7 - EL PLANETA DE LOS SIMIOS: NUEVO REINO
(Kingdom of the Planet of the Apes, Estados Unidos/2024)
Dirección: Wes Ball
Guion: Josh Friedman, basado en personaje de Rick Jaffa y Amanda Silver
Duración: 145 minutos
Intérpretes: Owen Teague, Freya Allan, Kevin Durand, Peter Macon y William H. Macy
Estreno en salas
Es un planchazo a la tibia y el peroné de esa falacia llamada sentido común: una de las sagas más inteligentes e interesantes del Hollywood contemporáneo no está protagonizada por humanos, sino por orangutanes, gorilas y chimpancés, es decir, criaturas “inferiores” en la escala evolutiva. Todo comenzó –como casi siempre en el siglo XXI– con la muy novedosa idea de una precuela sobre lo ocurrido antes de la versión original, la de 1968. En El planeta de los simios: (R)Evolución (2011) había un químico dispuesto a todo con tal de curar el Alzheimer de su padre. Esas buenas intenciones, como mandata la ciencia ficción, tenían un daño colateral que nadie había contemplado: los monos usados para las pruebas se curaban, pero desarrollaban su inteligencia. Ocurría especialmente con Caesar, erigido como líder tras liberar a los suyos de yugo humano.
El escenario de su secuela, Confrontación (2014), tenía a la humanidad devastada por la pandemia del virus del mono e intentando contener el avance de los simios cada vez más inteligentes, mientras que en La guerra (2017) se narraba la pelea –física, intelectual– por la supremacía territorial. Ahora, en Nuevo reino, los primates ya son amos y señores del mundo, pero los conflictos están lejos de desescalar. Tanto así, que la película podría llamarse igual que otra muy buen exponente del Hollywood pensante, la reciente Guerra civil. ¿Qué hace que los simios, luego de barrer a la humanidad, se enfrasquen en una lucha fratricida? La ambición de poder, algo que aprendieron muy rápido de los hombres y mujeres, así como también la disputa por ver qué bando impone su interpretación de la Historia.
Porque Caesar murió de una manera que lo catapultó al rol de mártir, de líder espiritual cuyas enseñanzas perduran hasta varias generaciones después. Todo marcha de parabienes en el clan del que forman parte Noa, Anaya y Soona: vida comunitaria y ordenada, camaradería y respeto a los mayores y rituales que puntean un espíritu común. Es por esa causa que Caesar entregó su vida. Pero una noche igual a tantas otras, un comando de gorilas llega dispuesto a arrasar con la aldea, desatando una faena que termina con buena parte de los chimpancés asesinados o secuestrados. Noa es de los pocos que queda libre por la sencilla razón de que todos pensaron que había muerto al caer de un árbol en llamas. Pero no, por lo que no le queda otra que vaguear sin rumbo aparente. En su camino se cruza con el orangután Raka y una humana en principio silente, pero que más tarde revelará sus verdaderas intenciones.
Raka tiene mucho más claro el panorama histórico y “geopolítico”: la muerte de Ceasar –a quien Noa desconocía– abrió varias divisiones en los simios, los gorilas se creen los verdaderos continuadores de su legado y están dispuesto a imponerlo a como dé lugar, incluso sometiendo a sus pares en pos de un ideal que llegará “pronto”. Si hasta ahora El planeta de los simios versaba sobre la oposición entre lo civilizado y lo bárbaro y la convivencia (o no) entre distintos, todo con un trasfondo animal-friendly, aquí el asunto se desplaza hacia la viabilidad (o no) de un sistema horizontal, de igualdad entre pares.Eso, claro, en medio de una película de acción filmada con una pulcritud cada vez más escasa en las superproducciones de esta envergadura. Sí, hay miles de efectos digitales, pero no se los utiliza por el solo hecho de utilizarlos –en tu cara, Marvel–, sino de una manera funcional al relato. Si bien el director Wes Ball (la trilogía Maze Runner) imprime un ritmo vertiginoso, sabe tomarse el tiempo necesario para describir un mundo demasiado (y peligrosamente) parecido al nuestro, lo que justifica un metraje de casi dos horas y media. La máxima de El planeta de los simios: Nuevo reino, parafraseando a Abraham Lincoln, es: “Si quieren conocer a un simio, denle poder”.