La vida son las pasiones. Algunos transitan sus días sin encontrar ninguna. Otros, como Fernando Belluschi, tiene la fortuna de encontrar más de una. En el caso del volante de San Lorenzo son dos: el fútbol y la música, más precisamente el rock. Una, la que involucra la pelota, lo tiene como protagonista, generando en otros diferentes sensaciones que van desde la bronca por un pase errado hasta la felicidad plena por un gol. La otra, en la que hay instrumentos de por medio, lo ponen en la otra vereda: la del espectador, ese que hasta siente vergüenza cuando conoce a sus ídolos. Belluschi, al cabo, combina las dos cosas: regala alegría desde un tiro libre y a la vez se avergüenza cuando conoce a los integrantes de La Renga, una de sus bandas favoritas.
-¿Desde chico sabías que ibas a ser jugador de fútbol?
-Sí. Es raro de explicar, pero lo sabía. Al principio lo jugaba sin pensar demasiado en todo esto, eh. Pero al ir creciendo me daba cuenta que era lo mío y que iba a hacer todo lo posible por conseguirlo. En las Inferiores de Newell’s también sabía que iba a debutar en la Primera, estaba confiado. Fueron metas que me fui poniendo a medida que iba creciendo.
-¿Sos de ver fútbol?
-Sí. Cuando puedo siempre me gusta ver fútbol internacional. Soy amante del Barcelona, pero también me gusta mirar el italiano o el alemán.
-¿Y qué tipo de jugador te gusta ver?
-Iniesta y Modric son dos de los que trato de copiar. También miraba a Xabi Alonso y Schweinsteiger. De mitad de cancha para adelante veo mucho. Pero soy de los que piensa que ver a cualquier jugador en cualquier posición te puede dejar una enseñanza. Siempre veía los pases de Xabi Alonso entre líneas. Tenía un pase milimétrico, que yo siempre intenté copiar, aunque es muy difícil a veces en el fútbol argentino. Cuando ves las ligas más importantes hay pases que la pelota no se levanta en ningún momento. Son otras condiciones del césped y otra técnica. Pero creo que se pueden hacer en el fútbol argentino.
-¿Se nota cuando un jugador juega sin pasión?
-No sé si se ve eso, pero cuando pasa lo contrario sí se ve, cuando alguien tiene esa pasión se nota, porque no da por perdida ninguna pelota, quiere agarrarla, quiere gambetear... El ejemplo más grande es Messi. No se queja cuando le pegan, porque cuando jugabas en el campito y te pegaban una patada no te quejabas, te levantabas y seguías jugando. Los grandes jugadores como Messi siguen jugando con el amateurismo a flor de piel. Es una manera de vivir el fútbol.
-¿Qué es jugar bien al fútbol?
-Qué se yo... Si lo llevamos al plano profesional es tratar de hacer lo que dice el entrenador. Hay que ver qué quiere cada entrenador. La idea de los mejores equipos es mantener la pelota, atacar con mucha gente, tener calidad en los jugadores, buen uno contra uno... Lo ves en el Barcelona. Ojo, hay que tener en cuenta también el aspecto defensivo. Hay que cuidar la pelota. Es importante controlarla, así sacás diferencias. El mejor Barcelona lo hacía de la mejor manera con Guardiola, por eso ganó todo lo que ganó y tal vez es el mejor equipo de la historia. Sabía cuándo atacar, cuando tener la pelota, cuándo hacer correr al rival...
-Hablás de fútbol con pasión. ¿Tenés otra cosa que te apasione?
-Sí, el rock.
-Son cosas complementarias, ¿no?
-Sí. Ojo, el que escucha cumbia te va a decir lo mismo. A mí me descarga. Cuando estoy en mi casa juego con mi hija (NdR: Francesca, de seis años) y escuchamos música.
-¿Qué escuchan?
-Ella al ser una nena le gusta bailar y cada dos por tres pone canciones de Disney o Ariana Grande (risas). Pero yo trato de meterle un poquito de lo mío. Al ser tan chiquita La Renga no le va a entrar demasiado, así que voy por el lado de Cielo Razzo, Kapanga, Los Piojos, No Te Va Gustar... Ahí agarra y cuando vaya creciendo le pongo lo más fuerte. A Cielo lo escuchábamos en la pensión de Newell’s. Era una banda de la ciudad que estaba creciendo, y de Buenas (NDR: su primer disco) para acá escuchamos todo.
-¿Te hubiera gustado ser músico y tener tu banda?
-Me hubiera gustado saber tocar algo (risas).
-¿Intentaste?
-Intenté pero no intenté. Empecé con la armónica y guitarra, pero desistí muy rápido. No tuve paciencia. Me hubiera encantado tener una banda y juntarme con amigos a tocar, pero del lado que estoy me siento muy bien. Ir a escuchar y aprender me encanta. Tuve la suerte que conocer músicos inclusive.
-¿Alguno que te haya volado la cabeza? ¿O que hayas sentido esa emoción de un hincha que conoce a su ídolo?
-Cuando fui a conocer a los chicos de La Renga me pasó eso. Me llevaron de sorpresa, no sabía dónde iba. Me dijeron que era una marca de ropa que me quería ofrecer algo, y de repente llegué a la sala de ensayo. Cuando los vi me quedé duro, como un nene mirando a un jugador de fútbol. Disfruté muchísimo ese momento. Hicieron media horita de ensayo y me sentí un privilegiado.
Belluschi se pone a hablar de música y parece perder la noción del tiempo. Algo parecido, aunque no con tanta intensidad, le sucede cuando la pelota es la que reina la charla.
-¿Qué es lo que te gusta del fútbol y qué lo que no?
