Tanto las referencias empíricas, como el apocado grupo de investigaciones sobre el tema, demuestran que, dentro del amplio espectro de futbolistas, son los mediocampistas centrales y los zagueros aquellos que tienen mayor tendencia al estudio. Con Lisandro Magallán, de 24 años, compartimos eso, somos una muestra más que confirma la regla, dos marcadores centrales que llegaron a la Universidad. Hijo de un sucinto ex futbolista que se dedicó a la abogacía, ha seguido el camino familiar pero con mucho mayor reconocimiento. En el fútbol argentino actual, es el mejor ejemplo para demostrar que la pelota y los libros pueden ir de la mano, sólo es cuestión de intentarlo.

Además de estudiar Derecho, sos uno de los defensores de Boca, el campeón y puntero del fútbol argentino. ¿Cómo te tratan en la facultad?

–El ambiente de la Universidad es distinto. Yo soy platense pero muchos de los pibes de la facultad, son del interior. Tienen otra predisposición. Este semestre, el primer día con mis compañeros de Derecho Penal 1, me pasó que se acercaron al final de la clase a preguntarme si realmente era el jugador de fútbol. Al principio, generalmente les llama la atención, pero un par de clases después ya te ven como uno más. Con el docente, en las clases, busco no llamar la atención, que sepa que voy para aprender y para aprobar. Escucho, participo y si veo que tengo algo interesante que aportar o preguntar, lo hago. Trato de estar en un lugar tranquilo y de no armar quilombo. En oportunidades me pasa que mis compañeros me quieren hablar de fútbol: si no está el profesor, puede ser; pero después no habló de otra cosa que no sea de la materia que estamos cursando.

–¿Y cómo te va?

–Voy a mi ritmo. Un estudiante normal demora cinco años en recibirse, yo voy cinco años y llevo diez materias. No me pongo un tiempo. Voy rindiendo lo que puedo, voy contando materias no años para recibirme. Hay momentos que rindo más y en otros menos. Este año, que no jugamos entre semana, pude cursar más materias, pero el año pasado y el anterior, que fueron complicados por los tiempos, rendí varias materias libre.

–Algunos consideran que el futbolista sólo debe preocuparse por el fútbol, que debe tomarlo como un trabajo full time, sin embargo, vos sos el zaguero de Boca, ¿Por qué lo hacés?

–Estudio Derecho para abstraerme. Tener algo distinto, en un ambiente diferente al fútbol, me hace bien; sino esto es muy absorbente y te consume las 24 horas del día. Más aún en un club como Boca. Obviamente también proyecto sobre lo que me gustaría hacer después del fútbol, pero sé que para eso falta mucho. Igual, no tengo claro si voy a trabajar como abogado o no. Tal vez me retire del fútbol y siga vinculado como técnico. Lo que si sé es que es una herramienta más para el día de mañana.

–De chico, ¿cómo manejaste esa tensión entre el fútbol y el estudio?

–A mí me pasó que llegué muy joven a Primera: con 16 años ya me estaba entrando con el plantel profesional de Gimnasia y a los 18, me vine a Boca. Mis padres sabían que tenía una oportunidad con el fútbol y que tenía que aprovecharla. En casa siempre me dijeron: “Jugá, pero fíjate que algo podés estudiar”. Cuando terminé la escuela empecé Ingeniería en la UTN de La Plata, pero dejé al año. Era dificilísimo, se me complicaba mucho con los tiempos, eran todas materias anuales y presenciales. Llegaba muy cansado y no podía sostener los horarios. Me dio lástima porque me gusta la carrera, pero no podía compatibilizarla con el fútbol. Como mi papá, mi hermana y mi cuñado son abogados, me recomendaron que empiece Derecho, que podía permite la cursada de Abogacía en la Universidad de La Plata, que te da algo de tiempo para manejar horarios. Eso hice y aquí estoy.

–¿Te imaginás defendiendo los derechos de los futbolistas?

–Por ahora no pensé qué voy a hacer. No estoy muy metido en ese tema, pero por lo que hablo con la familia, hay un gran vacío en el derecho deportivo con los chicos de inferiores. Especialmente al momento de firmar el primer contrato. Pero no puedo decirte que me voy a dedicar a eso.

–¿Creés que estudiar te dio una ventaja en el juego?

–Creo que estudiar es un entrenamiento para el cerebro. Pienso que el estudio te desarrolla la mente y esto te permite captar más rápidamente una circunstancia del partido o adaptarte a un cambio pero habría que comprobarlo científicamente. No puedo asegurarlo.

–El beneficio cognitivo está comprobado, pero creo también que hay un beneficio extra en la consideración del entrenador. El hecho de estudiar te hace lucir como más disciplinado y responsable, lo cual puede llegar a favorecer una carrera. ¿Coincidís con esa idea?

–No. Pienso que el entrenador te mide por cómo rendís adentro de la cancha, no importa si estudias o no. Si venís a Boca es porque sos un buen jugador. Supongo que el técnico y el club, cuando van a contratar a un jugador, miran esas cosas, pero no creo que a mí me haya cambiado en algo. Además, creo que el respeto en el vestuario te lo ganás porque sos respetuoso de los demás, no porque hayas estudiado o hables diferente.

–¿Qué te dicen tus compañeros del fútbol sobre tu vocación por estudiar?

