El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, destacó por la 750 el paro general de la CGT –segundo en el Gobierno de Javier Milei– y lo consideró como una medida importancia en un contexto en el que el sindicalismo “se está reencontrando con el pueblo”. “Se los necesita y están jugando bien”, les reconoció en un editorial en el que no se privó de críticas para la gestión de ultraderecha.
Víctor Hugo Morales
Lo valioso es el paro de ayer. El paro fue importantísimo. La foto de tapa de Página|12, con la Avenida 9 de Julio desolada, a la misma hora que miles de autos la atraviesan cada día, lo demuestra.
Más allá de que la mafia de Clarín y adlateres hayan buscado cualquier auto suelto o dos personas en un kiosko. Jugaron, por supuesto, en contra del paro. La fotografía. Vean la fotografía. "Sí, el paro fue fuerte, pero había mucha gente en la calle", dicen. Los colectivos de una empresa que salió para andar vacíos por la ciudad.
Siempre están en contra del pueblo, los que lo roban con las tarifas. Son increíbles, porque ponen hoy en una de sus tapas cuánto afecta al salario pagar la luz. ¿Y cuánto afecta lo de las telecomunicaciones? Lo que ellos le roban a la gente.
Siempre en contra del pueblo. Son los que roban con los alimentos y los salarios paupérrimos. Y vienen luego y desalientan al pueblo sobre cualquier medida que permita combatirlos. Porque ellos saben que muchos sabemos quiénes están detrás de la infamia de Milei.
Y los títeres de la Rosada jugaron una teatralidad sin arte, pusieron carteles, anunciaron que habría extorsiones como si eso hiciera falta en medio del hambre y la angustia por el futuro decirle a los argentinos cuando hay un paro que no trabajen.
Bullrich tuvo una idea propia de la genia que es, genia del mal, y se subió a un micro, muy graciosa, muy patética. Milei se fotografió con una camiseta que decía "yo no paro", qué ocurrente, le salían chispas de la cabeza en la foto.
El paro debería servir, pero no creo. Esta gente en serio hace de la crueldad un divertimento. Ayer estaban para la tontería en vez de respetar lo que ocurría con el paro. Juegan para el poder concentrado y saben que siempre tendrán esa protección.
Mientras tanto, la CGT se va reencontrando con su pueblo, se los necesita y están jugando bien. La ciudad sin tránsito, el silencio que se escuchaba, era la voz susurrante de un pueblo que exige rectificar el rumbo.
El andar de algún turista desconcertado, las persianas bajas, la soledad en los semáforos eran elocuentes, como la voz de un pueblo que ayer gritó su verdad con los ojos mirando la tarde vacía.