LA ESTRELLA QUE PERDÍ 6 puntos

(Argentina, 2024)

Dirección y guion: Luz Orlando Brennan.

Duración: 99 minutos.

Intérpretes: Mirta Busnelli, Ana Pauls, Gustavo Garzón, Fabián Arenillas, Susana Varela.

Estreno en salas de cine.

Madre e hija en la vida real y en la pantalla. Ese es sin duda uno de los principales atractivos de la ópera prima como realizadora de la guionista y directora teatral Luz Orlando Brennan, al cual se le suma la ostensible ligazón entre la ficción y ciertos elementos de la realidad. En La estrella que perdí Mirta Busnelli es Norma Reyes, una famosa y prestigiosa actriz que anda de capa caída, quejándose con razón de que los únicos papeles que le ofrecen últimamente son los de abuela (¡o bisabuela!). La película comienza con una secuencia integrada por imágenes de la carrera de Reyes –que no es otra que la de Busnelli– y, ya avanzado el relato, se verán fragmentos de Boda secreta, de Alejando Agresti, y un sketch de Matrimonios y algo más, reforzando ese elemento especular entre ambas actrices, la real y el personaje. Ana Pauls, hija de Busnelli, encarna a Celeste, una aspirante a guionista que todavía vive junto a su madre y se la pasa todo el día… pajeándose (Norma dixit).

De más está decir que la relación entre ambas no es precisamente armoniosa, y el sorpresivo casamiento de la joven no hace más que potenciar los conflictos. El otro eje central del guion son los ensayos de una nueva obra en la avenida Corrientes que Norma acepta protagonizar, la ficción dentro de la ficción. Allí debe interpretar a una anciana con Alzheimer internada en un geriátrico (los comentarios sobre su tocaya Norma Aleandro en El hijo de la novia no tardan en aparecer), aunque las indicaciones del director y la pieza teatral en general no parecen convencerla en lo más mínimo. La estrella que perdí pone en escena cuestiones como el paso del tiempo, la vejez, la soledad, el posible punto de no retorno en una carrera artística y otras reflexiones que integran el nutrido pelotón de films sobre actrices consagradas durante su ocaso. Busnelli le aporta a Reyes ese tono fuerte e irónico que es parte de su persona cinematográfica y teatral, sin pasarse de rosca en términos de autoconsciencia.

Cuanto La estrella que perdí parece encaminarse a la repetición circular de temas y tonos la historia pega un regio volantazo durante la noche del estreno: quien tiene problemas de memoria de largo plazo ya no es el personaje sino la propia Norma, aunque el recuerdo de un amor lejano la hace dirigirse a un lugar que no visitaba desde hacía décadas. La segunda parte del film permite un reencuentro de Norma y Celeste que parecía imposible, inimaginable. Tanto como las nuevas actitudes de la actriz desmemoriada, a contramano de lo que hizo durante toda su vida: cocinar con esmero, limpiar la casa de punta a punta, mimar a su hija como si en ello se le fuera la vida. Comedia dramática con fuerte regusto agridulce, el debut de Orlando Brennan juega inteligentemente con los juegos de espejos entre realidad y creación, entre actriz y personaje, esquivando en gran medida las trampas –siempre presentes y a veces tentadoras– de la sensiblería.