En el marco de Una, el ciclo de unipersonales protagonizados por mujeres que organiza Centro Cultural Parque de España, este sábado a las 20.30, el Teatro del CCPE (Sarmiento y el río) recibe a Mi nombre es Eva Duarte. Con dramaturgia y dirección de Belén Pistone, junto a la participación en escena de Cokó Albarracín, la actriz Eva Bianco confiesa hacerse llamar así para evitar su nombre verdadero: Eva Duarte. Pero, basta decirlo, y éste invoca fantasmas. ¿Podrá Eva Duarte, alguna vez, descansar en paz?

“A esta obra la hicimos en el 2019, cuando todo el movimiento feminista, por decirlo de alguna manera, estaba hirviente y en ebullición. Por supuesto que nuestro trabajo no le esquivó a eso. Ahora, en este momento, tuvimos que revisar el texto, para también absorber lo que está sucediendo. Es como que la obra todo el tiempo necesita ser reactualizada, porque tiene una poética que tiene que estar bien direccionada, para que siempre sea claro lo que estamos hablando, aun cuando después, quien la vaya a ver, no esté de acuerdo. Estuvimos hace unos días en una función en la Escuela de Teatro, de la Universidad Nacional de Córdoba, con gente muy joven, y yo me preguntaba qué iba a ver esta gente de nuestra obra, tenía muchas dudas. Y se sintieron muy identificados con todo lo que apunta a una conexión con el presente y con la situación de la mujer”, comenta Eva Bianco a Rosario/12.

“La obra nace un poco de este juego mío, el de una actriz que no quiere se opacada por el nombre que tiene -Eva Duarte- y usa por eso el apellido de su mamá, que es Bianco. Por otro lado, Eva Duarte está muerta y no la dejan morir. No es dueña de su cuerpo, no dejan ni siquiera que se pudra en paz; hasta eso se le han robado. Esa noción de una mujer a la que no se le permite ser dueña de su muerte, de su descomponerse, como sucede con cualquier cuerpo, es un mensaje que entra muy directo. En este sentido, la escritura de Belén Pistone enciende de una manera muy poética todo ese entramado, que tiene que ver con el patriarcado, que tiene que ver con la falta de libertad que tenemos sobre nuestros propios destinos, sobre nuestros propios cuerpos. También es cierto que las mujeres, cuando decimos que queremos ser dueñas de nuestros cuerpos y de nuestros destinos, en nuestro imaginario no sabemos cómo es ese mundo, porque nunca se produjo. Por eso hay que ir avanzándolo, conquistándolo. Y eso es un poco lo que enciende esta obra; sobre todo cuando el fantasma de Eva Duarte aparece”, continúa.

-¿Cómo surgió la propuesta de trabajo, entre vos y Belén Pistone?

-Cuando le planteé a Belén esta idea, entre el nombre de la actriz y el de Eva Duarte, a quien no dejan morir, le mandé también unos videos: el de la enfermera que la trató a ella durante el último período de su vida, y el del sacerdote que la acompañó. Y también el del último discurso suyo, donde le habla a la gente desde el palco, rodeada de hombres, donde Perón está al lado y llora. Y otro video que es el del renunciamiento, también rodeada de hombres, y a ella que se la ve desesperada; Perón está con una mirada de piedra que no se puede creer. Lo que hemos hecho no es tanto una investigación histórica, sino ver, con estos elementos, qué nos inspiraba. Sobre eso hemos trabajado. Y yo, como actriz, en esta obra me doy el gusto de actuar. Porque hago muchos personajes, también en registros muy distintos. Hasta que llega ese fantasma, que es el de Eva Duarte. Todo lo que pasa en la obra, es un desafío como actriz. Así lo siento. Es una gran maquinaria teatral lo que hemos hecho, porque no solamente está lo que pasa en escena, sino lo que pasa atrás de escena, a partir del personaje que hace Cokó Albarracín, quien parece va a ser alguien que la ayuda todo el tiempo, a cambiarse de ropa y con los vestidos, pero después aparece, y ahí se produce la “macumba”, como decimos nosotros, y empiezan a aparecer estos fantasmas.

-Sea a favor o en contra, Eva Duarte parece que será siempre invocada.

-Imaginate, es la primera que consigue el voto femenino, y muchos movimientos feministas la toman como bandera; sin embargo, en los discursos pide todo para Perón, ella no es nadie, Perón lo es todo. Ella absorbe todas las contradicciones de nuestro inconsciente colectivo.

-A propósito, no puedo evitar la pregunta, ¿cómo ves la situación presente?

-La situación es muy compleja, vienen épocas difíciles, pero también creo que vamos a tener que sacar eso que ya teníamos, que es tratar de sacar adelante nuestro propio oficio, en donde va a ser muy importante que, entre nosotros mismos, encontremos las vías y las formas de que no se nos aplaste. Yo estoy parada más en ese lugar. Por supuesto que me doy cuenta de que la situación es sumamente difícil. Cuando empiezo a formarme y hacer lo que hago, volvía la democracia, todo estaba desarticulado y arrasado. En aquella época, estando en Córdoba, pensar en hacer cine era algo imposible, y eso se pudo armar. Entonces, la situación crítica nos va a obligar a demostrarnos la capacidad que ya teníamos de poder hacerlo. Por supuesto que el apoyo del Estado, para todas nuestras actividades, es fundamental. Este gobierno no puede hacer lo que está haciendo, al desmantelar todo y sacar los recursos al Instituto Nacional del Teatro o al Instituto de Cine.

Hay otros rasgos en Mi nombre es Eva Duarte, que Eva Bianco destaca: “En la obra la gente se divierte, porque hay mucho humor, pero también hay drama. Es una obra muy vibrante, de alta teatralidad por su puesta en escena, por las luces, por los vestuarios. Tengo todo un desfile de vestuarios, inspirados en la época, que son preciosos. Y me sorprende cómo, en todos estos años en los que hemos dado vuelta por muchos lugares y por muchos ambientes, distintos públicos la han disfrutado. Eso me parece precioso. La obra es una fiesta”.