Desde Córdoba
Mientras la Ley Bases II busca su destino en el Congreso de la Nación, el peronismo de Córdoba, una cepa particular del PJ, intenta acomodarse a lo que significará recibir al Pacto del 25 de Mayo en el corazón del cordobesismo. Sea con ley o sin ley.
Desde el mismo 1 de marzo, cuando en la apertura de las sesiones legislativas el presidente Javier Milei convocó al encuentro en Córdoba, el clima político vernáculo comenzó, muy lentamente, a ganar en ebullición.
Claro está que desde aquel lejano mes de marzo mucha agua pasó debajo del puente, como la monumental marcha en defensa de la educación pública, con un apartado especial en torno a la Universidad Nacional de Córdoba, y el paro del jueves pasado.
En ambos movimientos, el gobernador Martín Llaryora mostró cintura política, ya que adhirió sin reservas al primer reclamo a sabiendas del valor intrínseco de la UNC en la idiosincrasia cordobesa. Distinta actitud tomó respecto de la medida de fuerza. En sintonía con el oficialismo nacional anunció que descontará el día no trabajado a los empleados públicos. Una de cal y una de arena.
Un dique muy grande
Al igual que un boxeador estilista, Llaryora juega con las distancias en torno a Milei, más allá que en las últimas semanas el tema a resolver fue la presencia dividida del peronismo de cara a las elecciones en Río Cuarto.
Como contó Página 12, la candidata no auspiciada por el oficialismo provincial, la ex diputada Adriana Nazario, cuenta con el apoyo del MID, que en Córdoba tiene como referenta a la diputada María Cecilia Ibáñez.
Con ese telón de fondo, el prudente silencio se apoderó del debate dentro del PJ local. La alta imagen de Milei en Córdoba oficia de contención ante los fuertes cuestionamientos que otrora hubieran sido casus belli con la Nación, como por ejemplo la deuda con la Caja de Jubilaciones.
Una encuesta difundida por la consultora CB dio cuenta que el presidente ostenta un 61,9% de imagen positiva en la Docta, un número alto, aunque lejano del 74,05% cosechado en la segunda vuelta presidencial. Más allá de los vaivenes en torno a la crisis, Llaryora cuenta con un buen número: 57,7% de imagen positiva, apenas inferior al registro de abril, cuando tenía un 58,6%.
Es por esto que no llama la atención que las únicas señales visibles son las que propugna el propio gobernador. El miércoles, en vísperas del paro, recibió a su par de San Juan en la cena de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (Caem). “Córdoba necesita de la minería”, indicó el cordobés, dando un fuerte aval a la Ley Bases II y al capítulo sobre el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (Rigi).
Más allá de eso, quedará por ver la postura de Alejandra Vigo en el Senado. Lejos de ser una “llaryorista”, la dirigente cuestionó el fin de la moratoria para las amas de casa y reclamó por el financiamiento universitario.
Sabida es la postura de Natalia de la Sota, quien se despega de lo actuado por el bloque de diputados cordobeses que están bajo el ala de Miguel Pichetto. “Martín lo sabe. No hay problemas”, afirman.
“Una puesta en escena”
Desde el sector referenciado en Sergio Massa, la ex legisladora provincial Tania Kyshakevych reclama ante la ausencia de ese debate. “El peronismo debe reflexionar seriamente el contenido, o las consecuencias, que el Pacto acarrea. Hay un sentido común instalado de que es una ‘herramienta’ para que el Gobierno Nacional pueda gobernar. Eso por sí solo es válido, pero nosotros pensamos que los espacios políticos deben reflexionar sobre las consecuencias”, lanzó frente a Página 12. “Si este pacto es un cheque en blanco, el peronismo, por su historia y tradición debe oponerse, o al menos condicionar al gobierno”, sostuvo no sin antes reclamar “respuestas” ante los efectos del apoyo de las políticas del gobierno nacional.
En igual sintonía se mostró Agustín González, intendente de Cruz Alta y uno de los primeros jefes comunales en apoyar a Unión por la Patria en las presidenciales. “Creo que el pacto es una mera puesta en escena. A Milei lo único que le interesa es su imagen”, indicó. “En el camino nos quiere distraer con fuegos artificiales, mientras la economía se derrumba y el desempleo crece”, sostiene el dirigente cordobés.
Más allá de estas voces, lo cierto es que los cuestionamientos al juego de Llaryora no salen mucho a la superficie. El clima de época y de ideas, en Córdoba, parece ir por un carril distinto al humor social. O al menos este último, circula con una marcha menos.
Universo paralelo
En un carril paralelo, el histórico Palacio de Tribunales, ubicado en pleno centro de la ciudad capital, comienza a tomar forma. Eso sí, más lento de lo esperado por las huestes libertarias.
Cargado de simbolismo, el edificio de estilo neoclásico inaugurado en 1936 cuenta con el imponente salón de los Pasos Perdidos. Con capacidad para 400 personas sentadas, el espacio impactó a los enviados de Protocolo de la Casa Rosada, quienes recibieron el visto bueno de la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei. Un dato que seguramente no se pasó por alto es que allí se encuentra el mausoleo que guarda los restos de Dalmacio Vélez Sársfield, autor del Código Civil.
Como es moneda común en la gestión libertaria, el hermetismo reina en torno a la organización del evento. A punto tal, que desde el Tribunal Superior de Justica de Córdoba señalaron ante la consulta de Página 12 que “todo lo manejan desde Presidencia”.
“Nosotros no tenemos información sobre el tema. Eso lo manejan directamente desde la Secretaría de Presidencia. Vinieron y vieron las instalaciones, pero no confirmaron oficialmente nada”, indicaron.
Sin embargo, ya hay una certeza: el Tedeum no será en la Catedral de Córdoba. De manera contraria a lo que se había señalado en un principio, esta semana se confirmó que el encuentro será en la Catedral Metropolitana. Quedará para otro momento el potencial cruce entre el Arzobispo cordobés Angel Rossi, jesuita como el Papa Francisco y crítico de la gestión presidencial, y el propio Milei.
Córdoba bien vale una misa.