"Lesbiana, lesbiana, lesbiana, lesbiana, decirlo tantas veces como las que se lo calló". Por el parlante, resuena la palabra cuatro veces para nombrar a cada una de las mujeres que sufrieron un atentado con una molotov por parte de un vecino dentro del lugar donde vivían, cobrándose la vida de dos ellas y dejando graves a las otras dos. Cientos de integrantes de la comunidad LGBTIQ+ se reuieron frente al Congreso para hacer el duelo desde la organización, poniendo el grito en la calle, exigiendo ser vistas frente al odio ciego.
Pamela Cobbas, Roxana Figueroa, Andrea Amarante y Sofía Castro Riglos fueron atacadas el domingo pasado por Justo Fernando Barrientos, el vecino de al lado. Eran dos parejas de lesbianas que en ese momento se encontraban conviviendo. El hombre ya las había hostigado en varias oportunidades y hasta las había amenazado de muerte. Y cumplió: cerca de la medianoche, tiró un explosivo y las prendió fuego.
"Llamamos al fortalecimiento de la comunidad y al acompañamiento como forma de resistencia contra la violencia política y simbólica. Exigimos justicia por las cuatro compañeras vícitmas de este atentado y cambio de la carátula: fue un crimen de odio por ser lesbianas. Basta de violencia y discursos de odio", es el llamado de Autoconvocades Lesbianes por Barracas y la Red de Autoconvocades y Organizaciones Lesbianes junto a más de 60 organizaciones transfeministas y de diversidades, agrupaciones políticas, sindicatos, asambleas barriales, centros de estudiantes y colectivos artísticos.
Por el micrófono pasan decenas de personas de la comunidad LGBTIQ+ para desahogarse, consolarse y volver a nombrarse en medio de un estado de shock colectivo. "Si este lesbicida termina preso o no sinceramente no me interesa. Porque creo que no es otra cosa que la materialziación y la canalización de los discursos de odio del gobierno nacional y de los medios de comunicación que no visibilizan esta noticia porque es la peor masacre de lesbianas de los últimos tiempos. Se ve que evidentemente nuestras vidas no valen tanto", vocifera una de las manifestantes.
Acompaña la movilización la referente sindical y trabajadora sexual Georgina Orellano, que explica y arenga: "Venimos denunciando la hostilidad en el espacio público por parte de la policía pero en los últimos meses hubo un creciente odio de los vecinos y vecinas autoconvocadas que comienzan a tener acciones en la calle como tirarles agua caliente desde los balcones a nuestras compañeras. Más allá de que nos convoquemos hoy por una tragedia y en otras fechas, como ahora el 3 de junio, nos tenemos que ver en las calles todo el tiempo. Es una realidad la violencia está ganando en los barrios y los discursos de odio están totalmente habilitados. Para que no vuelva a pasar nunca más, pisen el barrio, muchachas".
Una y otra vez, los y las presentes invocan el aura de Pepa Gaitán, víctima de la lesbofobia de su padrastro, que la asesinó de un escopetazo el 7 de marzo de 2010. Desde esa fecha, se instituyó como el Día de la Visibilidad Lésbica.
"La visibilidad es un tema sobre el cual hay que seguir charlando. Hay ciertas identidades que pareciera que tienen más derecho a expresarse en el ambito de lo público o incluso en ambitos familiares", dice Sofía, sentada de la mano con su pareja, Agustina, con la que vive hace dos años. Ambas le cuentan a Página 12 que reconocen que poder alquilar es un privilegio frente las condiciones en las que vivían las mujeres violentadas, un reflejo de la realidad de gran parte del colectivo. "Al enterarnos tuvimos una sensación de mucha vulnerabilidad. Sentir que como parte del colectivo estamos en una situación de exposición permanente, de discursos que nos posicionan como blanco. Saber que, así como pasó con estas mujeres, podría pasar con nosotras", expresa Sofía.
Por su parte, Agustina reflexiona sobre su vivencia como lesbiana en un entorno hostil y heteronormado. "No hay una semana que pase que no recibamos un comentario de gente que cree estar habilitada a dar su opinión sobre nuestras identidades y que, con eso, motivan prácticas violentas concretas. Siempre estamos abiertas a alguna desaprobación, alguna mirada". Además, trae una preocupación cotidiana que ve en su lugar de trabajo: el aula. "Como docentes es algo que sale todo el tiempo en las aulas. Ahí hay un montón de trabajo que hacer, aún teniendo la ESI. Hay muchos pibis que dicen ser homófiques u homoodiantes, se proclaman como si eso fuera una opinión", cuenta.
Benja, un joven militante de la agrupación LGBTQ+ 1969, toma el micrófono y se planta frente a los discursos de La Libertad Avanza: "Tenemos un gobierno que constantemente ataca a las diversidades. Se convalida con dichos como los de la canciller Mondino comparando la homosexualidad con una infestación de piojos. Este gobierno no tiene nada que ofrecer a las diversidades. Fue lesbicido y esto no es libertad."
Ocupando un carril de la curva de la calle Solís --que unos 10 oficiales de policía y guardia urbana no estuvieron dispuestos a cortar a pesar de la convocatoria-- Sole se apoya sobre su bicicleta y le cuenta a este diario que desde el día del ballotage en el que Milei ganó las presidenciales no volvió a estar tranquila. "Volví a sentir miedo caminando por la calle, que hacía mucho tiempo que no sentía, no solamente en términos del contexto sino tambien en mi historia lesbiana, desde antes de habilitarme la defensa o andar en grupo".
"Vine porque siento que hay una enorme necesidad de encontrarnos, de estar cerca, de saber que nos tenemos, porque creo que la violencia va a recrudecer y creo que tenemos que armar estrategias para cuidarnos y se haga justicia", dice y vuelve con sus amigas, que están en ronda armando refugio contra el odio.
Informe: Carla Spinelli