-Lo que me gusta es jugarlo, disfrutarlo. Cuando más disfruté fue cuando jugaba a la pelota con mis amigos allá, en los Quirquinchos (Santa Fe). Lo jugaba por el simple hecho de jugarlo. Me hacía feliz. En este momento de mi carrera sigo sintiendo eso. El día que juegue por una obligación o porque necesito ganar dinero ya no sería lo mismo. Todavía tengo esas ganas. Cuando estoy con mis amigos en mi pueblo y aparece una pelota salimos a jugar, sea un fútbol tenis o a tirar unos pases. Siento pasión por la pelota. Es difícil de explicar con palabras, es algo que se siente. Sigo viviendo el fútbol como cuando tenía diez años. Y lo que no me gusta es todo lo que rodea al fútbol. Saber que existe gente que va a la cancha a generar violencia o que hay otros que sólo quieren hacer plata con los jugadores me molesta. Sé que en este país hay mucho de esto, pero desde nuestro lugar se puede hacer poco. Como sociedad no estamos mejorando demasiado. De a poquito se ven cambios en la gente que va a la cancha, eh. Pero muy pocos. Uno como jugador no se siente contento cuando va a patear un córner y gente con nenes en brazos te insulta o te escupe. Eso pasa mucho por la educación que hay en la sociedad. En otra parte del mundo no se entiende esto. Por tener una camiseta diferente parece que vale todo.
-Decís que “no se puede hacer demasiado”. ¿Qué es lo que ustedes pueden hacer? ¿Cómo se le bajan las revoluciones al fútbol argentino?
-Quizás en las declaraciones que se dan a la prensa, con hacerle entender a la gente que esto no es cuestión de vida o muerte.
-¿Todo esto te saca un poco las ganas y esa pasión de la que hablabas al principio?
-A veces sí, en el sentido de que uno cuando pierde un partido no puede salir a comer a un restorán o a un shopping con su familia porque no sabés qué puede pasar. Si ya no puedo disfrutar de mi vida porque perdí un partido de fútbol... A veces los propios medios exageran las cosas o critican sin fundamento, sólo por el simple hecho de criticar. No hablan de táctica o del juego, atacan a lo personal. Así se ha criticado a Messi, a Higuaín, a Agüero, a los grandes jugadores que tenemos. Pero le exigimos como sociedad que salgan campeones y no los disfrutamos. Hay muchísimo por corregir.
-¿Podrías vivir sin fútbol?
-No. Hubiese sido muy difícil. Creo que hubiera estado relacionado desde otro lugar. No me veo lejos del fútbol. Ya desde chico, con mis amigos siempre era fútbol a toda hora, a tal punto que varios de ellos hoy son técnicos. La vida me llevó por este camino.
-¿Te sentís cómodo en el ambiente actual del fútbol?
-Sí. Disfruto el día a día de ir a entrenar, de juntarme con mis compañeros a tomar mate, de hablar de fútbol y más fútbol... Lo vivo de una forma muy particular. Quizás cuando llego a casa me olvido de todo. Pero esos momentos los disfruto. Hay que saber convivir con la presión de los hinchas, con ese mandato de “tenés que salir siempre campeón”. Eso me estresa un poco. Ese es el momento en el que me apoyo en mi familia y amigos.
-¿Explotaste alguna vez por toda esta presión que hay desde afuera?
-Ahora, de grande, aprendí a no mezclar las cosas. Los primeros años de mi carrera, en Newell’s y en River, hubo momentos en los que llegaba a mi casa y tenía mala cara mientras cenaba con mi familia, que se había venido del pueblo para verme. Quizás no hablaba o no daba bola a lo que me decían. En ese momento pensaba que la vida era el fútbol y nada más. Pero con el paso del tiempo vas entendiendo que tu familia está para apoyarte, que me había equivocado y que no hay que vivir el fútbol así.
Tras un título en Newell’s y un gran paso por River, Belluschi dio el salto a Europa: jugó en Grecia, Portugal y Turquía, todas ligas importantes pero no de primer nivel. Hubo, en el medio, una pequeña aventura en el Genoa de Italia, pero sin el éxito deseado.
-En esos momentos en los que estabas lejos, ¿te seguías metiendo en los portales de internet de Argentina para buscarte? ¿Sentías que te habías perdido un poco en medio de la proyección que tenías como futbolista?
-Cuando me fui de River tomé la decisión de irme por todo lo que pasaba en ese entonces en el club, que estaba envuelto en el tema de los barras y de la muerte de Gonzalo Acro. Estaba todo muy feo. Tenía dos o tres clubes y me fui al que me pareció el correcto. Me hubiera encantado ir a un gran equipo, pero la decisión que tomé en ese entonces fue la correcta. Obviamente cuando estaba afuera quería enterarme de lo que pasaba en el fútbol argentino, sino también ver si de vez en cuando me nombraban. Siempre estaba a la expectativa.
-¿Sentiste alguna vez que desapareciste del mapa futbolístico?
-Sí, en Turquía. Tenía muy buen nivel, sabía que para el equipo era muy importante y la gente me quería mucho. Pero en Argentina no era muy reconocido lo que hacía. Me quedaba con bronca. Al mismo tiempo sabía que era una liga que no se ve mucho en Argentina y a la que los entrenadores no le prestan la misma atención que a otras. Sabía que tenía que seguir jugando bien, pero sin mucha ilusión. Pero no me arrepiento de haber jugado en Turquía, pasé tres años espectaculares.
-Quizás la espina que te queda es tener tu chance en la Selección, más allá de algunas convocatorias salteadas.
-Sí, me hubiera encantado tener esa oportunidad. Pero con la calidad de jugadores que hay es muy complicado.
*Al cierre de esta edición, Fernando Belluschi fue convocado por Jorge Sampaoli para los amistosos de Argentina ante Rusia y Nigeria.