El Índice de Salarios aumentó un 10,3 por ciento durante marzo, como consecuencia de una suba del 10 por ciento en el sector privado registrado, 11 por ciento en el sector público y 9,7 por ciento en el sector privado no registrado, informó este viernes el Indec. Pocas veces se dan aumentos tan parejos entre los distintos sectores de trabajadores, en buena medida esto refleja el techo a las paritarias en el sector formal de la Economía como estrategia del Gobierno.
De esta manera los salarios perdieron contra la inflación en el mes, que fue del 11 por ciento de acuerdo a las cifras oficiales. En el primer trimestre del año, el Índice de salarios acumuló una suba del 45,5 por ciento respecto de diciembre del año previo, debido a subas de 50,5 por ciento entre los trabajadores formales del sector privado, del 43,2 por ciento para los empleados estatales y del 29,1 por ciento en el sector privado no registrado. En esta medición se advierten mucho más las diferencias de guarismos entre los ingresos del sector formal e informal de la economía.
En la comparación de los últimos doce meses, el Índice de Salarios registró una suba de 200,8 por ciento, gracias a incrementos del 231,7 por ciento en el sector privado registrado, 183,7 por ciento en el sector público y 129,2 por ciento en el sector privado no registrado. Si se compara contra una inflación interanual del 287,9 por ciento, hubo una pérdida palpable en el poder adquisitivo de los ingresos.
Poder adquisitivo
La situación de los salarios es preocupante este año, ante una recesión económica cada vez más instalada y con expectativas poco claras en el corto plazo. No pocos piensan que la caída en la actividad es funcional a los objetivos macroeconómicos del Gobierno (resguardar las reservas, contener la suba de precios y desmantelar el Estado).
Los datos oficiales muestran que los salarios perdieron casi un cuarto de su poder de compra en el último año, un 22,5 por ciento. Estos números recuerdan a la gestión entera de Mauricio Macri, durante la cual los salarios cayeron un 20 por ciento.
La erosión en el poder de compra se acentuó apenas asumió el mando el nuevo Gobierno, con la fuerte devaluación del dólar oficial en diciembre y su traslado al precio de los alimentos. A esto se sumó la desregulación de bastos sectores de la economía (combustibles, prepagas, telecomunicaciones) y la quita de subsidios en servicios públicos (transporte, gas, luz, agua) que terminaron por hundir el poder de compra de los salarios.
En el caso de los empleados formales del sector privado la pérdida real en los últimos 12 meses fue algo menor, del 14,5 por ciento. Para los trabajadores estatales, por el contrario, la misma llegó al 27 por ciento en términos reales, mientras en el caso de los no registrados –otro sector con bajo poder de negociación frente al empleador- la misma llegó al 41 por ciento.
Es difícil que el gobierno logre revertir esta caída, no solo porque es muy profunda sino por la dirección de la política económica, obsesionada por bajar el gasto público y limitar la emisión monetaria, al tiempo que va desguazando a la industria. El sector industrial, el de la construcción y en tercer lugar el comercio son los principales demandantes de mano de obra de la economía: los tres duramente golpeados por las políticas de Javier Milei.
La industria se contrajo nada menos que un 21 por ciento interanual en marzo y la actividad de la construcción un 42,2 por ciento, según informó Indec el jueves. Esto se traduce en suspensiones y pérdidas de puestos de trabajo que ya se empiezan a sentir, y por ende la posibilidad de negociar salarios que le ganen a la inflación es cada vez más baja. De allí la contundencia que tuvo ayer el paro general de la CGT. Aún pese al contexto, buena parte de los gremios instauran negociaciones paritarias cada dos meses. Ganarle a una inflación tan abultada no será sencillo para los gremios este 2024.