Más allá de las consideraciones del oficialismo intentando descalificar el paro general impulsado por las centrales obreras el jueves de la semana anterior, la medida pegó de lleno en el gobierno y fue leída como una señal de advertencia por el principal habitante de la Casa Rosada. Se tomó nota hasta tal punto que pasó a segundo plano la celebración de la victoria legislativa lograda por la LLA en Diputados una semana antes con la media sanción de la “Ley Bases”. También es cierto que este último logro comienza a tambalear porque en el Senado no aparecen los votos necesarios para dar vía libre a la norma y el oficialismo apunta como máximo logro a una aprobación en general con modificaciones en el articulado que obligarían a una segunda vuelta en la Cámara de Diputados.
Vale no perder de vista que tampoco este es un impedimento mayor. Demorará el trámite y terminará por deslucir más aún el apocado “Pacto de Mayo” que Javier Milei fantaseó como una instancia re fundacional y que se fue desvaneciendo con el tiempo y las circunstancias políticas. Ahora todo parece restringido a una puesta en escena sin mayor trascendencia y con ausencias significativas. Los organizadores oficiales habían soñado e hicieron gestiones con el mundo eclesiástico para transferir a la catedral de Córdoba el Te Deum que tradicionalmente se hace cada 25 de mayo en la catedral metropolitana. Habría sido la fiesta completa. Esa idea también se desestimó. Está confirmado que la ceremonia religiosa se hará en el templo porteño, frente a la Plaza de Mayo.
De todos modos es importante no perder de vista que si el Senado no rechaza en general la “Ley bases” y solo introduce modificaciones, el proyecto vuelve a Diputados donde LLA cuenta con el apoyo del PRO, la enorme mayoría de la UCR y los dialoguistas de Miguel Pichetto para imponer el proyecto original en tanto cámara iniciadora. En ese caso las modificaciones de los senadores habrán sido totalmente inútiles, más allá de que hayan dejado en evidencia contradicciones y advertido sobre los enormes daños que la norma puede ocasionar en materia de derechos una vez que se la promulgue y ponga en vigencia.
Vale recordar, que sigue vigente el DNU/70 con más cambios y atribuciones que la propia “Ley Bases” y cuyo tratamiento sigue postergando Diputados.
El gobierno, entre tanto, se apresta a festejar como si fuera un campeonato del mundo que la inflación estuvo en abril por debajo de dos dígitos, sin mencionar por supuesto, la recesión, el aumento del desempleo, la caída del consumo y, ni qué decirlo, la pérdida constante de la calidad de vida de argentinas y argentinos a manos de “la libertad… carajo”.
A falta de voces político partidarias opositoras, fueron los dirigentes de las centrales obreras quienes le pusieron palabras al malestar creciente pero todavía no demasiado relevante que existe en el mundo del trabajo. “Lo que va a modificar el humor social será el aumento del desempleo y sus consecuencias cuando ya no se trate de menos plata que no permite llegar a fin de mes, sino de nada de guita para parar la olla”, fue el diagnóstico de un dirigente obrero el mismo día del paro.
El recuerdo de los cincuenta años del asesinato del cura villero y peronista Carlos Mugica, le dio a la Iglesia Católica la posibilidad de poner en palabras el diagnóstico que gran parte de sus agentes pastorales (curas, laicas y laicos) y no solo los obispos viene captando en todo el país a raíz de la crisis social y económica.
En plenario de obispos que conforma la Conferencia Episcopal está tan dividido en términos políticos como lo está la propia sociedad argentina. Este es uno de los motivos –si no el principal- por el cual los documentos de la jerarquía evaden afirmaciones tajantes o palabras más claras para comunicar con crudeza lo que llega desde sus bases parroquiales. Allí también se debate entre quienes pretenden garantizar “gobernabilidad” para Milei y quienes consideran que el daño que se está causando especialmente a los pobres es muy grande. En todos pesa la idea de mantener “la unidad” y el espíritu de cuerpo. Es un viejo axioma de la jerarquía católica argentina que sigue presente a pesar de que en el pasado condujo a graves errores.
Más allá de ello se han visto declaraciones socialmente críticas por parte de algunas diócesis en particular o de grupos de diócesis. No siempre directamente en boca de sus obispos, sino a través de las comisiones de Pastoral Social o de Cáritas. En la casi totalidad de los casos estos pronunciamientos tuvieron por lo menos el consentimiento de los obispos.
El domingo, en la misa en memoria del cura Carlos Mugica, entronizado por los villeros y asesinado por la Triple A, el arzobispo Jorge García Cuerva asumió a título personal y actuando de locatario en propio territorio la vocería de una parte del episcopado, pero también de muchos curas que trabajan en medios populares y más allá de esos ámbitos. Hablando en su diócesis el arzobispo porteño no necesitaba ni permiso ni aval de nadie para decir lo que dijo, para denunciar el desfinanciamiento de las políticas públicas en los barrios populares, para criticar a los que no ven lo que “realmente hay que ver”, y para denunciar el “tufillo” de dirigentes muy ricos ante gente trabajadora muy pobre, la corrupción y el individualismo.
Por una suma de razones, García Cuerva se hizo dueño de sus palabras para utilizar lenguaje directo, sencillo, sin demasiada retórica eclesiástica y para expresar de esta manera la crudeza de la hora. Habló en nombre propio, pero estaba rodeado de obispos y entre ellos el presidente del Episcopado, Oscar Ojea. Lo hizo frente a los villeros, principales damnificados por el ajuste. Lo hizo también amparado en la reivindicación del cura Mugica, de su compromiso, de su entrega al servicio de los pobres. Y, en ese mismo acto, reclamó por la paz y la justicia, y reafirmó “la opción preferencial y evangélica por los pobres”. García Cuerva fue elegido y nombrado en su cargo por el Papa Jorge Bergoglio.
En el mismo acto se leyó una carta de Francisco para la ocasión pidiendo que termine la grieta, “no con silencios y complicidades, sino mirándonos a los ojos, reconociendo errores y erradicando la exclusión”. Bergoglio sigue de cerca todo lo que sucede en Argentina. Pero más allá de ello vale decir que pocos días antes se había reunido por dos horas en el Vaticano con el obispo Jorge Lugones, el presidente de la Pastoral Social. Hablaron de todo un poco, también sobre la realidad social y política de la Argentina.
Algunos (incluidos varios obispos) podrán decir que García Cuerva –un obispo cuya figura crece en el episcopado- no representa a toda la Iglesia. Pero nadie podrá afirmar que lo que dijo fue pura y exclusivamente a título personal.
Habrá que prestar atención a lo que el mismo arzobispo exprese en la catedral metropolitana en el Te Deum del próximo 25 de mayo, desde el mismo púlpito que tantas veces utilizó Bergoglio para incursionar en asuntos sociales y políticos sin abandonar el estilo propio y su perspectiva siempre religiosa.