Cuáles son tus palabras preferidas en ese idioma?

--¿Imaynallataq? ¿Allinllachu? ¿Cómo estás? ¿estás bien? Y la despedida que no es adiós, porque no existe, Tupaninchiqkama: Hasta que nos encontremos.

¿Por qué elegiste escribir en quechua?

Porque un idioma rico en expresar intensamente sentimientos como el amor y el odio en sus extremos, es sumamente metafórico y uno de los 5 idiomas más dulces y fraternos del mundo. Me expreso mejor así y mi deber es demostrar que con este idioma se puede hacer poesía y literatura. Es mi lengua materna, expreso sentimientos, temores, sueños, esperanzas y una manera propia de dolerme, de burlarme y de reír.

¿Qué te ocurre con el español?

--Las expresiones que definen los sentimientos no son tan intensas, falta ese “algo” como la sal y la pimienta, los rayos y los truenos de las emociones.

¿Cuáles son las condiciones de producción de tu escritura?

--La editorial Pakarina apoya a los escritores de los pueblos originarios publicando sus libros, a través de la ayuda económica del Ministerio de Cultura. Ahora espero que salga a la luz un libro de mi autoría que contiene 100 haikus en quechua sin traducción.

¿Disfrutás al presentarte públicamente y leer en voz alta?

--Lo considero un deber, el escenario permite ser un exponente de masas que confluyen en un lugar para escuchar literatura. El público es diverso y la lectura, una obligación moral, cívica y necesaria para mostrar al mundo el arte mediante el cual presento mi propia identidad en el tiempo que me ha tocado vivir.

Para escribir, Dida espera lo inesperado, “en ese caso no tengo horario, incluso se me quema la comida en la estufa; en fin no creo en la inspiración, yo soy testigo de la época en que vivo. Escribo generalmente sentada en mi cama en un block de notas, luego lo copio en la laptop de mi escritorio, a veces guardo en el bolsillo papelitos con versos que se me ocurren en cualquier parte y terminan siendo víctimas de la lavadora, quien se encarga de convertirlos en jeroglíficos que luego tengo que descifrar. Aquella manía de sentarme en la cama era para preparar clases, un hábito de cuando trabajaba en Cerro de Pasco a una temperatura bajo cero, sin aire acondicionado ni en la biblioteca ni en las casas.

¿Con qué otras actividades te nutrís?

--Viajo a mi pueblo para nutrirme de la literatura oral, el folklore.

La poeta cuenta que vive con su hijo de 27 años, que “irónicamente no sabe quechua, porque el ambiente en el que él creció no se hablaba. Mi esposo es del norte del Perú, de la costa y no conoce el quechua. Nuestra situación solo me permitía verlos los fines de semana, por ese motivo no pude enseñarle en su debido tiempo. En el país somos más de 30 millones de habitantes, de los cuales solo 3 millones hablamos quechua”.

¿A qué otra cosa te hubiera gustado dedicarte?

--Me hubiera gustado estudiar literatura, pero por practicidad estudié Trabajo Social que no pude ejercer porque me dediqué a la docencia universitaria en Ciencias Sociales.

¿Que relación tenés con cada uno de tus libros?

--No puedo decir mucho de mis hijos, solo que nacieron bien y se hicieron rollizos, andan por el mundo sueltos a merced de los críticos literarios. Quiero agregar la importancia de las lenguas originarias. El cuidado de la naturaleza y la salvación del planeta y por ende de la humanidad está en los pueblos originarios del mundo. Las lenguas originarias servirán para la construcción de las mallas de la nueva filosofía propiamente andina. Las guardianas de las epistemes son las abuelas que están al pie del fogón, en las tertulias íntimas del ayllu, cuyo cerco ha permitido sobrevivir hasta nuestros tiempos. Las epistemes, los saberes, los conceptos, están mejor guardados en quechua justamente para la construcción de una nueva filosofía latinoamericana.

Viernes 10 de mayo, 20:30 horas
Diálogo de Lenguas y Pueblos Originarios. Mesa V. "De norte a sur. Cartografía de la literatura indígena en América". Participan: Chana Mamani (Escritora del pueblo aymara, Argentina) - Darrel McLeod (Escritor del pueblo cree, Canadá) - Dida Aguirre (Escritora del pueblo quechua, Perú). Presentan: Fabián Martínez Siccardi (Escritor, Argentina). Sala: Alfonsina Storni - Pabellón Blanco.
Sábado 11 de mayo, 19 horas
Lectura en el stand del Perú "Tu voz existe. Lectura de poesía de poetas peruanas", por Dida Aguirre (Perú) y Kari Ardizzone (Argentina). Stand de Perú, 1700 - Pabellón Amarillo.