“Sí, hablemos. Estoy disponible”, dice Ariel Pink al otro lado del WhatsApp, desde alguna calle de Los Angeles. Se instaló la app para esta entrevista, porque la propuesta inicial era hacerla por teléfono. Sí, ese aparato conectado a una pared que en el preludio del iPhone 16 es todo un anacronismo. Desde su celebrado debut porteño, 12 años atrás, cuando era la gran figura del indie, el científico lo-fi y el músico que instaló la tintura rosa en el pelo antes de que la Generación de Cristal lo adoptara como símbolo, corrió mucha agua bajo el puente. Tanta que el californiano casi se ahoga. Tras asistir a las manifestaciones pro Trump frente al Congreso (devino en el asalto al Capitolio), el mundo se le derrumbó. La cancelación y el escrache fueron de tal magnitud que la decisión de su disquera de desvincularlo fue un chiquitaje en contraste con las amenazas de muerte que recibió su familia.
El multiinstrumentista nacido en 1978 tuvo que acudir a Tucker Carlson, el comentarista político conservador estadounidense que se tornó en admirador de Javier Milei, para que le brindara la posibilidad en la señal de noticias (también conservadora) Fox News de tener derecho a réplica. O más bien una oportunidad para justificar sus acciones. Desde ese entonces, se volvió más indie que nunca. Más por lo autogestivo que por lo musical, porque aún sigue apostando por la estética sonora que lo dio a conocer y que encontró su clímax en el celebrado álbum Before Today (2010). Después de ese enero negro de 2021, lanzó dos álbumes más, que viene a presentar a Buenos Aires este martes 14 de mayo, en Uniclub (Guardia Vieja 3360), a las 20, junto con, por supuesto, el resto de su obra. Que, al menos en el show en vivo, sigue siendo suya. Porque sus discos siguen perteneciendo a su otrora sello.
-Si bien no enfrentaste un juicio civil por participar en las manifestaciones en el Capitolio, llegaste a decir que casi quedaste en la indigencia. ¿Cómo fue volver a armar tu carrera musical?
-Tengo experiencia en eso. Quiero decir, antes y ahora siempre empecé de nuevo. Sobre todo luego de lanzar un disco. O algo así. Ya no es tan complicado porque, pese a todo, pude continuar. Aunque en algunos lugares sigo estando cancelado y eso es quizá lo que más me preocupa.
-¿Cómo te puede afectar el histórico juicio penal contra Trump que está sucediendo en este momento?
-Tengo miedo, pero no estoy asustado. Supongo que será un proceso muy duro. No tengo muchas esperanzas al respecto. Sin embargo, seguiré haciendo lo que sé hacer. Con la misma convicción de siempre. Antes de que el mundo cambie.
-Supongo que estás al tanto de lo que sucede en la Argentina.
-Me parece que lo que pasó con Milei en la Argentina fue una pequeña victoria para nosotros. Es una buena señal. Sinceramente, espero que sea así.
-En este tiempo, ¿qué significa para vos la libertad de expresión?
-Ahora no tenemos esa libertad, si querés saber mi sincera opinión. No quieren que digamos lo que deseamos decir y cuando lo hacemos, lo que recibimos es odio.
-¿Eso te motiva para componer?
-¿Por qué escribiría sobre eso? Si al final me van a juzgar igual. Lo que me puede pasar por manifestar mis ideas es muy cínico. No lo digo para deprimir a la gente sino para asustarla.
-¿Y qué te anima seguir adelante?
-Lo que me anima a seguir adelante es saber que hay muchas cosas que tengo para terminar. Un montón de proyectos. Además, comprendé que no sé hacer otra cosa. Soy simplemente un idiota que sólo sabe hacer música.
-No sé si conocés al músico argentino Andrés Calamaro. Él te sigue en la red social X. Piensa igual que vos, y sigue haciendo discos y tocando.
-Es lo que debería suceder. Me alegro por él.
-¿Por qué tus últimos dos álbumes no están en Spotify?
-No me atrevo a subir música a las plataformas digitales porque estoy cancelado (salvo sus dos últimos álbumes, su discografía entera, incluyendo dos compilados editados en 2021, está en Spotify, lo que se traduce en medio millón de visitas mensuales). Es al pedo invertir dinero que no tengo para que traten de excluirme. De todas formas, nunca le presté tanta atención a ese tipo de formatos.
Ariel Pink le rindió tributo a uno de los artistas malditos de los años '60, Bobby Jameson (fue víctima de un manager bipolar que laceró tanto al músico norteamericano que acabó en un manicomio, para después suicidarse, tras una breve reaparición en 2007), mediante el álbum Dedicated to Bobby Jameson (2017). Y volvió a la carga cinco años después con el proyecto Ariel Pink Darkside, del que fue fruto el disco The Key of Life Is Disobedience, cuyo título alude a una máxima a menudo atribuida al esoterista Aleister Crowley. “Es un disco inspirado en mi cancelación”, explica su autor. “Lo hice con varios músicos y está basado en diferentes estilos musicales. Además, hay algunas canciones cantadas en español (entre las que destaca el psychobilly “Besos en la cama”).
-El año pasado sacaste Never Made A Demo, Ever. ¿Es una suerte de parodia autorreferencial sobre tu impronta musical?
-Es básicamente un álbum de demos. Como no tengo un contrato discográfico que cumplir, puedo hacer lo que quiera. Recopilé grabaciones que tenía e hicimos varias cintas de cassette de esto, de edición limitada. De los cassettes y vinilos, de los recitales y de mi merchandising es de lo que estoy viviendo.