–No me dicen mucho. Llevo los libros y las fotocopias a la concentración y a los viajes, así que me preguntan qué estoy leyendo. No soy un obsesivo, cuando surge la oportunidad de compartir una charla con mis compañeros o una ronda de mates, priorizo eso antes que la lectura de los apuntes.

–Respecto a lo deportivo, el refrán dice “la tercera es la vencida” y en tu caso fue así: tuviste que irte a préstamo dos veces para ahora asentarte como titular. ¿Cómo viviste esas experiencias?

–Las salidas fueron duras pero resultaron experiencias positivas. Cuando llegué a Boca, me costó el proceso de adaptación: salté de la B Nacional, con Gimnasia, a un grande de Argentina. Cuando me tuve que ir, no era lo que deseaba. Yo quería estar acá y pelear un lugar pero, en ese momento, lo mejor para mí era sumar minutos de juego en otro lugar.

–Además de los minutos jugados, ¿Qué resaltás de esas experiencias?

–En Rosario Central, el hecho de irme por primera vez de mi casa, teniendo veinte años. Para colmo, en casa somos seis (tres varones y una mujer) y muy familieros. En Rosario, me pasaba que cuando terminaba de entrenarme, volvía a donde vivía y me quedaba solo. El cambio se siente y eso me hizo madurar. En lo deportivo, destaco la posibilidad de vivir el clásico rosarino. Es intenso y se concentra todo en la ciudad.

–¿Y en Defensa y Justicia?

–En Defensa, pude recuperarme y jugar un campeonato completo, luego de la lesión (ruptura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda) y de un año sin actividad. Gracias a ese paso, cuando volví a Boca, con la llegada de Guillermo, retorné con continuidad. En el juego, también me sirvió y aprendí mucho de la propuesta de Ariel (Holan): de ser protagonista y salir a ganar en todas las canchas. Con su cuerpo técnico, se valen mucho de la tecnología, al punto de que en las pausas del entrenamiento, repasábamos y corregíamos conceptos a través de los videos que grababa el dron y procesaba uno de sus colaboradores.

–Fuiste testigo directo de los últimos cambios del fútbol argentino, ¿cómo los viviste?

–Antes, con los torneos cortos, arrancabas bien e ibas con el envión hasta el final del campeonato. Ahora,los torneos largos te dan la posibilidad de recuperarte si no tuviste un buen arranque y la dificultad es sostener una línea de trabajo en el tiempo y lograr el resultado.

–¿Cómo está Boca?

–Nosotros hoy disputamos una sola competencia. Sabemos que arrancamos muy bien, pero que tenemos que mantenerlo. El año que viene tendremos también que pensar en la Copa Libertadores que se viene. Por eso lo importante es mantener la calma y la constancia en el trabajo para llegar al final del campeonato de la misma manera que estamos ahora.

–¿Cómo ves a los demás equipos?

–Creo que el fútbol argentino está en un proceso de cambio. A raíz de la aparición de esta camada de entrenadores jóvenes, los equipos tienen una forma de jugar diferente. También cambiaron mucho los entrenamientos. Antes podías salir a correr y le pegabas sin parar quince kilómetros. Hoy, en una práctica hacés sólo cuatro kilómetros, pero todos a muy alta intensidad y con intermitencias. Se está reflejando en la Argentina el cambio que viene desde Europa.

–¿Sentís que el cambio de competencia ha beneficiado a los equipos grandes?

–No lo sé. Puede ser que los clubes grandes tengan una mayor disponibilidad para adaptarse a las nuevas propuestas de juego y más facilidad para conseguir jugadores. Por otro lado, un equipo chico tiene toda la semana para preparar el partido, mientras que el equipo grande tiene doble o triple competencia, pero lo compensa con un plantel más numerosos. Creo que la jerarquía es fundamental. Sobre todo respecto a lo que comentábamos del futbol que se está jugando actualmente: de más pase y posesión. Hoy, en Boca, tenemos siete jugadores de selección. Es una diferencia.

–Tuviste a Guillermo como compañero y ahora lo tenés como entrenador, ¿qué relación podes hacer entre aquel momento y la actualidad?

–Cuando lo conocí, yo era muy chico y estaba viviendo el proceso de adaptación a la primera división. Él retornó al club como uno de los ídolos más importantes de la historia y con una trayectoria impresionante. Fue una revolución para nosotros en un momento muy malo. Yo crecí en las inferiores de Gimnasia viéndolo ganar los títulos con Boca. Hoy la relación es muy diferente, pero él sigue manteniendo esas características que tenía cuando lo conocí: el profesionalismo para trabajar y esa ambición de querer ganar todo.

–¿Lo imaginabas entrenador?

–Sí, lo suponía. Ahora veo sus cuestiones tácticas y a los delanteros les pide muchas cosas que hacía él.

–¿Por ejemplo?

–La posición en donde deben ubicarse los extremos. Los movimientos que les pide que hagan. Los momentos para tirar diagonales y para mantenerse abiertos. Qué hacer al recibir la pelota, cuándo ir por afuera y cuándo buscar el mano a mano. Son cosas que veía que hacía él en el entrenamiento o durante los partidos y, ahora, se las pide a los que dirige.

–¿Cómo imaginás tu futuro próximo?

–Mi objetivo personal es ganar una Copa Internacional con el club. Crecí como futbolista soñando con llegar a la primera de Gimnasia y viendo cómo Boca nos representaba en el exterior y ganaba todo. Cuando llegué acá, empecé a soñar con ganar cosas con el club. Ya ganamos el torneo, ahora me quedo porque quiero ganar una Copa.