Las redes sociales se fascinaron con un fenómeno posteado desde Arica, bien al norte de Chile, donde el cielo se partía en dos, como si perteneciera a dos universos distintos.
De un lado, una bóveda celeste jaspeada con nubes, la clásica vista de una jornada despejada. Del otro, como divididas por una frontera lineal, un manto nuboso color tiza salpicado con pintas negruzcas.
Representó una especie de prólogo de la tormenta solar, o geomagnética, anunciada para el fin de semana pasado, que se presentó con diversas auroras boreales y australess, apagones de radio y que enloqueció GPSs..
Llegó el domingo y la NASA renovó el alerta por una fuerte llamarada solar que alcanzó su punto máximo a las 12:26 p.m.
En tanto, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, la agencia científica del Departamento de Comercio de Estados Unidos (NOAA, por las siglas en inglés) emitió el mismo día una advertencia de que se aproximaba a la Tierra una tormenta solar clasificada como G4-G5, riesgo de severo a intenso.
Según estimaron los expertos, está prevista una probabilidad del 55% de que afecte a latitudes medias con un índice kp9, medida utilizada para cuantificar la actividad geomagnética. Cuanto mayor es ese índice, mayor será la posibilidad de ocurrencia de auroras visibles en latitudes más bajas, como suele pasar durante grandes tormentas solares.
El NOAA explicó que una tormenta geomagnética es un fenómeno causado por perturbaciones en el campo magnético de la Tierra, generalmente desencadenadas por eyecciones de masa coronal (EMC) del Sol o poderosas llamaradas solares, como las de estos días.
Cuando esto ocurre se puede perturbar el campo magnético de la Tierra y causar variaciones en la actividad geomagnética, añadió, lo que puede conducir a una serie de efectos, incluidas auroras brillantes en latitudes más bajas de lo normal, interferencias en las comunicaciones por radio de alta frecuencia y redes eléctricas, e incluso daños en satélites y sistemas de navegación. Además durante eventos extremos, la radiación solar puede representar un riesgo para los astronautas en el espacio.
En cuanto esas partículas altamente cargadas llegan a la Tierra, se encuentran con el campo magnético y son canalizadas hasta los polos. Y cuando chocan con los átomos y las moléculas en la atmósfera, excitan sus electrones a estados de mayor energía.
Al regresar estos electrones a su estado de menor energía, emiten luz, creando así las auroras.
Auroras multicolores
Las auroras pueden ser de diferentes colores dependiendo de los gases en la atmósfera y la altitud a la que ocurre la interacción. El oxígeno a altitudes más altas puede producir auroras rojas o verdes y el nitrógeno a altitudes más bajas puede producir auroras azules o púrpuras.
Fueron las distintas combinaciones de efectos las que deslumbraron en varios lugares donde fueron avistados y captados por cámaras. Como la Impresionante iridiscencia tomada sobre una nube cumulonimbus en Ho Chi Minh City, Vietnam.
Lo mismo se vio con las impresionantes nubes nacaradas sobre Noruega, causadas por cristales de hielo en la estratosfera que reflejan la luz del sol desde debajo del horizonte. Se forman en condiciones muy frías en regiones polares.
Algunas hipótesis alertan sobre un eventual mensaje de la Naturaleza que se emite mientras se repiten estas tormentas geomagnéticas.
En pocas horas hubo, por ejemplo, 21 sismos inusuales en cadena en México, el más fuerte de magnitud 5.0., y actividades similares reportadas en Colombia y Guatemala.
Lo mismo un terremoto, también en México 7.0, al igual que en Chile Perú y Ecuador, y en el Pacífico oeste se registra un gran movimiento que podría superar el 8.3 esta semana que inicia.
Evento Carrington
Entre los antecedentes más destacados en la historia de las tormentas solares, el Evento Carrington, ocurrido en 1859, fue el más poderoso de todos los tiempos.
Le fue dado ese nombre en honor al astrónomo británico Richard Carrington, quien observó y registró las manchas solares que produjeron la tormenta geomagnética más intensa jamás registrada en la Tierra.
Causó auroras visibles hasta el Ecuador y la interrupción de los sistemas de telégrafo en Europa y América del Norte, dado que las corrientes inducidas por la tormenta geomagnética sobrecargaron las líneas de telégrafo, provocando chispazos, incendios y daños en los equipos.
En 2008, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos divulgó un análisis acerca de las consecuencias probables que tienen y la conclusión fue que un suceso de tal magnitud ocasionaría una perturbación sin precedentes en el ámbito social, político y económico a nivel mundial, superando ampliamente los efectos de la pandemia.
El reciente episodio del 24 de marzo de 2023 reveló un gigantesco agujero en la corona solar, específicamente en el hemisferio sur, cuyo tamaño oscilaría entre 300.000 y 400.000 kilómetros de ancho, lo que significa que podría haber albergado aproximadamente 30 planetas como la Tierra.
La tormenta solar repetida apenas dos meses después, con un nivel de alerta G5, es similar, podría en consecuencia desencadenar apagones generalizados y dañar gravemente la tecnología moderna, como sistemas de comunicación y redes eléctricas, así como provocar auroras polares como en México, donde nunca se habían visto.
Aunque las tormentas solares ocurren regularmente, la mayoría son de intensidad moderada y tienen un impacto limitado en la infraestructura terrestre.
Sin embargo, es posible que algún día tenga lugar un evento mucho más poderoso que comprometa nuestra supervivencia.