En la Subsecretaría de Trabajo porteña estaban detrás del taller de Granaderos 748. Desde su área de prensa le informaron a Páginai12 que, tras una denuncia telefónica, se inspeccionó por primera y única vez el lugar el 9 de octubre de 2015. La visita del organismo constató que ahí se hacían prendas para las empresas Creskotec (cuyo nombre comercial es Grisino) y Tucci. En esa dirección había tres mesas para corte y confección, más unas veinte máquinas de diferentes estilos. El acta que labró el inspector de normativa laboral fue firmada por Laura Angélica Burgos. El funcionario se llevó etiquetas de la ropa que se fabricaba.
Al taller se lo citó para que se presentara con toda la documentación de respaldo en las oficinas de la Subsecretaría. Pero nunca asistió su responsable. A partir de ese momento se enviaron dos inspecciones de oficio más que arrojaron nulo resultado: la primera en diciembre de 2015 y otra en julio de este año. Según el organismo, que es la policía laboral de la Ciudad, nunca lograron ingresar al lugar. Ahora, la Subsecretaría cuyo titular es Ezequiel Jarvis adelantó que enviaría una nueva inspección pero con una orden allanamiento tras las denuncias de los cuatro trabajadores bolivianos que nunca cobraron los salarios acordados y se desempeñaban en condiciones de explotación laboral.